El magnífico bosque

16 4 3
                                    

—¿Has dormido bien, héroe Ash? —dijo a modo de buenos días, mi nuevo compañero.
—Sí, casi como si estuviese en casa —respondí, dando a entender que en ninguno de los dos casos dormía en absoluto.
Solo Maulo lo entendió, pero a Aiden le pareció gustar mi respuesta. Frente a nosotros ahora se divisaba un enorme, tremendo y gigante bosque, aparte de que cada uno de sus árboles subía a tal altura que era indescriptible. Secuoyas, lo sabía por el anterior videojuego al que jugué en el cual los escalaba. Ahora rezaba por no tener que hacerlo. Por suerte, no fue el caso. Aiden dio el primer paso con una sonrisa. Para empezar, era cuesta abajo por un barranco de un metro o así. Luego, seguía recto. Al bajar, me tendió la mano con esa misma sonrisa.
—Dame la mano, Ash. Yo te ayudo a bajar —dijo cerrando sus ojos.
—Gracias por la oferta, pero a mi familia le gusta dar muchos paseos por zonas rurales y campestres y ya más de una vez he tenido que bajar un barranco como este o mayor —dije dándome halagos a mí mismo.
Por lo que, después de decir eso, pegué un salto hacia el otro lado del barranco. De nuevo, he de decir que soy algo torpe. Sí, pisé mal con la última parte del pie y caí de cabeza hacia atrás. Maulo se salvó puesto que dio un salto al hombro de Aiden antes de que yo aterrizase en el suelo. Luego, hizo una sonrisilla hacia mí que no pude ver, pero sí notar. Me di, no solo con el suelo, sino también con la empuñadura de la espada en la cabeza, lo que hizo que el golpe y la risa de mi compañero fuesen el doble de grandes. El único que hizo un movimiento por mí fue Aiden, que soltó con delicadeza a su hija en el suelo para ir corriendo en mi ayuda.
—¿Te encuentras bien, Ash? —dijo rápidamente y con nervios, poniéndome una mano en frente —Te has debido de hacer daño después de esa caída.
—Aiden —dije serio mientras me levantaba con dolor justo en la parte de detrás de mi cabeza —Soy inútil.
—¡No eres inútil, mi héroe! Solo torpe y mentiroso por decirme lo de tu familia.
Ahora pareció una burla de su parte. En cambio, acepté su ayuda para levantarme. Me limpié las manchas que había dejado el barro en mi armadura y suspiré. Maulo decidió no moverse del hombro del músico en cambio.
—No sé por qué, pero el rompe oídos es menos torpe que tú y me inspira más confianza —dijo orgullosamente.
—Anda y que te den, Maulo —le respondí con los dientes apretados. Luego, subí la cabeza con dolor —¿Dónde estoy?
Para sacar el mapa debía de parecer un imbécil. Lo miré de arriba a abajo, pero no veía ninguna casa puesto que todavía no había explorado tal zona. En cambio, y por suerte, tenía un compañero que debía saber a dónde debíamos de ir. Y ese no era otro que el guitarrista, que ya tenía posicionadas sus manos en Rosa.
—Un día una mujer se acercó a esta pequeña casa, abriendo la puerta el brujo la vio y la trajo a modo invitada. El deseo pasó y este le concedió, con su humilde... Con su humilde... No recuerdo el resto —dijo rápidamente, deteniendo su canción al segundo mientras andábamos.
En verdad, Maulo y yo nos miramos. No cantaba mal, pero la letra era para taparse los oídos porque, aparte de mala, daba pena. Aun así, se refería al brujo, a quien buscábamos para sus pociones, así que, en teoría, era importante de un modo u otro. Me rasqué los ojos mientras notaba que la luz se desvanecía poco a poco. No era porque se estuviese haciendo tarde o algo así, sino que fue porque el bosque se oscurecía si te ibas metiendo. En cambio, no me dio tantísimo miedo como debía de darme puesto que estaba Aiden y él no había parado de hablar.
