El templo del Universo

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Y, como dije, fue una gran caminata que hizo que el día se volviese naranja al llegar a la casa de aquel hombre al que buscábamos. Llegamos a una casa plantada en medio de la nada que era de color blanca. Tenía ventanas, pero toda ella estaba llena de plantas, como tratando de ocultarla. Nos sorprendidos todos, menos Cass y el gobernador, que no había abierto sus ojos y tampoco había reaccionado durante todo el paseo. La sangre al menos le había dejado de caer. Para ser un videojuego nos tomó mucho tiempo y yo me fastidié, porque no me gusta caminar. Al final, seguro que terminé peor que Cass, y eso que ella era la que llevaba a Allen encima. En cambio, una vez que llegamos, Cass pegó una patada a la puerta a modo llamada.
-¡Dan, abre la puerta...! -gritó nada más detuvo su ataque -¡Tengo que hablar contigo...!
Entonces, por fin, se abrió, y fue rápidamente. Cass respiró dos veces profundo, pero se dio la vuelta hacia Boone. Le entregó a Allen en sus brazos para ella quedar libre. Bueno, en teoría, ya le tocaba un poco descanso. Le puso la mano abierta a Boone y se giró a mí.
-Tú y el Rompeoídos aquí. Ash, conmigo -dijo sin siquiera mirarnos.
-Espera, Cass. ¿Yo por...?
No me dejó terminar, me metió adentro con ella. Después de hacerlo, dio un paso antes de quedarse parada.
-Cass, ¿se puede saber qué...? -empecé, pero me quedé callado al ver lo que tenía en frente.
Y es que, delante de nosotros, había otro lugar increíble. Nada más dar un paso, nuestra visión del espacio cambió a una sala aún más grande que cualquier otro lado en el que hubiese estado nunca. Estaba todo hecho de madera que brillaba, las paredes, el suelo... Luego, delante también había unas escaleras hacia arriba. Por no añadir ni incluir que no había luz, sino que solo provenía de unas velas que estaban a los lados. Todas y cada una de ellas estaban colgadas en las paredes, en el techo, también en el suelo. Además de que estaban junto a un montón de cuadros de gente que ni podía llegar a ver, puesto que era una casa alta. Volviendo a las escaleras, justo en el borde de estas había una cama. Toda ella estaba rodeada entre mil y un millón de velas que parecían más un incendio que simples velas. Para contrastar, la cama que se veía tenía las sábanas más blancas que había visto en mi vida. Y, justo sentada en ella, había una figura que estaba dada la vuelta, por lo que solo podíamos ver su espalda. Rápidamente, me hice una descripción mental. Un chico con el pelo por los hombros, pero con las puntas hacia arriba, completamente rubio, sin ningún contraste ni decoloración. Tenía una goma para el pelo que le cruzaba por detrás de este y le subía el flequillo. La ropa que llevaba era el doble de blanca que la sábana, y mira que me parecía imposible. Le caía por debajo de la cama desde la espalda, contando que tenía dos partes en los hombros que subían un poco. Los brazos los tenía apoyados entre sus piernas.
Me quedé mirándolo sin saber qué pensar ni de la guarida ni de él mismo. En cambio, Cass se puso delante de mí y cogió aire.
-¡Dan! -apretó los dientes -¡Baja aquí, vago!
-¿Es necesario que grites, Violette? -dijo con voz suave él.
Al menos eso es lo que pensé, ya que no había nadie más allí. En cambio, ni se giró ni hizo ningún movimiento. Cass suspiró, me cogió de la mano y echó a andar hacia las escaleras. Nada más dar un paso en el primer peldaño, una fuerza descomunal me entró en el cuerpo. No supe qué era ni qué hacer o decir en aquel momento. Ni siquiera sabía si me lo había imaginado o había sido de verdad. Pero una presión impresionante apareció sobre mi cabeza. Apreté de la mano a la pilla, pero ella siguió subiendo y gritando.
