No te creo, curandero

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Allí, detrás justo de nosotros, se encontraba un enorme tipo llamado Freddie. Daba igual cómo le habíamos conocido antes, daba igual sus poderes, incluso su arma daba igual... Lo que nos llamó verdaderamente la atención fue...
—¡La cara...! —dije sorprendido —¡Tiene la mitad de color negro!
Y es que, pensando en la corrupción de Elías, Freddie tenía la mitad de la cara del mismo tipo. Esto era igualito a la historia que nos había contado a Oliver, y también al secreto que me confió el propio carcelero. Le cruzaba por la boca, la mitad de la nariz hasta llegar a la otra esquina. Sus ojos eran marrones, de un color clarito, pero eran de loco. Por no añadir que la mitad de su pelo, la parte derecha, la parte no corrupta, era blanco, con sombras grises y muy, muy alborotado, mientras que, el lado izquierdo, tenía unas mechas naranjas, que terminaban en un color fuerte en las puntas. Como la pirata había quitado su armadura, ahora se veía su cuerpo. No llevaba camiseta, pero se agradecía, ya que Freddie estaba muchísimo más fuerte que cualquiera de los de allí. O más que todos juntos en solo un cuerpo. Llevaba un tipo de capa grisácea por detrás. Como supuse, no llevaba rombos. Pero, aun así, también llevaba un tipo de chaqueta alrededor de la cadera de dos colores distintos. Eso sí, llevaba pantalones, por lo menos.
De vez en cuando, nos lanzaba la espada para tratar de darnos. Esto era típico en los videojuegos, no parecía cambiar de estrategia. Yo, al lado de Boone, miraba constantemente atrás y buscaba una salida desesperadamente. Me estaba cansado. Incluso tuve celos de Dan, pero él tenía los ojos cerrados fuertemente y se estaba mordiendo los labios. Entonces, Boone, notando que el curandero se estaba debilitando, miró a Elías.
—¡Haz que se detenga, carcelero...! —pidió su hechizo otra vez, pero rechistó.
—Estoy cansado, tendrán menos poder que la anterior si lo lanzó ahora —dijo con pena y sacando su labio inferior —Lo chiento.
—Vuelve a decir una vez más algo con "chi" y te juro que te expulso sin pensármelo dos veces de la Guardia Real —frunció el ceño el gobernador, que, increíblemente, seguía corriendo.
En cambio, cogió aire. Cerró un poco los ojos, como si estuviese cansado. Y es que Allen seguía enfermo, así que era normal que lo estuviese. Pero, para mi sorpresa, decidió darse la vuelta para mirar a Freddie. Él abrió sus ojos, ahora que podíamos verlos, y sonrió con todos sus dientes bien salidos, como los de Aiden.
—¡Te dije que, si te volvía a ver, pequeña rata, te mataría! —se rio con maldad.
—Conjuro dos... —susurró Allen, cerrando los ojos.
En ese momento preciso, se detuvo, con sus ojos cerrados, la boca suelta y dejando libres sus brazos. Yo, viendo que Freddie no dudaría en despedazar al pequeño gobernador, el cual a su lado era muy bajito, también decidí pararme. Cambié de dirección para ir hacia él. Si acaso podía cogerle y echar a correr con él en brazos, como hacía Boone... En cambio, oí un pequeño y leve susurro de Dan, justo antes de correr hacia él.
—No vayas, Ash... Es un hechizo del gobernador...
En cambio, lo dejé a un lado. Fui como pude hasta llegar a estar a unos centímetros de Allen. En ese momento justo, Freddie agarró lo más fuerte que pudo su espada, la cual medía más de metro y medio, ya que no lo había aclarado. La agarró con sus dos manos y, con una sonrisa en su cara y como si lo disfrutase, se lanzó a por el cuello de Allen. Él, que no se había movido ni un palmo y seguía con sus ojos cerrados, sonrió un poco.
Game over —los abrió. En cambio, estaban en blanco.