—¿Sabes qué ha pasado con Adeleide? —dijo de repente y fue lo que hizo que mirase.
—¿Adeleide? ¿Quién es Adeleide?
—¿Cómo que quién es? —me miró incluso sospechoso, pero prosiguió —Adeleide es nuestra princesa, la hermana pequeña de Allen. Con el nuevo régimen, no puedo ni imaginarme qué le habrá pasado. Ella siempre es tan dulce, tan tierna, tan guapa... ¡Digo! Me preocupa, en parte. Si le ha afectado la decisión de Allen, podría estar ahora mismo perdida sin saber qué hacer —hizo una diminuta pausa para mirarme con pena, pero siguió rápidamente —Podría haberla echado del castillo ya que ella no es nada parecida a su patético hermano gobernador. Ella es buena, nada que ver con el asqueroso de Allen. ¡Cómo le odio!
Decidió callarse la boca, lo que me dejó a mí un tiempo para pensar. Cada vez decía más nombres y yo estaba ya un poco, bastante perdido. Allen era el gobernador que había cambiado las clases sociales, pero también estaba ahora una tal princesa llamada Adeleide y que era su hermana. ¿Eso significaba que también tendría que ayudar en algo a esa chica? Tal y como la describía Aiden, parecía buena, pero a mí ya me estaba poniendo todo nervioso. Aun así, no estaba ahora para ponerme a pensar ya que un ruido nos llamó la atención a los tres. Venía de la derecha, del lado donde estaba Aiden. De nuevo, estaba tan oscuro por la cantidad de árboles que no sabía qué había ahí detrás, oculto en esas sombras. Traté de entrecerrar los ojos un poco, abrirlos otro poco, pero era incapaz de ver más allá. Tampoco pasó nada por no saberlo, puesto que lo iba a saber a los pocos segundos. Fue verme haciendo el payaso y de ahí salió una especie de lobo grisáceo, pero no era uno normal. Este tenía seis ojos y encima verdes, tenía solo colmillos en la boca y garras afiladas como cuchillos. Aparte de que, al abrir la boca, descubrí que tenía una lengua que se dividía en dos. Me horroricé, y eso que no fui el único, pero sí el primero en moverse.
—¿Qué demonios es eso...? —dije aterrado mientras buscaba mi espada como un verdadero héroe.
—Es un Canidre Lusex —respondió Aiden como si fuese cosa de todos los días ver a un lobo monstruoso —Es carnívoro, así que...
No hizo falta ni terminar la frase, agarré su intento de capa de la espalda y eché a correr. No me iba a hacer el valiente contra un lobo de dos lenguas y que encima era igual de grande que yo. Estaba claro que la aventura en el bosque no iba a ser lo más divertido para mí, seguramente estaba lleno de aquellos bichos. Y eso que casi me da un algo con solo aquel. No estaba preparado, lo sabía. Por eso, eché a correr por ahí con Aiden cogido hasta que decidió correr él también. Entre la oscuridad y los árboles, no sabía por donde debía de ir. Además de que nos estábamos desviando del camino para ver al brujo. Solo quería escapar de allí, en verdad. El lobo nos pisaba los talones casi, por lo que decidí subir una cuesta que había, la cual estaba hecha de piedra. En cambio, nada más poner el pie en ella, vi como salía algo de encima de esta. Era algo largo, naranja y puntiagudo. Subí la cabeza con horror para ver, en frente de mí justo, a una araña de unos dos metros que era naranja y tenía ojos rojos, contando sus colmillos que hicieron que me diese un escalofrío por todo el cuerpo.
—¡¿Qué demonios es eso?! —terminé gritando como pude —¡¿Por qué la araña mide más que mi espada?!
—¡Es una aranea lipudofíca! —dijo ahora el sabelotodo de mi compañero, antes de cogerme a mí esta vez por la capa para echar a correr en la dirección opuesta —Comen todo tipo de cosas, desde bichos hasta plantas.