-¿Qué haces aquí, tío? Se suponía que no ibas a volver.
-Si de verdad te interesase por algo, habrías venido antes, Violette. Si solo quieres mis servicios como curandero, puedes ver la puerta si te giras.
-¡No he venido a ninguna de las dos cosas, imbécil! -gritó ahora la pilla.
Y yo le estaba perdiendo. ¿Quién era Dan? ¿Por qué era raro que estuviese allí? ¿De qué conocía a Cass y por qué la llamaba Violette? Y, sobre todo, ¿por qué teníamos tanta presión en aquellas escaleras? En cambio, al subir dos peldaños más, la presión se hizo peor, más fuerte, más dolorosa. Tanto que empezó a dolerme la cabeza y los ojos. Parecía que se me iban a salir de un momento a otro. En cambio, Cass siguió subiendo sin decirme nada, ni siquiera se dio cuenta que me estaba quedando atrás.
-Dan, verás... Necesito tu ayuda -se sinceró finalmente.
-Conque no venías por ser el curandero, ¿eh? -se burló el chico - Verás, Violette. Si quieres algo se mí, me tienes que dar algo a cambio.
-Cass... -le susurré por el dolor que estaba sufriendo, pero no pareció oírme.
-¿Qué quieres que te dé ahora, imbécil?
-¿Que qué quiero...?
En ese momento, Dan se agarró mejor a la cama tanto con los puños como con los pies. Se echó un poco hacia la derecha, justo antes de echarse completamente hacia atrás. Ahora su cabeza quedó dada la vuelta para observar cómo Cass y yo subíamos los peldaños. Sobre todo, se fijó en ella; yo había desaparecido del plano. Sus ojos se clavaron en ella... Esos ojos... Uno rosa, el otro verde. ¡Increíble...! Pero asqueroso a la vez. Tenía unas pestañas larguísimas y los labios finos. Tanto, que apenas se notaba la fuerza que estaban haciendo uno contra el otro para mantener su cara de seriedad contra Cass.
-Me debes una vida, pilla -dijo lentamente, pero cambió a un suspiro con una sonrisilla -¿O debo de recordarte de...?
-¡No! -gritó inmediatamente Cass; no le dejaría terminar.
En cambio, justo en ese momento giró la cabeza contra mí, como si se tratase de un búho. Pensé que se había dado cuenta de mi sufrimiento, pero la cara que llevaba me daba mucho que pensar. Y fue peor cuando hizo una sonrisa demoníaca. Se giró con deliberación hacia Dan y, con la mano que tenía junto a la mía, la subió para dejarle ver que yo también existía.
-Te presento a tu vida, Dan -expandió más su sonrisa.
-¿Qué... Acabas de decir, Cass...? -dije yo con algo de miedo, pero me ignoró.
En cambio, entre la presión y sus tirones, Cass logró subirme un peldaño más. Gracias a esa frase había ganado la atención de Dan. En cambio, yo no dejaba de temblar y de pensar en todo lo que me estaba pasando. ¿Cómo que vida? ¿Por qué debía de ser yo esta vez? ¿Por qué esta pilla me estaba entregando ahora? Y encima a un chico que ni conocía todavía. ¡Este no podía ser mi final...!
-Un momento, pilla -detuvo la voz.
Cuando miramos en frente, nos dimos cuenta de que Dan estaba justo delante de nuestras narices, sin decir nada y con los brazos entrecruzados mientras nos observaba, abriendo cada uno de sus ojos. Cass me posicionó en su peldaño y sonrió mientras ponía su brazo en mi hombro.
-¿Qué te pasa ahora, tío? -dijo sonriendo -Esta es tu vida, ¿no te gusta?
Pero no respondió, solo se quedó allí congelado durante unos segundos más, justo antes de tocarme la cara con sus uñas largas. Era más pálido de lo que creía, tenía los ojos más vidriosos de lo que pensaba y era más blanco de lo que imaginaba. Solo me tocó una mejilla para comprobar que estaba congelado. Bajó su mirada durante un momento, antes de coger aire.
