Capítulo final [30]

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Vuela como un hada.

Vuela como un hada

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Milan y yo esperamos pacientemente en la sala de su casa la llegada de Ryan y su supuesta novia.

Después de casi rogarle diciendo que quería conocer a mi cuñada accedió si no me comportaba como una psicópata. Lo que él no sabe es que dejé de comportarme así desde que llegué a Tenerife.

Los años sin verme le afectaron un poco, o tal vez creía que jamás iba a madurar.

Pero sí, aquí estamos mi novio y yo acurrucados en el sofá mirando la televisión. El timbre de su casa suena y entro en pánico, lo obligo a ordenar la sala mientras yo me dirijo a la puerta para abrirles.

Sin embargo, me encuentro con el rostro de Agust.

—Adaia...

Antes de que pueda seguir hablando le cierro la puerta en la cara y vuelvo al salón con el corazón acelerado, Milan me mira extrañado, conozco esa expresión y estoy segura de que comenzará a preguntar.

—¿Qué pasa, princesa? ¿No eran ellos?

—No... era el mensajero—miento descaradamente.

—¿A esta hora?—asiento y él frunce el ceño—. Que raro.

Agradezco que no le de más vueltas al asunto y suelto un soplido porque esto es intenso e incómodo. El hecho de que el ex ligue de mi mejor amiga me esté acosando no es el mejor sentimiento del mundo. De hecho me causa... miedo.

Y sí. Mejor amiga porque lo sigue siendo.

El timbre vuelve a sonar y esta vez le digo a Milan que vaya él, por si vuelve a ser Agust, con suerte, a los minutos entra a la sala acompañado de mi mejor amigo y una chica.

Lo primero que noto su llamativo cabello crespo castaño. Es de tez blanca y aproximadamente de mi tamaño, no paso por alto lo hermosa que se ve y lo feliz que luce mi amigo a su lado.

Ryan acomoda sus lentes y se aclara la garganta un poco incómodo por la situación. En cambio la chica me dedica una sonrisa de oreja a oreja y se acerca hacia mí. Estoy casi segura de que va a darme la mano. Sin embargo siento sus brazos rodearme con fuerza y abro los ojos, sorprendida.

—¡Un gusto preciosa!—exclama una vez me suelta—. Mi nombre es Yorgelis, estoy encantada de conocerte.

Le devuelvo el saludo y ella comienza a parlotear animadamente sorprendido a todos los que estamos acá. Incluso Ryan parece sorprendido.

—Ella también viajará con nosotros, preciosa.

Ante la mención de los viajes mi cuerpo se tensa notoriamente y lucho por mantener mi actitud tranquila, le regalo una sonrisa forzada y finjo emoción.

MuéveteWhere stories live. Discover now