—¡¿Y cómo de grandes son los bichos?!
—Parece que no has vivido aquí nunca, héroe —terminó diciendo.
Era cierto, estaba llamando mucho la atención de Aiden por no saber nada sobre la naturaleza que había. Por eso, me concentré en correr y dejar de gritar. Le seguí, mejor dicho. Decidió bajar una cuesta a toda velocidad mientras llevábamos todavía al lobo detrás siguiéndonos. Por suerte, era lento, y os lo digo yo que no se me da bien la educación física porque no me muevo de mi cuarto. Al final, me puse contra un árbol para ver si se alejaba. Dejé a Aiden a un lado para sentarme yo en el suelo, respirando rápido.
—Estás en baja forma, Ash —me dijo a modo de gracioso Maulo —El Canidre no corre tanto, pero...
—Maulo... —dije, tratando de recuperar el aire —¿Y si te digo que nunca había corrido tanto en mi vida...?
—Te llamaría vago, que es lo que eres, héroe —eso sí fue más una burla.
Le saqué la lengua mientras miraba al cielo. No se veía, estaba oscuro. Respiré hondo ya que no quería seguir corriendo ni de broma. Solo seguí mirando, como esperando, cuando, de repente, noté que había algo extraño allí. Había unas luces en el cielo, o lo que fuese el cielo para mí, claro. Pero estas eran pequeñas y volaban como si fuesen círculos. No me asusté, es más, era calmado. Incluso daba sueño mirarlo y, ya que no había dormido... Pero, en ese momento, me di cuenta de que lo que estaba mirando debía de ser irreal o algo así. Al menos eso me pareció porque, cuando bajó una, pude comprobar con toda seguridad que aquello no era una luz, sino otra cosa. Parecía un pez, uno de esos que tienen o producen luz, pero, a la vez, parecía una flor rosa. Se fue acercando lentamente a mí para que yo la viese mejor poco a poco. Pude ver que parecía más la segunda opción y caía como si fuese un capullo hacia abajo, pero con lentitud. Parecía una flor japonesa, esas que cuentan las leyendas. Entonces, cuando estuvo a tan solo un metro de mí o menos, hizo algo nuevo. Por la parte de abajo, por la parte que se estaba acercando a mí, empezó a abrirse de tal forma que parecía la boca de un animal. Y, de nuevo, en lo cierto. Abrió su boca en cuatro y cada una de ellas tenía unos colmillos muy largos y punzantes. Cuando me quise dar cuenta de que se estaba acercando a mí no solo para dormirme, sino para comerme, ya era tarde. Aparté mi cuerpo del árbol, pero me quedé congelado. No me podía mover. Era como si me hubiesen puesto pegamento en la espalda. Y esa flor extraña se estaba acercando a mí demasiado rápido. Empecé a ponerme más nervioso, tratando de quitar mi cuerpo de la madera como fuese, pero era más que imposible. Ya me di por vencido, era comida para flores. Daba incluso vergüenza o lástima llamarlo así. Cuando estuvo a medio centímetro de mi nariz, fue cuando vi sus horribles colmillos amarillos que ya estaban deseando hincarse en mi piel y, seguramente, extraer toda mi fuerza. Incluso eso me dio asco. Pero, cuando se fue a posar con todo el cuerpo de la flor, aparte de que apartó su luz para no cegarme, hizo un nuevo cambio. De repente, se oyó como un silbido de mi lado izquierdo y, al momento, algo golpeó a la flor hasta caer al suelo. Me quedé un momento pensando en qué acababa de pasar. Luego, rápidamente, me giré a ver a ese animal a mi lado. Todo mi cuerpo se quedó congelado al ver a aquella flor en el suelo con una flecha completamente clavada en el costado izquierdo y, este, sangrando un líquido blanquecino que caía directamente a la hierba. Pude mover mi brazo hasta tocar con mi dedo a esa cosa. No se movía. En ese momento, escuché unos pasos corriendo hacia mí con prisa. Cerré los ojos ya que, como mi cuerpo no se movía por alguna razón, era presa fácil. Antes también porque no corro rápido, pero ahora más, me refiero. En cambio, a mi lado, alguien suspiró.