-¿Te duele la cabeza? -dijo de repente.
Supe de inmediato que se refería a mí, pero me costó un poco confiar en que aquel chico estuviese allí de verdad. No parecía... Real. No como este mundo, parecía algo más... No supe describir, pero él bajó la cabeza y abrió más los ojos, como pareciendo alguien bueno y preocupado.
-¿Me puedes entender, chico? -llamó mi atención al ver que no respondía -¿Entiendes mi idioma?
-S... Sí. Sí me duele... -respondí un poco aturdido.
Para entonces, Dan había dejado de mirarme a mí para desviar su mirada cruelmente hacia Cass. Ella esperó su respuesta con una sonrisa mientras me seguía cogiendo de la mano con fuerza. De hecho, me fijé en eso, pero lo pasé por alto cuando Dan volvió a hablar.
-Lo siento, Violette -dijo caminando delante de ella -Pero no me puedo quedar con su vida.
-¡¿Qué?! -gritó de repente entre sorprendida y cabreada Cass -¡¿Por qué?!
-¿Por qué, por qué...? -hizo una pausa, pero se giró radicalmente a ella -Porque este chico es especial.
-¿Qué...? -dijimos los dos a la vez.
En cambio, él asintió sin decir más que un "sí". Miró abajo, como si le diese algo pena, pero se giró, tocándose los ojos y suspirando. Cass me soltó inmediatamente, sorprendida y aturdida. Se dio la vuelta para verme a mí y a Dan a cada vez un par de veces seguidas. Hasta que decidió correr hasta la altura del chico. Abrió las manos como sorprendida mientras él pasaba de ella.
-¡Pero, pero...! -empezó ella sin saber cómo seguir.
-No sigas, Violette -le detuvo con la mano abierta, pero la cerró para dirigir su mirada al suelo -¿Por qué has venido aparte de para fallar en tu misión de nuevo?
¿Misión...? ¿De qué hablaba aquel chico? No me estaba enterando, estaba asustado por lo que me pudiesen hacer y lo que me iba a pasar. ¿Cass me había traicionado acaso? ¿Para ella solo era una vida para Dan...? No podía dejar de pensar y, sumando la presión, me estaba empezando a doler muchísimo la cabeza. De un modo u otro, seguía sin enterarme. Por esa misma razón, Dan volvió a bajar los peldaños con cuidado y también bajó la cabeza.
-Eras una buena opción, pero no te puedo arrebatar lo poco que tienes.
-Creo que no te estoy entendiendo -me sinceré.
-Ya, lo sé -se rio de mí.
Justo en ese momento, buscó mis manos en lo más bajo de mi cuerpo. Sin quitarme ninguno de sus dos colores de ojo de encima, subió poco a poco mis manos, las cuales había cogido con fuerza, pero con ligereza, hasta tenerlas en lo alto, un poco más arriba de los hombros. Todo eso sin si quiera pestañear, y yo teniendo que aguantar el dolor. Entonces, sonrió un poco.
-Estaré encantado de contártelo todo desde el principio, si es lo que quieres -dijo subiendo el tono de voz un par de veces mientras lo decía -Pero prefiero en la profunda y solemne intimidad... Violette.
-Ya me voy, ya me voy... -dijo esta con pereza.
-¡Un momento, Cass! -la detuve al momento, y conseguí también la atención de Dan -Allen sigue herido y fuera.
-Allen... ¿Allen...? -dijo rápidamente el curandero, abriendo los ojos de par en par.
Tal fue la sorpresa que mostraba en su cara que bajó nuestras manos juntas, dejándolas sueltas. Se me quedó mirando, aun así, pero muy, muy sorprendido. Ni idea de qué le había hecho a Allen aquel tipo, pero recordé algo. Por eso, recorrí inmediatamente todo su cuerpo con la mirada. En el centro, justo en el centro de todo el pecho, llevaba un símbolo que me llamó mucho la atención... Un rombo. Aun así, la cara que tenía puesta en aquel momento decía muchas cosas, pero no llegó a decir nada. Se acercó lentamente a la pilla hasta quedar encarado contra ella. Los dos se miraron durante un momento en completo silencio antes de que Dan abriese la boca.
-Violette... ¿Qué hace Allen aquí...? -dijo, pero pareció sufrirlo al hacerlo.
-Bueno, nos lo encontramos y, al final, me vine aquí con él... -respondió mientras subía sus hombros, pero ella parecía indignada y preocupada a la vez -No sabía qué hacer con él y me dijo que quería verte.
-¿Allen quería verme...? -dijo con un hilo de voz, pero bajó la cabeza -Puedes decirle que se marche. Vamos, Ash, conmigo.
Sin preguntar ni dejar responder a Cass, me cogió de la manga y tiró de mí hacia la izquierda de las escaleras. La pilla se quedó allí, de pie, paralizada y completamente en silencio mientras Dan tiraba de mí y yo la miraba con duda. ¿Qué acababa de pasar? Pero, si había dicho aquello, ¿quería decir que Allen iba a morir? No estaba entendiendo nada, me iba a explotar la cabeza. ¡Era demasiado retorcido! ¡Todo! Dan siguió tirando de mí hasta meterme en una puerta que estaba contra la pared y medio oculta. La abrió y me dejó pasar. Ante mí había un cuarto bastante pequeño, que tenía las paredes pintadas de naranja y luces rojas. Había una cama en la esquina junto a una mesita de noche. Había un escritorio también con alguna que otra silla. Este dato fue importante, ya que cogió una y la arrastró hasta ponerla al lado de la cama. A mí me pidió sentarme en ella tan solo moviendo la cabeza. Lo entendí y asentí. Seguía teniendo dolor y presión, pero me estaba empezando a acostumbrar. El siguiente susto vino cuando se sentó justo delante de mí y me sonrió.
-¿Quieres saber qué haces aquí, héroe? -dijo con la voz más amable que había escuchado en todo el día.
-Sí, estaría bien -argumenté, pero lo pensé dos veces -Oye, ¿qué pasa con...?
En cambio, me cortó justo en el momento en el que iba a terminar mi frase. Allen estaba grave y, si le mandaba a tomar por saco, podría morir al poco tiempo. Suficiente había aguantado hasta aquel momento para tener que decirle que no tenía solución. En cambio, Dan...
-Violette me prometió una vida hace mucho tiempo, por si no me habías escuchado -empezó a contar mientras ponía sus codos en la silla -Me arrebató una valiosísima una vez y por eso ella está maldita. Por eso nos referimos a eso como una "misión", pero es más un trato. Si me devuelve aquella vida, yo arrancaría su maldición de encima. Soy curandero, pero los curanderos también podemos maldecir, que quede claro.
-Vale... -bajé mi cabeza con impaciencia y apreté fuertemente mis labios -Pero no me ha respondido a la...
-¿Podrías acaso imaginarte cuál fue la vida que me arrebató aquella pilla? -me volvió a cortar, sin expresión en su cara y sin luz en sus ojos.
-Dan... -traté de que me entendiese que no era de aquel lugar y no conocía a nadie -Creo que no sabes de lo que estoy...
-La mía -volvió a cortar, pero yo tragué saliva -Me arrebató mi propia vida.
Al momento, me quedé congelado y con la palabra en la boca. De hecho, tenía el dedo levantado para hablar cuando me dijo eso. Inmediatamente, abrí del todo mis ojos con miedo y sin entender. ¿Cómo que le había arrebatado su vida? Si eso fuera cierto, ¿estaría hablando con él ahora mismo como estaba haciendo justo? Él había cerrado los ojos, como si estuviese pensando y a la vez esperando mi respuesta. Cuando noté que las palabras regresaron a mi garganta, cogí aire.
-¿Estás muerto? -fue lo único que me salió.
-Estaba muerto, puesto que ella me mató.
Suspiré con el aire que había cogido. ¿Cómo que estaba muerto? ¿Estaba, estuvo, está...? ¿Cómo se puede estar muerto y hablando conmigo a la vez...? A no ser que yo también estuviese muerto. Abrí los ojos con miedo, pero él también lo hizo para continuar hablando, moviendo su cabeza a un lado.
-¿Te sorprende? -me dijo sin expresión en la cara.
-La verdadera pregunta es cómo no me sorprendería... Pero, pero... Si estabas muerto, ¿quieres decir que...?
-Violette me debe una vida -pasó de mi pregunta -Es decir, si alguien muere que sea de suma importancia tanto como para ella como para el resto de la sociedad, yo podría volver a la vida -volvió a girar su cabeza y a abrir los ojos con pena.
Pensé en mí por un momento. Era importante para Cass, puesto que por algo me había protegido... ¿O solo me había protegido para darme a Dan? Por lo que pensé en Allen, pero, aunque muriese él, no serviría, ya que a Cass le interesaba entre nada y menos su vida. Así que, de un modo u otro, yo era su víctima, pero Dan había negado aquella afirmación.
-Tú no puedes morir, no ahora -me señaló -Ni por mí ni por Violette.
-Oye, esto... Dan -pregunté con una sonrisilla -¿Cómo moriste?
Al momento, el curandero subió la cabeza como si fuese un robot. De hecho, sus ojos, que habían cogido un color oscuro, parecieron brillar un poco después de aquella pregunta, como una revelación. En cambio, giró su mirada y su cabeza hacia el otro lado del cuarto, hacia el mueble.
-¿Sabes lo que es Guardia Real...? -me preguntó serio, por no añadir que me trataba como si fuese tonto -Supongo que Violette habrá atrapado a alguien que no sea de Panpermia -también tenía razón...
-Sí, bueno... He estado en la cárcel por hacer maldades -me reí incluso yo.
-Entonces, sabrás lo que te digo si te cuento que yo fui uno de ellos una vez.
-Ah, ¿sí?
-Sí, y no solo eso.
Se giró con una sonrisa plena en su cara, pero los ojos los tenía de nuevo vidriosos. Ahora que ya sabía que estaba muerto, tenía sentido su palidez y sus facciones de la cara tal y como las tenía.
-Yo era el comandante de todos ellos. Es decir, era alguien de suma importancia allí -dijo, medio halagándose -Todos me tenían respeto y no solo por mi fuerza y mi clase alta para pertenecer a tal lugar, sino que era la mano derecha de Allen.
-¿Qué...? -dije yo entre entendiendo nada y menos.
Encima lo dije con una sonrisa, por lo que parecí el doble de tonto. El propio videojuego se contradecía. A Dan le daba completamente igual la vida de Allen, lo mismo que a la pilla. De hecho, le daba igual si vivía o moría, según lo que había dicho. En cambio, me acababa de soltar que era su mano derecha. ¡No tenía sentido alguno!
-Sé que sonará retorcido y te estés liando tú solo de tanto pensamiento -me leyó la mente -Pero quiero que entiendas que las cosas que pasan han de pasar. Violette Knife era la pilla más buscada del momento y yo salí a buscarla. Más bien, fue idea de Allen, pero quise creer que era mía. Por lo que me adentré en el bosque. ¿Podrías adivinar lo que pasó después?
-¿No? Soy tonto, me cuestan las cosas -me sinceré.
