Rei no... ¡Freddie!

16 3 2
                                    

Y así fue cómo tratamos de coger a la mujer, la cual había robado, no sólo las dagas de Cass, sino que...

—¡¿Y mi mochila?! —grité recordando la pócima que llevaba.
—Maldita ladrona... —susurró el arquero.
Por esa misma razón era por la que él y yo habíamos echado a correr. Aiden y Elías también habían decidido seguirnos, pero el gobernador se quedó solo caminando a un paso aburrido y lento. Nosotros, contando a Cass, teníamos el mismo objetivo, y es que, si no podíamos pillar a esa chica, no podríamos seguir con el juego, ya que la pócima ahora debía dársela a Noah en vez de a Allen. De un modo u otro, ¡esa mujer nos debía algo importante a todos! Por eso me dieron más ganas aún de correr. Increíblemente, si me esforzaba, podía lograr cosas. Esto lo digo porque, cuando abrí los ojos después de haber estado haciendo esfuerzos en todas mis piernas, me vi al lado justo de la pilla. Ella, que ya iba rápido de por sí, me miró mal y metió más carrerilla. Rei no estaba delante, debía de llevarnos una buena ventaja. Por esa misma razón, el arquero corrió aún más y, la verdad, era muchísimo más rápido que la pilla, a la cual le fastidio el dato. Pareció meter el turbo cuando pasó a su lado y continuó corriendo a toda velocidad.
—Tsk... ¿Te crees tú más bueno que yo en algo...? —sonrió la pilla, juguetona —¡Vas a ver lo que tengo bajo la manga!
Y así fue cómo ella también pareció encender un cohete justo detrás de ella para ir aún más rápido que Boone. Los dos iban a la par, corriendo uno al lado del otro y con cara de asesinos. Ya ni parecía una persecución, pero, bueno, esto llevó a una pelea, la cual no pude escuchar porque estaban bastante lejos de mí. Es más, yo creo que empecé a bajar el ritmo cuando vi que Elías y Aiden, que iban empatados, me cogían.
—¿Cansado, héroe? —sonrió el guitarrista —Como en el bosque.
—Sí, ya, no me lo recuerdes —le hice callar con cara de pocos amigos.
—¿No hay otra forma de coger a esa chica sin necesidad de perseguirla? —preguntó sin mirarme.
—Si la hubiese, ¿crees que la seguiría persiguiendo? —suspiré.
En ese momento, entre nosotros dos, en donde estaba corriendo Elías, se detuvo, quedándose parado así en el suelo. Como Aiden y yo estábamos corriendo, no nos detuvimos tan rápido como lo hizo él, pero nos quedamos un momento mirándonos antes de hablar.
—¿Elías...? —dije en voz alta.
—Se ha parado —argumentó Aiden.
En cambio, no nos detuvimos todavía, puesto que no rentaba. Sino que, desde atrás, fue Elías quien nos hizo parar.
—¡Cuidado, vosotros dos! —empezó diciendo —¡Apartaos a un lado!
Al mirarle, descubrimos que estaba moviendo una de sus cadenas de arriba a abajo. Gracias a eso, el color, a modo halo, morado y rosa volvió a aparecer. Me detuve para juntarme contra la pared. ¡Tenía sentido! Él era el único que había pensado después de que Aiden hablase. ¡Había pensado otra manera de capturar a la mujer! Por esa misma razón, echó de repente hacia atrás del todo su cadena y cogió aire.
—¡Atrápala, cadena! —dijo, justo antes de hacer fuerza contra ella y lanzarla en frente.
Entonces, con el impulso que le metió Elías y la velocidad que llevaba, sumando así la magia que tenía, la cadena pasó a nuestro lado a una velocidad casi difícil de ver. Es más, pasó y noté calor a mi alrededor. ¡Había usado todo lo que tenía...! Con sus fuerzas y su velocidad, la cadena llegó pronto a donde estaban Boone y Cass, todavía pegándose. Les cruzó por en medio justo en el momento en el que se habían dado un empujón uno contra el otro y se habían caído al suelo. Los dos se quedaron medio segundo analizando lo que acababa de pasar, pero rápidamente giraron su cabeza hacia en frente. Allí, frente a ellos, se encontraba Rei. En cambio, giró una esquina, ya que lo que se le venía encima no era más que muro. Pero, y para la sorpresa de todos, la cadena hizo un movimiento increíble y nada esperado. ¡Giró! Así, mágicamente, la cadena giró. Y, justo después, pudimos escuchar un ruido de metal muy fuerte. Todos nos detuvimos... Miento, Boone y Cass se detuvieron por unos segundos, esperando para ver si iba a ocurrir algo más fuera de lo normal, pero, como no fue el caso, volvieron a correr. Yo me giré, aunque Aiden se me adelantó.
—¡Ha sido genial, Elías! —saltó de la emoción —¡¿Cómo se te ha ocurrido eso?!
—Tú me has dado pie, trovador —sonrió este, con la mano todavía enganchada a la cadena —¡Formamos un buen equipo!
—Oye, que yo también he colaborado... —dije con pena, tratando que se acordasen de mi presencia.
Después de eso, los tres decidimos correr junto a Boone y Cass. En cambio, cuando dimos la vuelta a la esquina, nos quedamos congelados. Y es que solo estaban las cadenas, todas y cada una de ellas tiradas en el suelo y bastante rotas. Cuando lo vio Elías, sí que se quedó con la mirada clavada en el suelo. Pero, en cambio, apretó los dientes, mirando abajo. Todos nos quedamos un momento esperando para saber su siguiente movimiento, pero subió la cabeza con ira, antes de nada.