—¡Ash...! —dijo de repente la voz conocida de mi compañero —¿Te han atacado? ¡¿Estás herido?!
—No, no estoy herido, Aiden... Pero no me puedo mover...
Entonces, él suspiró rápidamente con una sonrisa y mirando abajo. Despegó con cuidado mi espalda de la madera para hacer que mi cuerpo se despertase.
—Te ha atacado una Muca liberis —dijo, y tan normal —Como veo que no sabes mucho de naturaleza, te explico. Si ves una luz en el cielo, ¡teme, teme! La musca liberis es carnívora, nene. Primero, te duerme el cuerpo, luego te ¡come entero! —cantó a mi lado con las rodillas en el suelo.
Ya lo tenía claro, el bosque estaba completamente maldito. Mi cuerpo se empezó a mover poco después y el de Maulo también puesto que él también había mirado arriba. Me levanté con la ayuda de Aiden y le seguí, pero con curiosidad.
—¿Tienes canciones de todos los animales o solo de la musca liberis?
—De todos y cada uno —se alagó —Todo animal es peligroso.
—Ah. ¿Cuántas canciones tienes en total? —dije pareciendo interesado. Él sonrió.
—Tantas, tantísimas que dejé de contar en la número cincuenta, porque no me sé más números a partir de ahí.
Eso me pareció incluso extraño. ¿No sabía los números a partir del cincuenta? Estaba claro que, si le explicase lo que es la biología, no lo entendería puesto que ni habría ido al colegio aquel chico. Aun así, fui corriendo hasta ponerme a su lado y sonreí.
—Increíble —dije sin duda —A mí me cuesta mucho recordar todo lo que no sea de algo que me interesa.
—No me interesan los números, yo canto —se volvió a alagar.
Estábamos andando juntos ahora. Hacía un rato que no había ninguna cosa extraña que nos persiguiese o acechase. Lo que sí me pareció raro y lo estuve pensando fue la flecha aquella. Aiden no llevaba armas a parte de la guitarra y ese bosque estaba medio desierto. ¿Habría sido el asesino que me mencionó? Pero apenas pude pensar en eso ya que, un paso más adelante hizo que los dos nos cayésemos. Pero no caímos al suelo como tal, sino que este se abrió hacia abajo, como si se tratase de una trampilla o así y los dos caímos adentro. Yo primero ya que la espada pesaba mucho, luego él. Agarré a mi rata mientras me daba cuenta de que aquel agujero no era ni más ni menos que un pasadizo a modo tobogán. Debía de estar asustado, pero la verdad me gustaba mucho. ¡Qué interesante! Y entretenido, claro, menos el final ya que, al salir, me golpeé con una piedra. Aiden, al otro lado, lo primero que hizo fue comprobar su guitarra, pero estaba bien. Seguíamos en el bosque, estaba claro. Miré a ambos lados y hacia arriba hasta que me di cuenta de algo extraño. Justo en frente de mí, había una casa. La luz le daba justo de frente y la madera parecía nueva. Tenía unas cortinas con cruces blancas en las ventanas y el resto era solo madera amarillenta por la luz. Además de una chimenea. La puerta era un enorme portón con una forma fácil de llamar; con golpes. Miré a mi compañero que ya se había levantado.
—¡Brujo! ¡Brujo...! —empezó a gritar de la nada.
—¿Eres imbécil o te lo haces, Aiden? —dijo a modo respuesta mi otro compañero.
—¿Aquí vive el brujo? —dije yo pareciendo aún más tonto.
Aiden asintió dos veces y fue corriendo a llamar al portón. Maulo, mientras me levantaba, saltó de mi hombro hasta el suelo para ponerse al lado de él y plantarse en su boca con cara de tonto. Este decidió subírselo a su hombro.
