Capítulo 49

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El felino decidió confiar en ella y no hacer más preguntas, aunque estaba nervioso cuando se había levantado decidió callar para no arruinar nada.

Todos se habían dirigido a la habitación principal aunque esta se viera pequeña pues su espacio era opacado por las grandes masas de músculos que allí habían, Sam pidió desayuno a domicilio para todos pero este desayuno no era como cualquier otro, este desayuno consistía en mucha mucha carne para todos porque sabía que a los fallos le encantaba la carne.

Después de verlos a todos devorar los platos comenzó con su misión, uno a uno los introdujo a la ducha y uno a uno se fueron duchando siguiendo las intrucciones de ella, mientras que uno salía lo iba vistiendo mientras que otro entraba al baño, ninguno comprendía lo que esta humana quería hacerles pero tampoco se atrevían a llevarle la contraria, Así que seguían sus ordenes tal cual como ella lo decía, al pie de la letra, pero todos los presentes la miraban curiosos sin comprender su extraño comportamiento.

Sam se sentía muy emocionada por esto, se sentía como una diseñadora de moda vistiendo a sus modelos.

Los fallos se dejaron hacer y deshacer a su manera, miraban como la humana saltaba y brincaba cuando conseguía que algo les quedara y gritaba y aplaudía cuando veía lo bien que iban quedando, cantaba y bailaba, todo lo que ella hacía era nuevo para ellos la actitud, los movimientos, su manera de hablar, de sonreír ante cualquier circunstancia. Sam llamaba la atención a donde fuera que iba, se diferenciaba del resto por ser una chica llena de energía.

 Y una vez que todos estuvieron listos Sam sonrío y los felicitó pero fue a 309 quién se digno a hablar.

—Quieres que no llamemos la atención Pero cómo se supone que no la llamaremos si nos viste así — Sam la miró Y con la voz más dulce que podía tener le dijo.

—No, así vestidos parecen normales, se ven como uno más de nosotros, parecen más humanos. — 309 se cruzó de brazos y volvió a replicar.

—No queremos ser normales, tampoco queremos parecernos a uno de ustedes.

Sam bufó pero en ningún momento apartó la mirada de ella y sin dejar su sonrisa le preguntó.

—¿Por qué cuestionas todo lo que hago o todo lo que digo? si no confías en mí ¿Qué haces aquí?

309 optó por apartar la mirada y ver a otra parte, se sentía estúpida, nada tenía sentido, Pero los machos querían estar con ella así que 309 no podía oponerse.

Miró su reflejo en el espejo y admitía que aunque no le gustara, la humana tenía razón, vestida con un simple pantalón chándal negro y un suéter rosa se veía diferente, se veía.... Suponía que... 

¿Normal? como decía la humana.

 Sam había recogido su cabello en una coleta y en sus pies adornaban una especie de... unas cosas que no sabía que era pero que notó que los humanos llevaba mucho y le agradaba, muy en el fondo de ella le agradaba, soltó una sonrisa de lado pero prefirió no decir nada para seguir colmándole la paciencia a la humana, era divertido debía admitirlo, verla enojar.

 Pero este día había sido diferente, no la había hecho enojar, más bien fué como que si su comentario no le hubiese afectado para nada.

¿Que le ocurría hoy a la humana?

A diferencia del resto, Red estaba sentado en un rincón admirando como su humana pavoneaba esas caderas al compaz de una melodia extraña que soltaba de sus labios, no podía dejar de verla, se sentía demasiado atraido hacia la hembra que le insinuaba a tener pensamientos pecaminosos sobre esas caderas moviendose.

Experimento 310.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora