¿Confías en él? [25]

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¿Confías en él?



El tacón que adorna mi pie choca impacientemente con la cerámica del piso de mi casa y bufo sin remedio. No puedo creer que Milan me esté haciendo esto justo cuando cumplimos tres meses de relación.

Me veo por el reflejo que me brinda la ventana y casi lloro al ver que he gastado más de cuarenta minutos intentando arreglarme para él.

¿Y que pasa?

Me deja plantada.

Miro la hora en el reloj, el cual marca las siete de la noche, se suponía que iríamos a un restaurante a comer y después al cine, pero ya han pasado dos horas y él no llega. El cine ya debe de estar cerrado, y el restaurante debe de estar por cerrar.

Rendida me saco los tacones blancos y los tiro por algún lugar del salón y malhumorada me dirijo a la habitación de Ryan y toco la puerta con impaciencia, pero el imbécil tarda en responder, lo que me pone peor.

—¿Qué pasa preciosa?—me pregunta una vez se digan a abrir la puerta, seguro y estaba hablando con su novia o casi novia.

No sé, en este momento no me interesa.

—Milan me quedó mal—hago una mueca de disgusto y su mirada se suaviza de inmediato— Supongo que iré a dormir.

—No, no, no—se apresura a negar—. Pasa, vamos a hablar de eso.

No tengo ánimos para discutir así que resignada entro a la habitación pintada de blanco y con muy poca iluminación gracias a sus horribles gustos y me tiro el la cama para hacerme ovillo.

Tenía la ilusión de ver su felicidad hoy, cuando le diera su regalo.

—¿Lo había hecho antes?

—No—confieso con sinceridad—. No lo entiendo, ayer quedamos en que hoy, después de salir de su trabajo iríamos a comer y a ver una película. Pero ni siquiera recibí un mensaje de él en todo el día.

—¿Es una fecha especial?—vuelve a preguntar y no dudo en saber que voy a responderle cada una de sus preguntas para que pueda darme un consejo.

—Cumplimos tres meses—escondo mi cabeza en la almohada y cierro mis ojos.

—Mierda, ¿tan rápido?—asiento sin ganas y Ryan bufa—. Ya dramática, seguro se lo hizo tarde.

—¿Y si no?—inquiero y mi voz sale muy ansiosa.

—¿Confías en él?

—Confío en él, no en cualquier guisa que se le acerque.

—Vamos Adaia, tú lo conoces más que nadie, Milan jamás te haría algo así.

Tiene razón, ¿por qué tan solo me atrevo a dudar de eso?

Decido no decir nada y evadir el tema porque no quiero pensar en eso, al menos por ahora. Sé que él nunca me ha quedado mal y estos tres meses han sido lo más maravilloso que me pasó en la vida. Nos vemos cada que él puede y su horario lo permite, ya que los lunes tiene ensayos de canto y el resto de la semana trabaja con la fotografía.

Claro que siempre se escapa y terminamos juntos tres días a la semana como mínimo compartiendo y durmiendo abrazados como la pareja que somos.

—¿Entonces...?

—Nada Ryan—el sonido de mi voz se encapsula en la almohada pero sé que lo ha escuchado—. Esperar a que aparezca y me diga una razón buena para ni siquiera haber felicitado a su novia.

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