¿Tía Ada? [21]

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¿Tía Ada?

¿Tía Ada?

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Arrastro las maletas como puedo porque me negué a aceptar ayuda de Milan y Ryan creyendo fielmente que con mi fuerza de pollito podría con ellas.

En sí, una de ellas es solo mía, con ropa y cosas de uso personal, la otra son regalos que probablemente tendré que regalar a personas que no conozca si mi familia me hecha de la casa.

Muy probablemente eso será lo que va a pasar.

Tengo un montón de sentimientos en mi pecho; desde miedo hasta tristeza por tener que dejar a Milan, Ryan y Venecia acá, me doy ánimos ya que solo serán cuatro días. Y lo más probable es que todo eso pase rápido.

—Ya no quiero irme—lloriqueo como niña pequeña aferrándome al torso delgado de Milan.

—Todo irá bien, princesa—intenta animarme—. Aquí estaré, esperándote con los brazos abiertos.

—Te voy a extrañar mucho, y te prometo que comeré muchos turrones pensando en ti.

Él niega con diversión y le doy un corto beso aprovechando que Ryan y Venecia fueron a comprar una gaseosa.

—Lo de anoche fue... fascinante.

—Y maravilloso—completo yo.

Mis amigos vuelven y me separo de Milan para abrazarlos a ellos también, probablemente estoy siendo un poco dramática con todo el asunto, porque he pasado mucho más días sin ver a Milan. Pero esta vez es diferente porque hay más unión entre nosotros y no quiero separarme de él.

Lamentablemente por los altavoces anuncian que mi vuelo ya está completamente listo y en un suspiro me despido de mis amigos.

—Disfruta mucho, preciosa—asiento y me separo de Ryan para seguir con Vene.

—Te amo, hermana—dice ella en un susurro.

—También te amo, Vene, perdóname por todo.

—Ya olvídalo, boba.

Le doy una última sonrisa y giro hasta Milan quien hace un puchero tierno con sus labios, me acerco a él un poco afligida y escondo la cabeza en su pecho.

—Te amo, mi princesa.

—También te amo. Y te llamaré en cuanto llegue.

Me despido un momento más y apresuro a llegar al avión porque lo último que me falta es perder el vuelo. No puedo permitirme eso, Milan pagó un puesto en primera clase y eso debió haber costado mucho dinero.

Todo es hermoso, busco mi puesto el cual tiene una perfecta vista hacia los cielos y unos minutos después la azafata me ofrece mucha comida la cual a duras penas rechazo, ya que los nervios hacen que mi estómago se cierre.

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