El destino. [16]

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El destino.

—Soy el puto amo–exclama Ryan una vez nos ve llegar nuevamente—Alaben a su rey, perros

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—Soy el puto amo–exclama Ryan una vez nos ve llegar nuevamente—Alaben a su rey, perros.

—¿Qué pasa?—Venecia sale del lugar pareciendo desorientada.

—Conseguí otra carpa, ya no vamos a tener que dormir como sardinas enlatadas.

—¿Sardinas enlatadas?—Milan frunce el ceño y mira al moreno como si estuviera loco.

—¿De dónde vienes? ¿Marte? Como sea, busca tus cosas rubio teñido, pijamada de hombres.

—¡No soy rubio teñido! Es mi cabello natural.

—Ay sí—pongo los ojos en blanco—. Machos pechos peludos, hombros tatuados, bicicleta sin rueditas.

Ahora si Milan parece que va a enloquecer, en cambio Venecia y Ryan ríen a carcajadas porque ellos si lo entienden. Es un dicho que solíamos decir de pequeños en mi país cuando alguien hacía cualquier comentario machista.

—Esa estuvo buena, amiga.

Sonrío al escuchar a Venecia llamarme de esa forma, y limpiar una lágrima que baja por su mejilla debido a la risa.

—Vale, como sea. Voy a buscar las cosas.

—No hace falta—interrumpe mi amiga—. Yo dormiré contigo, Ryan, déjalos a ellos acá.

Instintivamente giro mi rostro hacia ella y levanto mis cejas horrorizadas, en cambio Venecia me guiña un ojo y gesticula un "conquístalo perra" sin emitir sonido alguno a lo que yo lucho por no sonrojarme.

—A mí me parece genial la idea—miro a Milan y él me sonríe pícaramente.

Es aquí cuando recuerdo el movimiento de sus labios cálidos sobre los míos y las sensaciones en mi pecho vuelven a florecer, me jode tener que limitarme y no poder besarlo cuando yo quiera.

—Bueno—carraspeo para que mi voz no se escuche extraña—. Vamos a prender la fogata y luego iremos a dormir.

—Ah sí, sobre eso. Intercambié la leña por la carpa, ya no hay fogata.

Entrecierro los ojos y niego con la cabeza como una señora a punto de reprender a su hijo, pero no digo nada. Venecia se pone a su lado y le da un golpe de palma abierta por la cabeza, el moreno se queja.

—¡Auch! ¡Eso dolió!

—Por cabezota—susurra antes de perderse a buscar sus cosas.

Y unos minutos después los dos estamos dentro de la tela silenciosa que nos cubre gracias al protector de ruido, cada uno en un extremo sin dejar de mirarnos, pensé que esta situación sería incómoda, pero no lo es y eso me sorprende.

—¿Quieres que ponga música?—me pregunta y no dudo en asentir.

Él busca en su móvil y me sorprendo al escuchar una melodía tan suave que me tienta cerrar los ojos, reconozco la canción como Lovely de Billie Eilish (feat Khalid)

MuéveteWhere stories live. Discover now