Capítulo 32

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Sam inmediatamente después de escuchar aquella voz que le puso todos los vellos del cuerpo de punta comenzó a correr.

Echó a correr sintiendo los pasos apresurados detrás de ella que la seguían, no quería luchar, sabía que sí lo hacía no tenía oportunidad de salir viva de ahí.

Por eso, la mejor opción era correr y escapar del hombre buscando una salida desesperada con la mirada.

Cruzó pasillos y pasillos sin saber por donde ir en realidad, probaba cada puerta que veía buscando esconderse, vió una luz al final que salía debajo de una puerta y se apresuró a ir hacía allá, primero comprobó por la pequeña ventanita que había a un lado que no hubiera nadie dentro.

Giró su mirada detrás de ella viendo si el hombre seguía persiguiendola pero no vió a nadie, aunque lo único que se escuchaban eran sus pasos cercas, entonces sabía que la persecución no se había detenido.

Abrió la puerta cerrandola al instante y recostandose en esta para evitar que la encontraran.

Se tapó la boca con las manos aguantando la respiración acelarada y calmando su descontrolado corazón.

Sintió los pasos del hombre seguir de largo y soltó un suspiro de alivio, su mirada se aclaró viendo a su alrededor.

¿Donde estaba?

Parecía otro pasillo pero este tenía celdas a los lados.

Su ceño se frunció y después de un rato, teniendo en cuenta que todo se había calmado se levantó, caminando con pasos indecisos hacía delante.

Pero unos fuertes gruñidos la detuvieron, se escuchaban como perros rabiosos a punto de entrar en la pelea.

La tensión se sentía demasiado pesado, el ambiente estaba cargado de presión y un miedo de pronto la invadió sintiendo el escalofrío en toda su espina dorsal.

Sintiendose valiente, camino a pasos lentos sin hacerle caso a sus nervios.

Pasó por la primera celda que estaba vacía y la del frente también.

La segunda le quitó la respiración, viendo a un hombre completamente desnudo con sus rasgos completamente salvajes que le mostraba los dientes, sus ojos negros profundos y una gran cicatriz cruzaba toda su cara.

Era muchos más grande que 310 y el peligro gritaba en su mente.

De pronto, el canino saltó hacía delante buscando de atacarla imprevisto y Sam saltó hacía atrás cayendo al suelo y pegándose a la reja de la celda del frente.

El pánico la invadió en segundos perdiendo su pensamientos en tantas cosas.

Pero su cuerpo se congeló al sentir en su oído los gruñidos de otro más.

Lentamente giró la cabeza encontrándose de frente, con otro hombre arrodillado con la cara totalmente quemada, estaba tan cerca que si levantaba la mano podía tocarlo.

Sam comenzó a imperventilar sintiendo que estaba perdiendo todo su autocontrol, las manos le temblaban y su cuerpo comenzó a sudar.

Se levantó tambaleándose para seguir caminando, su mirada más allá indicaba que habían más celdas y que casi todas estaban ocupadas.

Continuó moviéndose a la siguiente donde siguió encontrándose con más como el felino.

La curiosidad por saber podía más que el aterrador miedo que sentía en sus entrañas.

Se detuvo en una celda donde había un macho totalmente lleno de pelos, parecído a un primate.

Giró sobre su cuerpo fijandose en la celda del frente, su vista se nubló cuando en la esa celda que era ya la última se encontró con lo que nunca pensó encontrar.

Experimento 310.Место, где живут истории. Откройте их для себя