-¿Qué dices...? -se rio Dan y creo que fue la única vez que lo vería -Eres muy gracioso, héroe, pero creo que podría estar bastante claro. Yo he dicho que le importaba a aquella pilla y ¿por qué? Porque la encontré, pero estaba indefensa. Alguien había tratado de cazarla antes que yo en aquel momento y estaba desarmada. Es más, me pidió clemencia puesto que estaba acabando con un cazador. Y yo resulta que soy uno de los Guardias Reales que más compasión tiene. Exacto, la dejé vivir -hizo una pausa para mirar abajo, pero siguió con una sonrisa mientras yo escuchaba en completo silencio -Resumiendo, desaparecía durante las noches para adentrarme en el bosque ya que a la pilla le costó volver a como era antes. Aquel golpe le dio duro y estuvo mucho tiempo herida, entre comillas. Por eso todo fue como fue hasta que, viendo que desaparecía durante las noches y no volvía hasta tarde solo por quedarme un poco más con ella, el resto de guardias empezaron a sospechar. Y, un día que acababa de entrar en el bosque, me encontré con Allen -incluso me estaba interesando la historia y eso que no soy de escuchar mucho tiempo, por lo que abrí la boca -Me dijo simplemente una cosa; me dijo que, si quería vivir como un forastero y pillo toda la vida, no se iba a interponer, porque no le llamaba ese estilo de vida. Aparte de que lo agradecí, conseguí que se fuese. Pero duró poco ya que Allen me había mentido. Dos días después, un grupo de guardias me estaban esperando fuera del bosque. Violette, detrás de mí, me dijo que los mataría si eso era lo que yo quería. Pero morir de tal forma que te asesinen los Guardias Reales trae mala reputación a tu familia, puesto que yo era de buena clase social. Por eso me giré a la pilla y le dije que me iba a dejar capturar, sin resistirme. En el mismo momento en el que di un paso fuera del bosque con las manos arriba y pidiendo clemencia para que no me matasen, recibí un disparó en el pecho. Me salió sangre por la boca para ver el agujero que tenía en el pecho. Al girarme todo lo que pude acerté en que había sido la propia Violette quien me había dado. Se puso el arma atrás y su mirada... Jamás la olvidaré. Se dirigió a mis compañeros con un cuchillo que se había sacado del bolsillo y les dijo que, si tocaban mi cuerpo o trataban de ayudarme de cualquier manera, les acuchillaría. De ese modo, me dejaron en manos de ella, pero su plan no era exactamente salvarme... -ya pensaba que aquello era propio de Cass, pero no supuse por lo que era realmente -Y es que me trajo hasta aquí sin decirme dónde estábamos. Yo, al borde de la muerte, la pude ver una última vez cómo ponía esa cara de pilla que ha tenido siempre y me dejaba tendido en el suelo.
Así, se levantó sin decir nada más. Supuse el final de la historia. Dan estaba muerto, al menos estaba muerto aquí...
-Exacto. El templo del Universo no te deja morir ni vivir si no estás en ninguno de los dos lugares. O vives o mueres. Yo morí aquí, sobre los brazos de la pilla hasta que la sangre se derramó completamente por todo el suelo. Desde ese momento, he residido aquí. No puedo escapar si no es con o sin cuerpo, pero Violette me prometió un cuerpo para enmendar el error de haber matado a alguien en quién confiaba. Es por eso por lo que estás aquí y lo siento mucho que te haya elegido a ti -bajó la mirada y suspiró con los ojos cerrados -Puedes irte, pero, por favor, no mates a Violette después de esto.
-No lo voy a hacer, tío -dije yo, cortando su rollo; ni me lo había propuesto -Pero ¿qué pasa con eso de dejar morir a Allen?
-¿Allen...? -subió de repente su cabeza -¿Acaso Allen hizo algo después de que yo, su mano derecha, muriese? -se giró ahora con una medio sonrisa y los ojos de asesino.
Tenía sentido. De hecho, tenía bastante sentido. Por algo así iba a dejar morir a Allen. En cambio, yo me levanté para decidir ponerme a su lado. Busqué su mano mientras le miraba a los ojos. Cuando la encontré, la subí hasta la altura de nuestros hombros. Si mi misión era conseguir que Allen viviese, debía de cambiar su modo de pensar. Con ella arriba, hice una sonrisa forzada.