—¿Has hablado alguna vez con este hombre?
—Es la primera vez que le voy a ver, de hecho —respondió Aiden con cara de felicidad. La de Maulo era todo lo contrario.
Se me giró e hizo una señal con su dedo en su sien a modo de locura. Yo me reí mientras me colocaba la espada y me acercaba. Los dos me miraron. En ese momento justo, la puerta se abrió, haciendo un estruendo. Los tres miramos con los ojos bien abiertos. ¡Por fin íbamos a conocer al brujo del que tanto me había hablado y dado la lata Aiden! Entonces, al abrirla del todo, descubrimos a alguien detrás de ella. En cambio, frente a nosotros tres, quien había no era el brujo, sino una chica con el pelo blanco. Estaba claro que no iba a abrir el brujo supremo, por lo que mandaba a una criada, ¿no?
—¿Sí? —dijo ella con una voz de aburrida que parecía yo en los exámenes en los que me hacían hablar.
—¡Hola! ¡Me llamo Aiden Ruca! —dijo literalmente gritando a la pobre chica —¡Vengo a ver al brujo supremo!
—Está bien... —respondió ella con un resoplido. Luego, abrió completamente la puerta para que la pudiésemos ver del todo —Dime.
—No, no. Pero yo debo hablar con el brujo, es importante —trató de explicarse el músico.
—Yo soy el brujo —terminó diciendo ella.
Por un momento, nos quedamos algo pensativos sin saber qué responder exactamente. Esto mientras ella nos dejaba pasar a su casita. Era muy, muy pequeña. En el mismo cuarto compartía el sillón y la cama. Todo estaba hecho de madera de arriba a abajo. Había una mesa en la parte izquierda junto con el sillón, mientras que al otro lado entraba torpemente el armario y la cama. Era más que imposible que allí viviese otra persona más, lo que quería decir que no existía ningún brujo real. Solo aquella chica del pelo blanco, los ojos verdes de color esmeralda y armadura bien ajustada a su cuerpo. También llevaba una capa y una tirita en un moflete. Decidió sentarse en el sillón y prestarnos a nosotros unas sillas para sentarnos a su lado. Justo puestos en frente, ella subió las piernas a modo indio y apoyó sus codos a parte de su cara de aburrimiento.
—Dime, Aiden Ruca —empezó diciendo —¿Qué es lo que quieres de mí?
—¿De verdad eres tú el brujo? —pregunté sin dejar hablar a mi compañero.
—Je —se mofó —Pues claro que sí, imbécil. ¿Quién sino? Agh, no me digas. Pensabas que era un brujo, brujo chico, ¿verdad?
No solo yo, los dos asentimos. Ella hizo una sonrisa burlona mientras bajaba una de sus piernas. Esto no solía pasar en los videojuegos. Cuando un personaje tiene escogido su género, ya no se cambia. Tal vez lo habrían puesto para confundir. Pero una cosa estaba clara, el brujo supremo era una chica. Y allí estaba. En verdad, no parecía tener más de veinticinco años, no era muy mayor. Bueno, para mí sí ya que tengo diecisiete años. Aun así, me rasqué los ojos antes de que Maulo hablase.
—¿Aiden?
—Sí, perdón... Es que, nunca me hubiese imaginado que tu... Bueno, pues, esto...
—Eres un machista, ¿lo sabías? —terminó replicando la bruja.
Después, se crujió los dedos, se puso hacia atrás en el sillón y suspiró, cerrando los ojos. A su vez, le di un codazo a Aiden para que hablase ya que parecía haberse quedado en trance o algo así después de conocer a la bruja.
—Me llamo Judy Ivy, entrometido —comenzó diciendo.
—Te queda bien —admití viendo su carita redonda y sus ojos de asesino —Es un nombre muy bien pensado para una bruja como tú.
—No me des halagos, imbécil. Usted, señor Aiden, ¿tiene pensado hablar u os saco de mi casa y me pongo a hacer pócimas?
