Capítulo 18

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2 días después se encontraban los dos en el piso, Sam sentada en posición de Indio y 310 recostado sobre sus piernas ronroneando con las caricias que esta le proporcionaba.

En esos días habían agarrado más confianza, conversaban más y Sam le contaba como era el verdadero mundo de afuera con la esperanza de que algún día el felino lo conociera.

Sam había perdido la cuenta de cuántos días ya llevaba allí, el tiempo con 310 pasaba rápido, también se dió cuenta que su inteligencia cada vez era mayor, aprendía demasiado y recordaba las cosas sin dificultad.

También en esos dos días nadie había ido a molestarlos, simplemente le llevaban comida 2 veces al día y siempre coincistia en lo mismo, Sam ya estaba aburrida de ver las mismas cuatro pareces pero era mejor eso a tener que sufrir y ver al felino someterse a pruebas.

—Sabes, cuando salgamos de aquí te llevaré a comer helados, te prometo que será lo más rico que probaras en tu vida, el de Coco es el mejor.

Decía Sam con entusiasmo, Deseaba salir pronto de ahí, pero ahora no sólo quería salir si no también quería liberarlo a él.

310 admiraba todo lo que venía de su humana, y sentía curiosidad por el mundo que ella le contaba, sonreía cuando ella lo hacía y su corazón dolía cuando ella estaba triste y se enfurecia cuando ella se enojaba.

Estaban muy conectados, sin saber porqué ambos podían sentir lo que el otro sentía y ese sentimiento iba incrementando con cada segundo que compartían.

310 ya sentía que su mundo giraba entorno al de ella y Sam sentía que no volvería a ser la misma después del Felino.

Ambos se complementaban, él era como un día lluvioso y tormentoso lleno de caos y ella era la calma, la vida y la esperanza después de la tormenta.

Él era fuerte y rudo para ella y ella era dulce y suave para él.

Él era la oscuridad y ella la luz.

Él era el gruñon y malhumorado y ella era sonrisas y positividad.

Si, eran polos opuestos que se atraían y eso era una locura para ellos que ya sentían que no podían vivir sin el otro.

Se miraron y Sam le sonrió como siempre, 310 no podía dejar de mirar esos ojos verdes que lo hacían olvidar todo, y suspirando levantó la mano para acariciar el suave rostro que tenía su hembra.

—¿Por qué te cortaron el cabello? —Preguntó Sam curiosa mientras lo seguía acariciando.

—No lo sé, no estaba consiente. Supongo que fué como una especie de castigo.

—¿Castigo por qué?

—Porque recuerda que intente matar a la humana malvada.

Sam soltó una pequeña carcajada por el apodo del felino al referirse a la rubia.

—¿Por qué la llamas así?

—¿Y a caso no es malvada?

—Si pero... — Sam lo pensó, ¿que debía decirle?  —  Si es mala, solo qué... No sé olvídalo.

310 sonrió, aquellas mejillas que tanto le gustaban estaban volviendo a colorar y su piel tenía más color cuando el rojo la adornaba.

—¿Como esta tu espalda hoy? — Preguntó el felino.

Cada día le hacía el mismo procedimiento de limpiarlas y poco a poco iban sanando, ya no se veían tan mal como el primer día y eso le gustaba porque era un avance, ya que los humanos sanaban más lentos.

Experimento 310.Where stories live. Discover now