-Si soy alguien especial para Cass, ¿también lo soy para ti como para que no te quedes con mi cuerpo? -giré mi cabeza.
-¿Cass...? Ah, la pilla... -dijo bajando la cabeza.
Con la mirada puesta completamente en el suelo, pestañeó un par de veces para pensar en su respuesta. Yo moví la mano, como obligando que respondiera.
-Yo... Pues... Supongo que sí -la subió ahora -Sí, supongo, así que sí...
-Entonces, a mí sí me importa Allen -empecé a indagar en la conversación -¿Crees que podrías...?
-¿Allen...? -repitió con la mirada en un punto fijo, como si no se acordase de quién era.
Asentí, moviendo aún su mano y torciendo la sonrisa. Pestañeó un par de veces mientras pensaba en silencio. Después, me miró un poco dudoso.
-¿Por qué quieres eso? -replicó.
-Bueno, verás... -había que buscar una forma de decirle que era importante si quería salir de aquel juego ficticio para volver a la realidad, solo porque me interesaban los videojuegos -Es que es Allen.
-¿Y eso qué? -frunció el ceño, como indignado y sorprendido.
-Bueno, digo que... Sí, creo que es buena idea si...
-No será que... No, espera -me detuvo con la mano -Tú no eras de aquí, ¿verdad?
¡Toma, otro que sabía mi secreto! Suspiré fuertemente y me replanteé si contarle la verdad o no. En teoría, sería la primera persona a la que se lo diría, sin contar a Aiden...
-Necesito a Allen -terminé diciendo -Después, te contaré lo que ha pasado en verdad.
-¿Todo, todo...? -se detuvo otro momento, mirando hacia abajo un poco extraño -Mhm, no me vale del todo...
-¡¿Qué más necesitas para salvar al gobernador?! -rechisté ya nervioso.
-Dirás ex... -ni lo entendí -Pero quiero algo más.
-No será algo con Violette, ¿verdad...? -levanté la cabeza con pereza, pero él sonrió un poco.
-Sabía que lo sabías -giró alegremente su cabeza.
Suspiré más fuerte. Antes de poder salvar a Allen, necesitaba un cuerpo, una vida. Sin contar que Allen tenía un tiempo límite de vida y cada vez se estaba reduciendo más y más. Al final, le dejé allí plantado, frente a la mesa.
-Lo tengo que pensar... -resumí.
-Rápido, rápido -metió prisa este, pero con un tono alegre.
Por esa razón, salí rápidamente de allí por la puerta. Cass había salido, por lo que yo también decidí hacerlo. Fuera, Boone y Aiden estaban sentados. El primero tenía a Allen apoyado sobre sus piernas. Estas estaban llenas de sangre que el gobernador estaba dejando caer. Cass estaba al otro lado, callada mientras tenía algo entre los dientes, mordiéndolo mientras esperaba algo. Cuando salí, la reacción fue rápida.
-¡¿Qué ha pasado, Ash?! -empezó Aiden muy nervioso -¡¿Te han herido?!
-No, Aiden...
-¿Quién era esa persona de la que la dichosa pilla nos estaba hablando? -intervino Boone mientras subía su brazo, el cual tenía apoyado en la cadera de Allen.
-Dan -respondió ella -¿Qué te ha pedido que hagas ahora, héroe?
-¿Cómo sabías que...? -pero recordé que era un videojuego -Me ha dicho que cumplamos tu misión si queremos salvar a Allen.
-Tiempo limitado, tiempo limitado -se levantó Aiden, señalando al gobernador -¡Allen se muere!
-Así que tenemos que hacerlo rápido, ¿no? -susurró Boone, bajando la mirada, pero sonrió -Pues vamos allá. ¿Cuál es esa misión, maldita?

Bienvenido al videojuego, Ash Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt