Capítulo 35

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Minjeong

Todo el pueblo se reunió para honrar a Jimin Yu.

La gente de Pelión, jóvenes y mayores, se unieron para mostrar su apoyo a la mujer que había sido una parte tranquila de su comunidad desde el día de su nacimiento. Su herida silenciosa, su aislamiento inadvertido, ahora entendido por todos. Su gran corazón y su acto de valentía habían llevado a cerrar las tiendas y habían obligado a salir a los que rara vez abandonaban sus casas para unirse al resto de ciudadanos en la mayor muestra de apoyo que se hubiera visto nunca en la historia del pueblo. Una pequeña y silenciosa estrella, que siempre había permanecido apartada, que apenas había sido percibida, brillaba ahora con tanta intensidad que todos se habían detenido a contemplar su luz para, por fin, abrir los ojos y darle la bienvenida como parte de su constelación.

Escuché una y otra vez que nuestra historia, la que era de Jimin y mía, hizo que la gente quisiera ser mejor, llegar a los que nadie veía, ser amigable con los demás y estar más cercanos a ellos, reconociendo su dolor e intentando hacer algo al respecto si podían.

Aquel frío día de febrero entré del brazo de Maggie y Norm y nos sentamos mientras la gente nos sonreía con amabilidad, saludándonos con la cabeza. Devolví las sonrisas; ahora, esa era también mi comunidad. Yo formaba parte de la constelación.

Fuera, había comenzado a llover y los truenos resonaban en la distancia. Aunque no tenía miedo. 'Cuando haya una tormenta pensaré en ti y solo en ti', le dije a Jimin.

Y siempre lo hice.

Siempre.

Jimin se había ausentado una vez durante tres largos meses en los que la extrañe desesperadamente. Esta vez se había ido de mí por tres interminables semanas antes de regresar. Estaba en un estado de coma profundo, y los médicos no supieron decirme cuándo pensaban que despertaría, ni si llegaría a hacerlo. Pero esperé. Siempre la esperaría. Y recé y susurré al cielo cada noche 'Regresa a mí, regresa a mí, regresa a mí'.

En otro día lluvioso a fines de enero, justo cuando el trueno estallaba y los relámpagos destellaban en su habitación del hospital, abrió los ojos y me miró. Mi propio corazón retumbaba en mis oídos, más fuerte que el que estaba fuera de la ventana, salté de la silla en la que había estado sentada y corrí a su lado: "Has vuelto".

Tomé sus manos y las llevé a mis labios, besándolas una y otra vez, mis lágrimas caían sobre sus dedos, sus nudillos, esas manos hermosas que sostenían todo un lenguaje, que me permitían saber lo que había en su mente y en su corazón.

Me encantaron esas manos.

La amo.

Mis lágrimas continuaron cayendo.

Me miró durante varios minutos antes de apartar sus manos de las mías y hacer señas lentamente, moviendo los dedos con rigidez, estoy de vuelta por ti.

Me reí con un grito estrangulado, apoyé la cabeza en su pecho y la abracé con fuerza mientras las enfermeras entraban a toda prisa en la habitación.

Y ahora, todo el pueblo esperaba mientras Jimin caminaba hacia el podio, todavía rígida por los vendajes que rodeaban su torso y las cirugías que había tenido para reparar sus órganos internos.

Miré alrededor una vez más.

Kai estaba parado en la parte trasera de la habitación, todavía con el uniforme. Lo miré a los ojos y asentí con la cabeza. Él asintió y sonrió levemente. Todavía no estaba segura de cómo me sentía acerca de Kai, pero se merecía mi respeto por su propio acto de heroísmo ese horrible día.

Recientemente había salido a la luz que el hombre que me había encontrado ese día, Jeffrey Perkins, se volvió adicto a la heroína y había sido aislado de su familia. Se había presentado en nuestra tienda familiar esa noche y necesitaba dinero y una dosis.

La voz de Jimin - Winrina/Jiminjeong G!PWhere stories live. Discover now