De repente, de sus manos, las cuales había levantado, salió un halo blanco increíble. Nada más hacerlo, todo pasó muy, muy rápido, pero lo describiré cómo yo lo vi. De sus dedos salió ese tipo de luz, la cual impactó directamente con la cara de loco que traía Freddie. Justo después, estiró sus dedos un poco más y, para terminar, abrió tantísimo, pero tantísimo la boca para hacer una sonrisa, que pude ver incluso la carne que va después de las muelas. Sus ojos blancos, la sonrisa demoníaca y el poder que usó... Era todo terrorífico. Después, lanzó al Guardia Real con solo un chasquido, haciendo retumbar todo el suelo, y llegó hasta el final del pasillo, el cual podíamos contar como unos cuantos kilómetros... Eso creo. Se dio contra la pared y pareció querer gritar del dolor por la cara que puso. Justo entonces, Allen se me giró sin decir nada. Me había quedado en blanco, paralizado, analizando cada segundo de la acción. El gobernador chasqueó los dedos frente a mí.
—Vamos, vasallo vago... —me obligó con asco —Siempre los que se hacen tan héroes no soportan ni una peleíta contra un Guardia Real —me dolió esa burla.
Suspiré cuando recobré el movimiento de mi cuerpo. Había sido tan... Increíble. Nunca, jamás pensaría que Allen tenía ese tipo de poder. ¿Tan fuerte era en verdad? Bueno, era el gobernador, de un modo u otro... ¡Ex! Tosió un poco, mirándose la mano de color morado. Después, se lo restregó por la chaqueta y me obligó a caminar.
—Ha sido increíble, Allen —me sinceré, con una sonrisa.
—Claro, imbécil. ¿Qué esperabas de tu gobernador? —dijo fríamente sin mirarme.
En cambio, me quedé callado. Cass había logrado encontrar otra salida por una puerta que estaba, al parecer, oculta y nos esperó allí junto al resto. Ahora que Freddie tardaría lo suyo en levantarse, teníamos algo de tiempo. Al vernos, Rei se acercó, pasó de mí y le tocó la cabeza al exgobernador; él con cara de sufrimiento.
—Hacía mucho que no te veía usando el poder, ¿eh? —sonrió.
—Por razones como esta, Noah me quitó el puesto de gobernador —no lo entendí, pero lo hice rápido después de su explicación —Allen, el gobernador, no puede usar su poder más de tres minutos porque, aparte de que destruye la ciudad, pierde su poder durante medio año. ¿Y qué pasa si atacan? ¡Pues que es culpa del dichoso de Allen! Venga ya, ¿no le fastidia a toda esa gente inculta del pueblo que, aparte de protegerlos, me hiero a mí mismo? Gente imbécil...
—Totalmente de acuerdo —dijo con otra sonrisa Rei, lo que a la mayoría de nosotros nos provocó asco.
De verdad, como trataba de ganarse la confianza. Se notaba que era una pirata. ¡Seguro que quería algo de Allen que le había gustado! En cambio, desde que ella estaba, Allen se había abierto un poco más. Por ejemplo, acababa de ayudarnos. Increíble, ¿no? Pero había otro tema algo difícil de tocar que estaba entre nosotros, y, aun así, lo tocamos.
—¿Puedes levantarte, Dan? —dijo con preocupación el carcelero, teniéndole una mano —Tienes peor aspecto que antes.
—No, no, estoy bien, de verdad... —pareció sonreír, pero con los ojos cerrados —Es solo...
—Otra vez el mareo —suspiró el arquero, pero no lo decía a malas.
—Sí, estoy un poco... Ido —consiguió decir, antes de dejar su cabeza suelta.
Pero logró volver a colocarla donde estaba. Elías sabía un poco del tema, al parecer. Tocó con ambas manos, incluyendo la corrupta, su cara. Cuando le abrió la boca, Dan no pudo evitar sonreír, abriendo sus ojos.
—Elías, ya te he dicho que...
—Dan... —le cortó el carcelero, abriendo mucho sus ojos y su boca, como sorprendido.
Y es que antes Cass había hecho lo mismo. Por eso nos interesamos todos, incluyendo por primera vez a Allen. Al notar nuestras miradas, volvió a cerrar los ojos, pero no fue así, ya que Elías le obligó a mantenerlos abiertos un poco más. Y justamente fue en ese momento en el que me di cuenta de lo que de verdad pasaba. Yo también me sorprendí y es que...
—Dan... —empezó diciendo —¿Tus ojos siempre han sido de dos colores? —giró su cabeza y el pobre curandero suspiró.
—Desde que nací... —pareció molestarse por su pregunta.
—Sí, ya —cortó Cass, pero cambió su cara —Siempre has tenido los ojos uno verde y el otro rosa...
—Pero si ahora tiene uno negro —argumentó Aiden, señalándole.
