Ritmo, notas, arte, música. Sonidos que hacen que delires, que te hacen sentir un completo viaje a otro universo cuando escuchas las canciones que hacen ese clic en ti.
No importa el momento, la ocasión o la situación en la que te encuentres. Cuando...
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La cabellera negra azabache de mi amiga aparece en mi campo de visión y sonrío al ver que viene justo hacia mí.
Con algo de suerte hoy he amanecido con buen humor, a pesar de que no dormí nada para entregar mi trabajo, pero me he llevado la nota máxima y eso me mantiene animada.
Mi amiga se sienta junto a mí y deja un sonoro beso en mi mejilla, hago una mueca para molestarla y a cambio recibo un fuerte golpe en mi brazo.
—¿Entonces...?—comienzo a hablar inocentemente porque tengo muy claro a lo que quiero llegar.
—¿Qué?—de pronto Venecia se encuentra muy seria, prestando atención a mis palabras, eso me asusta.
—Ryan y tú...
—Joder, él tenía razón—se lamenta y pasa las manos por su cara con cansancio.
—¿De qué hablas?
—Dijo que malinterpretarías todo y no le creí.
—Sigo sin entender—frunzo el ceño intentando encontrar una explicación lógica, pero no lo consigo.
—A ver—ella parece canalizar con su mente y tras unos segundos de silencio suelta un suspiro—. ¿Qué es lo que está pasando por esa cabecita tuya?
—Se gustan, ¿no es así?
Ella suelta una risa seca, amarga, como si le repugnara la idea de que eso pasara realmente.
—Ay Adaia... Él está buenísimo y volver a tener un latino en mi vida desató cosas prohibidas en mí, no lo niego, esa fue toda mi sorpresa cuando lo vi por primera vez.
»Y la realidad es que semanas después nos comenzamos a ver por las calles y a platicar. Él se enteró que me gusta alguien, solo que no puedo tener nada con esa persona porque sería una perra y me ha estado dando consejos al respecto.
—¡¿Te gusta alguien?!—exclamo con una mezcla de sorpresa y desconcierto.
—¿Solo eso te quedó de todo lo que dije, Adaia?
—Venecia, ¿cómo quieres que reaccione? Eres mi mejor amiga y decides contarle esto a un chico que a penas conoces en vez de a mí. ¿No soy lo suficientemente buena para darte un consejo?
—No es eso, Adaia, solo que...
—No puedo creer que Ryan no me haya contado—murmuró frustrada mientras niego con la cabeza.
—Él no sabe quien es. Y no tiene caso, porque no va a pasar nada entre él y yo.
—¿Por qué no me lo habías dicho?
—Es mi vida, Adaia, no puedes pensar que todo lo que hago te lo voy a contar, porque tú eres solo una amiga. Nadie más.
Sus palabras caen en mí como un balde de agua fría, la miro sin poder creerme que esas palabras tan frías salgan de ella.