Sin duda, hablaba como un Bot. Mi compañero por fin cogió aire para mirar mejor a la bruja Ivy y pensar su petición. Dio dos palmadas, como pidiendo.
—Necesitamos pócimas para acabar con el sistema de las clases sociales—admitió con pena —Y también para buscar a mi amigo, ya que llevo un mes sin saber nada sobre él y estoy preocupado.
—Mhm... —dijo con un tono de que estaba pensando —Pues paso.
—¡¿Pasas...?! —gritó Aiden al momento —¡¿Por qué pasas?!
Subió los hombros. Luego, se dirigió a mí con la cara seria y esos mismos ojos de color esmeralda tan bonitos. Observó lentamente mi espada mientras cogía aire.
—Héroe Ash —empezó —Necesito que me consigas una cosa y daré a Aiden todo lo que pide, ¿te parece?
—¿Cómo sabes mi nombre? —dije atónito.
—Creo que no es de pensar demasiado, tonto. Soy una bruja, he de recordar. Y, de nuevo, bruja. Ja con a —dijo dibujándola con la boca y pronunciando a su vez.
Tenía sentido. Tenía demasiado sentido. Tenía tanto sentido que incluso me pareció que era más imbécil de lo que ya sabía que era. Aun así, Aiden me miró con cara de pena, como pidiendo que aceptase. No tenía otra opción, en fin. Antes de preguntar qué era lo que quería, ella saltó de la cama, fue caminando a mi lado, me pidió que me agachase por la diferencia de altura y me susurró en el oído.
—Quiero que encuentres y cojas vivo a una persona —susurró en el tono más serio que había usado en toda la tarde.
—¿A quién?
—Tiene su propio nombre, pero más le conocerás como El sujeto W —provocó un campo de más sinceridad entre nosotros dos —Si le capturas, prometo ayudaros en la misión que tenéis para destruir los planes de Allen y sus clases sociales.
De nuevo, fue adivinación de uno de sus poderes. Luego, se dio media vuelta y caminó hasta la puerta. La abrió, se puso tras ella, e hizo una medio reverencia hacia mí. Hizo una sonrisa pícara para dirigirse a nosotros.
—Ahora, fuera de mi maldita casa —dijo en un tono de pura amabilidad.
—¡Gracias, Judy! —dijo con euforia Aiden mientras salía por la puerta, pero ella le detuvo con mirada asesina al completo.
—No es Judy a secas —apretó más sus ojos para parecer más terrorífica —Es Judy‐Ivy.
—Ah, ¿Ivy no era el apellido? —preguntó dudoso Maulo, pero ella negó.
Aun así, hizo más fuerza para que saliésemos de allí ya. Aiden pasó con su guitarra en mano y cara de raro ya que tendría que cambiar toda la canción solo por el género de la bruja. En cambio, cuando yo salí riéndome de su cara, Judy-Ivy me cogió del hombro y me acercó hacia atrás. Se puso de puntillas para decirme de nuevo algo al oído. En cambio, ahora tenía una voz que inspiraba más miedo. O, mejor dicho, deseo.
—Por favor. Si capturas a W, ten cuidado con él, por favor.
Me miró con ojos de lástima. Entonces, yo bajé la cabeza y asentí. Luego, eché a correr ya que Aiden me quería a su lado para caminar. Me fui a despedir de la bruja, pero ya se había metido a su casa para no saber nada más de nosotros. Giré mi cabeza para ver a Aiden decidido a buscar algo.
—Sé que hay algo que no cuadra aquí, pero no sé el qué.
—Ni idea —respondí sin hacer caso.
Pero, al hacer un giro para mirarle, descubrí que tenía un filo cortante en el cuello justo puesto. Abrí los ojos, pero no dije nada. Entonces, alguien habló por detrás de mí.
—No te muevas... Héroe.

Bienvenido al videojuego, Ash Where stories live. Discover now