Fue el único que se atrevió a decirlo. En cambio, el curandero no se movió ni cambió de expresión hasta que pasaron unos segundos. Segundos verdaderamente eternos. Cuando pasaron, él abrió los ojos con una duda increíble. Después, cogió aire, frunciendo el ceño y apartando las manos de Elías.
—¿Qué...? —fue lo primero que le salió —¿Cómo has dicho que es mi ojo?
—Dan, no te... —intentó calmarle Cass, pero intervino Aiden antes.
—Es negro, tan negro como la mano de Elías —señaló al carcelero.
—¿Ne... Negro? —se echó hacia atrás para hacerse una bola —¿Cómo que negro?
Y es que el ojo que tenía rosa, es decir, el de la derecha, se había vuelto negro completamente. Solo en el centro de este tenía un punto blanco, a modo pupila. Pero el resto era negro como el carbón... Sí, siempre pongo la misma comparación, pero no sé qué más es negro. En cambio, el otro ojo no había cambiado ni en aspecto ni en color. Seguía siendo verde.
Al momento, se mordió los labios y se puso pálido, cogiendo aire. Se tapó el ojo nuevo y nos miró como asustado.
—¡No...! —entrecerró sus ojos —¿Y ahora qué hago...?
—Seguro que no es nada de lo que verdaderamente preocu... —empezó Cass, pero se detuvo —Bueno, cadenitas...
Eso hizo que abriese mis ojos. Por lo menos, los míos seguían siendo azules... ¡Es decir! Creo haberlo comparado antes con el color de la mano del carcelero. Y es que era cierto. Recordé aquel momento como si lo volviese a vivir.
—Oye, Dan... —empecé diciendo, mirando abajo —A ti te tocó Noah, ¿verdad? ¿Has detenido la corrupción?
—¿La... La qué? —giró su cabeza con cara de pena y duda a la vez.
Entonces, todos suspiramos. Ni siquiera sabía lo que era la corrupción. Cuando Cass se lo comentó, mirándome por si se equivocaba cada poco tiempo, el curandero se quedó completamente callado, en silencio. Su mirada se volvió fija hacia uno de los lados, pero sin decir nada. Pestañeó otro par de veces antes de cerrarlos.
—De un modo u otro, eso quiere decir que dejaré de ser Dan en algún momento, ¿no? —dijo sin abrirlos.
—Como dices tú, de un modo u otro, sí —le respondí, fui el único ya que Cass me golpeó justo después en la cabeza.
En mi opinión, era mejor que lo fuese asimilando. Si ya habíamos visto el comportamiento de Freddie y estaba dos mil por cien seguro de que así no era en verdad, a Dan tampoco le quedaría mucho, ya que su ojo negro ahora nos miraba con pena. Bueno, subió los hombros.
—Al menos, dejadme atrás. Si os retraso y luego cambio, os será mucho peor poder seguir.
También tenía razón. Pero... ¿Dejar a Dan? ¿De verdad eso era lo que queríamos...? Él subió los hombros, con los ojos cerrados, como si no le importase, justo en el momento en el que recibió un golpe en la mejilla; un puñetazo. Nos giramos a ver y, cuando supimos de quién de trataba, Boone me miró con una sonrisilla, pero yo no estaba de broma; no ahora.
—No puedes irte así sin más —suspiró Cass, después de haberlo golpeado —No sabes cuánto tiempo he estado esperando para volver a verte en mi realidad y ahora no te puedes ir sin más. ¡No puedes marcharte sin apenas llevar con nosotros dos días!
—La Parca hizo lo mismo —incluí, pero Cass me miró con la mirada más despreciable, horrible y cabreada del mundo, por lo que me callé.
—Ya lo sé, Cass. Pero, si sigo con vosotros... —giró su cabeza, abriendo los ojos y con la misma expresión con la que le conocí; de muerto —... Puedo mataros.
Estoy seguro de que a todos y a cada uno de nosotros nos recorrió un escalofrío, pero nadie dijo nada. Sobre todo, Cass, que suspiró, mirando abajo. Era normal que quisiese que no se fuera, pero yo no sé de relaciones sentimentales o así.
—Si, por casualidad, te ocurre lo que nos acabas de decir... —le tembló la voz, como si tuviese miedo —¿Cuánto tiempo más crees que puedes aguantar sin corromperte?
