Capítulo 34

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—¿Que mierda haces aquí?

Los ojos rojos de Red la veían furiosos, podía sentir su calido aliento cerca de su boca mientras las manos en su cuello apretaban más haciendola jadear, Sam se perdió por un momento al tenerlo tan cerca respirando el mismo aire que ella, tocando su cuello de manera posesiva pero con la presión suficiente sin llegar a lastimarla.

Habían sido días demasiados largos sin su presencia, noches donde no podía dormir sin dejar de pensarlo sintiendo el vacío en ella de tenerlo lejos, con la preocupación bailando en su mente y la angustia brillando.

—Yo... Yo.. logré escapar. — Las palabras le salieron entrecortadas y el ceño del felino se frunció en confusión.

—¿Sin mí? — Se alejó un poco liberandola de su agarre — Pensabas hacerlo sin mí - Esta vez sonó más como una aclaración que como una pregunta, Red se sentía extraño, estaba enojado y cansado fisicamente pero al escuchar que la hembra había logrado escapar sin su ayuda le hacía sentir algo más extraño.

Sam salió de su aturdimiento moviendo la cabeza para espabilarse.

—¿Qué? Oh no, no, no. Te estaba buscando, debemos irnos por favor, esa mujer está planeando cosas horribles contra nosotros y hay más, yo los ví, hay más como tú...

—¿Que dices?

A Sam no le dió tiempo de responder cuando una presencia enorme se cirnió sobre ellos rugiendo, Inmediatamente Red se giró y colocó a Sam a sus espaldas cubriendola con su cuerpo.

Un nuevo rugido se volvió a escuchar y todo el cuerpo de Sam se estremeció, estaba en medio de una contienda entre dos enormes bestias y su cuerpo temblaba de miedo, el macho frente a ella era grande, muchísimo más grande que Red y con más músculos de lo normal, su mirada era toda negra sin saber donde estaba la pupila y donde se encontraba el Iris, no había diferencia.

Mostraba sus dientes, cada uno de ellos puntiagudos y con filo, sus manos se cargaban unas garras impresionantes y su cuerpo lleno de grandes heridas no lo hacían ni siquiera tambalear.

Red se posicionó en ataque listo para proteger a su hembra de lo que fuera necesario.

—Comparte un poco de carne fresca de la pequeña humanita que tienes atrás — La sonrisa de este era ciniestra y su voz sonaba demasiado distorsionada, Sam gritó justo en el momento en que vió a Red saltarle encima, enseguida una lucha de garras y colmillos se desató frente a sus ojos, la sangre brotaba de sus cuerpos y Sam no sabía quién de los dos estaba más herido, su cuerpo se estrelló en el piso lleno de tierra y se encogió cubriendo sus piernas con sus brazos.

Una pelea sangrienta se estaba desarrollando frente a sus ojos y ella no había visto tanta sangre en su vida, a pesar de todo no podía dejar de verlos y su corazón se encogió cuando escuchó un grito parecido más a un chillido de dolor, Red tenía su mandíbula enterrada en el brazo izquierdo del macho pero este enseguida se liberó al lanzarle un fuerte golpe con su brazo libre, Red estaba demasiado agotado y poco a poco sus fuerzas se iban acabando, el macho frente a él ahora es que tenía energía y fuerza sin darle tiempo a respirar, Red sabía que este macho había sido criado y desarrollado para ser una máquina asesina.

Sus piernas estaban perdiendo fuerza y sus brazos igual, el macho en un descuido le saltó encima hasta tenerlo acorralado debajo de él, Red intentaba safarse pero el macho descontrolado intentaba clavarle los colmillos en el cuello, mientras Red luchaba podía escuchar los gritos de Sam atrás de él, no tenía tiempo de hacerle caso, no mientras luchaba por su vida, y ni siquiera entendía lo que la humana le decía.

Red cada segundo que pasaba sentía que no podía seguir luchando, eso lo estaba llenando de ira porque tenía que proteger a su hembra. Pero su cuerpo ya no le respondía y sus brazos que intentaban alejar la quijada del macho para que no lo mordiera se sentían más pesado, su respiración le fallaba y su pecho se oprimía.

Llevaba horas encerrado en ese sitio peleando, demasiado tiempo para él que no tenía descanso, el macho estaba totalmente ciegado y sediento de sangre.

Red al principio intentó persuadirlo pero cada ves más se ponía más agresivo, hasta el punto que no le tocó de otra que luchar al ver como casi le arranca una pierna.

Red abrió los ojos asutado cuando vió que el macho había logrado encajarle los dientes puntiagudos en el hombro derecho, un rugido seguido de un gemido de dolor se escapó de sus labios, era la primera vez que en su misera vida había sentido miedo y el único pensamiento que cruzó por su cabeza era la imágen de Sam aterrada viéndolo morir.

No.

Debía luchar más.

Esto no debía terminar así.

Pero ninguna estremidad de su cuerpo obedecía a sus ordenes, la última imágen que pudo presenciar antes de caer en la oscuridad fué a Sam de pie atrás del macho dejando caer sobre su cabeza una enorme piedra.

Sam abrió los ojos sorprendida de lo que había hecho, se tapó la boca con las manos al darse cuenta que el macho que antes estaba sobre el felino ahora la miraba fijamente.

La verdad es que actuó por impulso, sintió miedo cuando vió como la enorme bestia estaba sobre Red y buscaba de morderlo, se sintió en desesperación y creyó que tenía que ayudarlo, por eso buscó a su alrededor hasta dar con la piedra que golpeó su cabeza, pero llegó demasiado tarde porque ya el macho había clavado sus colmillos en la piel del felino.

Quería ayudar a Red pero no podía.

El macho sin darle tregua se apresuró a levantarse para caminar a pasos lentos hacía a ella.

Se sentía diminuta, se sentía como una hormiga que podía ser aplastada en cualquier momento, ella era la presa y el depredador se la iba a comer viva, de eso estaba segura.

Sam retrocedía queriendo correr por su vida, sin embargo no había mucho que hacer cuando los nervios y el miedo la controlaban.

La piedra que había agarrado era grande y pesada, incluso a ella misma le había costado muchísimo poder levantarla.

¿Como es que seguía de pié?

No lo entendía pero lo que sí entendía era que tenía que echar a correr antes de ser devorada.

No había escapado para esto, quería su libertad y no se rendiría a ser comida para bestias.

Sam comenzó a correr sintiendo sus pies tropezar con cada cosa que se le atravesara.

Tanto era el pánico en sus ojos que se reflejaba en sus acciones, se movía con torpeza llevándose todo a su paso.

Podía sentir al gigante detrás de ella y los rugidos le ponían los vellos de punta, en una de las tantas ramas que habían en el piso su tobillo se dobló haciéndola gritar en el acto.

Cayó a la tierra dándose de bruces en la frente y apoyó sus manos para girarse y enfrentarse a su muerte, tenía al gigante prácticamente encima suyo, intentó cubrirse con los brazos pero sólo sintió el momento en que las garras del macho se enterraban en la piel de su cara.

..................

Fin.

Naah mentira mis amores lindos, ¿como creen que los voy a dejar así? Aún falta mucho para que esta historia culmine. 🤭

Déjenme sus opiniones en los comentarios para saber cómo procederemos a partir de ahora bebeses.

Se les quiere, nos vemos en el próximo 😉

Experimento 310.Where stories live. Discover now