Capítulo 48

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Al día siguiente, todos se habían levantado dispuestos a marcharse tal cúal como Sam había prometido.

La única diferencia, es que en esta mañana Sam se sentía un poco mejor, había dormido toda la noche despúes de haberse dado un buen baño para relajarse y comido todo lo que en la tienda había comprado, no había querido hablar con 310 y aunque se preocupara por los demás pensando si habían sabido de alguna forma instalarse en las habitaciones o por lo menos si estaban bien, Sam sabía perfectamente que por el bien de ella y su cachorro debía tomarse las cosas con calma.

Por eso, se levantó más temprano que los demás y con sigilo de que nadie la viera salió a las afuera en busca de suplementos que la ayudaran en el viaje que planeaba hacer.

Lo primero que hizo, fué pasar por una tienda donde vendían accesorios celulares y haciendo el mismo procedimiento que hizo en la tienda con la mujer, pagó a través de una transferencia comprandose un nuevo celular.

Más que feliz había salido de allí.

Tenía suficiente dinero reunido en el banco para vivir un buen tiempo ella sola, aunque sabiendo las circunstancias, debía compartirlo con los demás.

Ya que Sam, durante lo que llevaba de vida siempre le había gustado reunir desde muy niña, nunca gastaba su dinero en cosas sin importancias y cuando sus padres de chica le daban para la merienda de la escuela ella preferia guardarlo que gastarlo.

Cuando cumplió la mayoría de edad decidió abrirse una cuenta en el banco para guardar todo el dinero que durante años guardó, y cuando decidió por fín irse de casa, compró un pequeño apartamento en la ciudad y empezó a trabajar, en la universidad le habían dado una beca ayudandola mucho más con los simples gastos que tenía, donde estos incluían simplemente pagar los servicios del apartamento, sus compras mensuales y pagar uno que otros trabajos de la Uni, el resto de su pago mensual del trabajo coinsistía en depositarlo al banco.

Sam siempre había sido la típica chica introvertida que preferia pasar sus fines de semana en casa durmiendo o leyendo sus libros favoritos con una buena taza de café en vez de salir de fiestas.

Y sí, agradecia enormemente ser así porque de lo contrario, de ser alguien diferente, no tuviera ni un centavo en su cuenta con que vivir.

Después de haber salido del centro de la tienda, súper emocionada por haber logrado lo que tanto quería camino directo hacia una cafetería donde se sentó a disfrutar de un delicioso desayuno matutino. Sam se sentía como si eso no hubiese ocurrido desde hace añales, por lo tanto, intentó disfrutar de ese pedacito de tiempo para ella sola aclarando sus ideas y pensando muy detenidamente en cuál sería su siguiente paso con una humeante taza de café en sus manos y un sándwich.

Si bien era cierto que con la discusión que había mantenido con el felino el día anterior antes de llegar al pueblo, la mayoría de los fallos se habían ido, solo unos pocos optaron por seguir adelante con ella y entre esos 309 y sus seis Machos y otros tantos.

Entre tanta pensadera la idea que llevaba hace unos días rondando por su mente volvió hacer aparición y la hizo sonreír tanto que sus mejillas se colorearon.

Pero antes de ejecutarla, Sam sabía que debía hacerles un cambio a todos, Suspiró muy hondo terminando el último sorbo de su café y los últimos mordiscos de su sándwich, se levantó dispuesta a buscar a los demás.

Al salir de la cafetería iba caminando lo más tranquila cuando de repente su vista se posó en una tienda de ropa, ingresó en esta feliz comprando mucha ropa para todos,  Sam estaba contenta de poder gastar su dinero en alguien más. En esta mañana se sentía radiante, se sentía feliz, se sentía emocionada, sentía que la vida no podía ser mejor, al fin había salido de su infierno Y trataría de aprovechar todo lo que le quedaba al máximo.

Experimento 310.Where stories live. Discover now