Dan miró arriba, cerró los ojos y subió sus hombros mientras cogía aire. Después, la miró, evitando abrir el ojo rosa, ahora negro.
—Cada vez estoy más mareado, así que no creo que me quede mucho tiempo —lo dijo, y bien serio —Tampoco puedo andar, así que Boone correría más peligro incluso.
—Está bien —suspiró la pilla, cerrando los ojos con fuerza, como si pensase.
Pero solo había una solución y había que hacerla rápidamente, ya que Freddie podía llegar en cualquier momento. Un poco de poder de Allen no habría podido con él, ¿no? Digo un poco porque el gobernador no parecía cansado ni exhausto como había dicho antes. Por lo que, por fin, Cass cogió de los hombros a Dan y le miró bien seria. Al hablar incluso se notó la concentración
—Prometo ayudarte —aunque se lo pensó dos veces —Pienso recuperar al Dan normal, así que este es un adiós.
Siempre la misma frase... En fin. En cambio, Boone explotó en carcajada cuando vio que Dan, sabiendo lo que le estaba pasando, abrazó a la pilla del cuello. Cass se sorprendió; incluso pude ver una sonrisilla de su parte...
—Prometido, ¿vale? —susurró Dan.
—Sí, por supuesto...
Así pudimos estar tan solo unos segundos, pero pasaron como eternos. En cambio, de repente, Cass cogió aire; todo el que pudo. Nos pusimos en guardia.
—¿Dan...? —le susurró.
En cambio, él seguía dando su abrazo como si nada hubiese pasado. Pero por la reacción de Cass supimos de inmediato que algo pasaba. Justo en ese momento, trató de quitárselo de encima empujando, pero el curandero se resistió. En ese momento, nos dimos cuenta de que le estaba haciendo algo.
—Ese chico ya no es el que conocéis —dijo Rei, aunque estaba claro —Ya ha cambiado a la corrupción, como vosotros decís.
—¡Dichoso Dan! —gritó Allen, pero no iba a usar sus poderes contra él, claramente.
En cambio, Cass quería deshacerse de él, pero sin hacerle daño. De un modo u otro, Dan era su amorcito, no podía pegarle... Aunque él no se lo estaba poniendo fácil. Boone y yo nos movimos rápidamente, puesto que el resto no se iba a mover y Aiden solo la liaría más. El arquero agarró a Dan de las costillas para arrancárselo de encima a Cass. Yo, al revés. Entonces, se dio cuenta de algo.
—Su cuello... —susurró, pero lo gritó —¡Le está haciendo algo en el cuello! Hay que...
Justo antes de dejarle terminar, Dan se giró hacia Boone con una cara nunca vista. Aquel chico que apenas había visto sonreír, tenía una sonrisa plena, con todos los dientes, y los ojos bien abiertos. En verdad y para que no, daba bastante miedo...
—Seguro que él también lo habría querido así —dijo, como riéndose de nosotros.
Aparte de no entenderle, Boone por fin consiguió cogerlo, aunque ahora debía de hacer más fuerza porque estaba enganchado al cuello de Cass. Me daba miedo que, si tiraba, pudiese matar a la pilla. Pero no fue el caso, ya que Boone, una vez teniendo entre sus brazos a Dan, le dio un puñetazo en la tripa para echarle todo lo lejos que pudo de allí. Yo, por mi parte, me preocupé de la pilla, la cual se había quedado paralizada, temblando y respirando rápidamente, como si le doliese.
—¡Cass! ¿Estás...? —traté de hablar, pero me di cuenta de que era una pregunta verdaderamente estúpida.
—¡Agh...! —lloró ella —¡Me duele...! —y bajó la cabeza.
Me di cuenta de que no podíamos tardar más tiempo, ya que, al final del pasillo, se escucharon unos pasos. ¡Estaba claro que no podíamos estar más tiempo! Si Freddie se había levantado, serían dos contra todos los que estábamos que éramos... Seis. Espera, ¿seis?
—¿Elías? —levanté la cabeza al momento —¿Dónde está?
—Ha ido a hacer una muralla para que no pueda pasar ese Guardia Real —respondió Rei, echándose tanto el pelo como la ropa hacia atrás.
A veces se me olvidaba que aquella chica estaba... Es decir, asentí mientras miraba el cuello de Cass, el cual, según ella, le ardía. Se había agachado para que la pudiese ver mientras se tapaba la cara. No podía imaginarme a aquella chica llorando del dolor, sino que lloraba de otra cosa y supe de inmediato qué era. Es más, sonreí un poco.
