Luz de luna [2]

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Luz de luna.

Luz de luna

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Creo que desde hace un tiempo no me sentía tan feliz. Ayer fue el concurso de baile y dudo que en algún momento pueda superarlo. Constantemente recargo la página a ver si ya han puesto a los seis ganadores.

Me siento ansiosa, ¿cómo no hacerlo? Estoy a punto de conocer si quedé en uno de los mejores concursos de música general en Tenerife, eso me haría feliz y completa.

Pero si no quedo está bien, tenía cuatro años sin bailar gracias a la universidad y he perdido mucha técnica en todo este tiempo, ahora solo soy una la mitad de lo que era antes, pero me conformo, al menos no perdí todo lo que he aprendido a lo largo de los años.

Vuelvo a recargar la página y aún no hay nada. Abrumada me levanto de la silla y me dirijo a la cocina para buscar algo que comer, al final tomo una mandarina y me devuelvo hasta mi escritorio para volver a recargar la página.

Ya los han puesto.

Mis manos tiemblan y aún así decido tener fuerza de voluntad y obligarme a mirar lo resultados, en los primeros tres no estoy, pero noto algo.

Milan si ha quedado.

Prometí no sentirme mal, pero es imposible no hacerlo, aferrada a la esperanza me dirijo hasta los otros tres participantes y no puedo evitar soltar un suspiro de alivio al ver mi rostro ahí.

¡Que lo he logrado!

Sonrío sin poder creérmelo y entro en un estado de shock en el que no asimilo que he quedado en Musical Challenge. A pesar de todo con esto me demuestro que soy capaz de mucho más haciendo lo que más amo.

Porque no importa el tiempo, sé que esto es para mí.

Una llamada en mi móvil se lleva toda mi atención, nuevamente es Venecia, sin pensarlo cojo la llamada preparada para escuchar sus gritos de emoción, y no me equivoco, casi me deja sorda.

—¡Felicidades, felicidades, felicidades!—exclama con euforia y no evito la carcajada de felicidad.

¿Esto es estar viva? Porque si es así, me encanta.

—Jamás pensé que podría lograr esto—admito consternada.

—Pues ya ves que si pudiste. En fin, ¿puedes venir la tienda? Justo hoy llegaron las gomitas de fresa que tanto te gustan y no creo que duren mucho aquí.

Sin pensarlo tomo las llaves de la residencia, no voy a perder la oportunidad de comer mi dulce preferido.

—Voy para allá.

Cuelgo la llamada y tomo mis audífonos para escuchar música en el camino, no es muy entretenido caminar por las calles de Tenerife sin compañía. Las personas suelen estar metidas entre sus asuntos y no hay ningún entretenimiento que no sea ver las playas.

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