—Dan... —susurró —Dan se ha corrompido...
—Estoy igual de impresionado que tú, ladrona —intervino Allen, ¡aunque nadie le había preguntado su opinión...!
Qué gobernador más pesado. Rei se acercó en ese momento y le quitó, con el mayor cuidado, la capucha de encima a Cass. Después, le retiró el pelo. En ese momento, me quedé congelado. Y es que aquella escena... Cass tenía parte del cuello rojo, de su color y de otro más. Era normal los dos primeros, pero ¿el tercero...? Me asusté y todo.
—Tiene el cuello...
—No lo digas —me detuvo Rei, poniéndome un dedo en la boca.
Su cuello estaba negro. De una forma u otra, Dan había pasado su poder malévolo hacia Cass, solo tocando su cuello. Eso quería decir que...
—¡Boone! —me giré radicalmente —¡Que no te toque!
No pareció escucharme, por lo que me enfadé conmigo mismo. Cuando me fui a encaminar hacia allí, alguien me cogió por detrás, por la capa. Lo hizo con tantas fuerzas que me tuve que parar. En cambio, al girarme para saber de quién se trataba, abrí los ojos.
—¡No vayas, Ash! —me pidió con pena Aiden —¡Tenemos que irnos por esa puerta ya de ya!
¿La puerta...? ¿Cuál? De repente, abrí mis ojos al darme cuenta de que había realmente una puerta a uno de los lados. Estaba aún más oculta que la primera, como si estuviese pintada directamente en la pared. ¿Cómo la había visto Aiden sin...?
—¡Hay que irse rápido...! —tiró de mí, pero le detuve, entre enfadado y sorprendido.
—Aiden... —señalé al otro lado —Boone corre peligro.
—¡Pero, Ash...!
Le ignoré y seguí corriendo. Supuse que Aiden por fin había hecho algo correctamente porque a los programadores del juego les habría dado pena desperdiciar a aquel personaje después de todo lo que habíamos vivido. Y es que Aiden, el trovador, no podía hacer nada en esta situación. Elías y Rei podían distraer; Allen y Boone podían atacar y yo debía de ayudar. Pero ¿Aiden?
Eso daba igual ya, había que salvar a Boone de Dan. Yo, con una pequeña daga a modo arma y la pócima, la cual no me valía de nada, fui a salvar como pude a mi amigo. Al menos, él llevaba su arco. Dan no era fuerte, no tenía poder y no era persistente, por lo que no fue un gran problema para el arquero. Con cuidado y un poco tembloroso, agarró su flecha, la echó hacia atrás y se mordió los labios antes de disparar. Tampoco era cosa de matarle allí, en aquel momento.
—¡Boone, no te lo cargues! —le grité, tirándome sobre él.
—Ay, Ash —suspiró, bajando el arma —¿No sabes que...?
Pero, al no haberla tirado, le dio tiempo a Dan para contraatacar, que fue lo que hizo. Se echó hacia atrás la manga, abrió la mano, e invocó a su poder de curación amarillo. Pero algo falló. No fue amarillo, sino rojo. Y, al pegar contra Boone cuando lo lanzó, no le curó. Si no que, al darle, Boone empezó a sangrar por la cabeza y por los ojos, como si llorase. Me quedé congelado al verlo. Una vez paralizado y esperando a ver qué haría ahora aquel tipo que se hacía pasar por Dan, alguien habló que no fue él.
—¡Vaya, Dan...! —se rio —¿Quién diría que tú caerías en el hechizo de Noah?
Al girarme, comprobé que se trataba de Freddie. Con su espada en la espalda y sus dos ojos marrones mirándonos, sonrió todo lo que pudo. No me lo podía creer... ¡Había derrotado a todos! No, espera. Cuando me di cuenta, pude ver que ni Cass, ni Allen, ni Rei, ni Aiden estaban, sino que solo Elías había sido derrotado y ahora sangraba en el suelo. Me puse en guardia por fin, cuando Boone me golpeó.
—Dos contra uno no es justo... Sobre todo, si ese uno no tiene poderes como esos dos —se rio.
Pero le dolió, ya que estaba herido. Bajó un momento la cabeza, pero sonrió, como triunfante, mirando a Dan. Boone mirando al curandero y yo contra Freddie. Era un poco injusto, en verdad, pero había que hacerlo sí o sí. Estuvimos unos segundos parados, antes justo de que Freddie cogiese su arma y la lanzase. A su vez, Dan lanzó el rayo.
—¡Ahora! —gritamos los dos a la vez.
Y ambos nos movimos sin mirar al de atrás, pero fuimos capaces de prevenir los dos ataques. Los corruptos se rieron, pero nosotros sólo sonreímos.
—Ash, el curandero es más fácil de derrotar que ese otro tipo mutante —me susurró cuando cambiamos de lado —Si hacemos un ataque cambiando tú y yo, le podemos dejar fuera de combate con un ataque.
Asentí en silencio. Con mi daga debía de usar el mismo poder que usaba con Pitón, por lo que cogí aire y miré con crueldad a Dan. Y pensar que me había hecho tan buen amigo de aquel tipo...
—¡Ya! —me ordenó Boone.
Inmediatamente, salí corriendo hacia ese tipo. A su vez, Boone cogió el arco y le apuntó. Se concentró en mí, ya que yo, por una vez, era mayor amenaza que cualquier otro; sabiendo que Boone estaba herido. Cogí con fuerzas la daga, cerré los ojos, di un salto hacia Dan y me concentré. Ojalá no hubiese sido Dan contra el que me tenía que pegar...
Cuando bajé el arma, el aura fue impresionante. Jamás lo había visto así. En vez de color como tal, salió fuego, cuales llamas llegaban hasta el techo de la sala. Me sorprendí incluso yo, pero debía de darle. Lo hice a tal velocidad que no me di ni cuenta de que, cuando el arma impactó en su cuerpo, ya no estaba delante de mí. ¡¿Cómo?! Perdí concentración y caí al suelo de cara, pero me levanté rápidamente para ver si era cierto o no. Allí, frente a mí, solo había pasillo...
—¡Boone! —le grité, como sufriendo —¡¿Dónde está Dan?!
Rápidamente, me di la vuelta por si se había teletransportado hacia atrás, pero solo vi a Boone bajando el arma y con cara de sorpresa extrema. Él tampoco había visto el momento en el que Dan había desaparecido. Pero, al comprobar mejor, Freddie había hecho la misma maniobra. Ya no había nadie allí... No, espera.
—¡Elías...! —salí corriendo hacia él —¡¿Estás bien, estás bien?!
Me senté en el suelo para mirarle a la cara, pero él tenía los ojos abiertos de por sí. Al verme, hizo una sonrisa mientras se sentaba.
—Estoy bien, estoy bien —sonrió, cerrando los ojos —Creo que me he desmayado por el esfuerzo.
—¿Estás herido? —me preocupaba, ya que teníamos cada vez menos compañeros que tenían poderes, pero insistió en encontrarse bien.
Suspiré, bajando la cabeza. Hablando de cabezas, a Boone también le sangraba, por lo que se apoyó en la pared, suspirando. Ayudé a levantarse a Elías. Supuse que, si se excedía como había hecho con las murallas de cadenas, perdía fuerzas. Aun así, me preocupó. Cuando levanté la mirada tras comprobar que yo tampoco estaba herido, una luz me dio de frente. La puerta estaba abierta; esa que me había dicho Aiden. Supuse que ya habían entrado, sobre todo, por Cass. Así que, llamé a Boone y, con Elías, los tres entramos. En cambio, un paso dentro, me paralicé. El lugar... ¡El lugar...! ¡Era la sala del trono de Noah! Y, sin duda, allí estaba. Aquel tipo ya estaba sonriendo mientras nos miraba. Mis amigos estaban todos allí. Espera, ¿esto era una trampa o había sido...?
—Gracias, Aiden —sonrió con maldad Noah —Gracias por traerlos a todos aquí. Sobre todo, a él —me señaló.
¿Aiden...? Al mirarle, dio un paso hacia delante, con la cabeza baja, y asintió. Cogió aire. En cambio, yo me giré sin decir nada a Boone. Estaba congelado de la sorpresa, al igual que yo. ¿Acaso Aiden...?
—¿Él es el topo...? —susurró el arquero, con sorpresa extrema en su cara.

Me temo que sí —respondió, sin haberle siquiera preguntado, Noah —¿No es así, Aiden? —y sonrió.

Bienvenido al videojuego, Ash Where stories live. Discover now