—¡Esa mujer no se merece que seamos sus amigos...! —cerró fuertemente sus puños, pero comenzó a caminar —La próxima vez, no tendré piedad...
Vaya, así que así era cómo se ponía Elías cuando estaba enfadado. En verdad, me sorprendió. De todos modos, volvió a coger carrerilla, ya que la chica iba rápido. Si queríamos cogerla...
—¡Tengo un plan! —gritó Cass mientras corría —¡Pero tenéis que hacerme mucho caso!
Suspiramos, pero, si era lo que tocaba... En fin, podemos decir que, unos metros delante de nosotros después de haber corrido por unos minutos, volvimos a encontrarnos con la chica. Elías fue el primero en hacer un movimiento; de nuevo usó sus cadenas. Pero esto ya se lo sabía de antes, por lo que saltó para romper las cadenas cuando cayese. En cambio, en cuanto la vio en el aire, Boone, que había cogido carrerilla y se había subido a una pared de un salto, se lanzó contra ella.  Aun sin haber visto ni escuchado nuestro plan, lo esquivó. Pero, justo después de que saltase al otro lado, haciendo así que Boone se comiera el suelo, Cass corrió por el otro lado. Y es que nuestra pilla parece más tonta y menos ágil de lo que es, ya que se lanzó contra el suelo... Bueno, tal vez sí que era tonta. Pero eso fue lo que pensé yo, ya que, justo en el momento en el que se lanzó, Rei saltó hacia atrás para esquivar a Boone. Así fue cómo Cass cayó encima de la ladrona y dieron unas cuantas vueltas por el suelo. Al hacerlo, mi pócima, la mochila, el arco, las flechas, la guitarra y las dagas cayeron por todo el suelo. Nada más ver sus preciadas armas, Cass cogió una, la levantó con todo el brazo hasta lo más alto que podía y la bajó sin pensar en las consecuencias. La clavó a un centímetro de la cara de la ladrona, la cual no se había quitado ni la capucha... Típico de los videojuegos...
—¡¿Quién te crees que eres para robarme a mí, a Violette Knife?! —le gritó con los dientes bien apretados.
En ese momento en el que no respondió, Aiden, Elías y yo llegamos tras correr. También se levantó Boone, pasándose las mangas por la boca. El carcelero, por precaución, lanzó una de sus cadenas. Es decir, a nosotros cuatro nos quitaba hasta la ropa, pero al carcelero no se le había acercado si quiera. En fin, volviendo al tema... Enrolló a Rei de arriba a abajo con sus cadenas, asegurándose así de que no tendría escapatoria. Cass estaba tan furiosa que le fue costoso quitarse de encima de ella... Digamos que se quitó sola, porque fue gracias a mí que la quitamos, ya que la cogí de los sobacos para quitarla de en medio. Suspiró.
—Me da igual quién quiera que seas, pero ya te has ganado una enemiga... —suspiró con enfado.
En cambio, ella no se movió, ni siquiera de dignó a responder. Entonces, yo empecé a mirar con algo de curiosidad por encima de ella. Sobre todo, me empecé a fijar en su cara. ¿Cómo sería la chica que se ocultaba bajo la capucha? ¿Cómo sería la cara de la ladrona...? Viendo mi típica curiosidad, el arquero resopló, sonriendo.
—Puesto que tenemos prisa por dos personas de aquí, puedes ser quien le quite la capucha.
—¿Yo? —me señalé, sorprendido.
—¿Quién más? —se rio él.
—¿Por quién tenemos prisa? —levantó la cabeza Aiden.
—Pues... Por Dan, sobre todo —dijo mirando hacia atrás, ya que el curandero seguía cogido a él —Y por el pesado del gobernador que... ¡Que no está!
—Agh... Qué pesado es —se lamentó el Rompeoídos.
De nuevo, Allen se negaba rotundamente a correr. Por eso iríamos a por él un poco más tarde, ya que primero venía la chica. Con cuidado y con ligereza, cogí con dos dedos la parte de arriba de su capucha y, justo después, la deslicé sigilosamente hacia atrás. Nada más hacerlo, todo el pelo, a modo flequillo, cayó rápidamente hasta taparle los ojos, los cuales tenía cerrados. Como dije, tenía el pelo morado, pero un morado clarito. No lo tenía tan largo como muchos de los que estábamos allí, sino casi tanto como Dan. Lo llevaba por encima de los hombros y muy alborotado. Aparte de dos mechones largos que le caían a los lados, justo por donde las orejas. Casi llegando al final, tenía unas pequeñas coletitas, una en cada una. Tenía una cicatriz en sus labios, la cual le cruzaba de arriba a abajo. Después de verla por medio segundo, abrió un poco sus ojos con cuidado, temiendo por si podíamos hacerle algo. De nuevo, sus ojos eran más grandes y naranjas que cualquier otro objeto de ese mismo color que había visto en mi vida. Tenían un brillo un tanto especial. En cambio, pareció reírse o bien suspirar.
—Me he dejado coger —sonrió ante la mirada de asco de todos.
—Sí, sí, ladronzuela... —dijo con desprecio el arquero —Lo que tú digas...
—¿Por qué nos ha dicho Oliver que ella es buena para la misión? —nos miró Aiden con su duda.
Todos levantamos los hombros, todos menos Rei, que se puso a reírse. Ahora la miramos peor aún. De todos modos, sabiendo su nombre, se levantó del suelo, con las cadenas rodeándole el cuerpo y, con los ojos cerrados y una sonrisa, se dio aire de superior.
—Me llamo Rei, y no soy una ladronzuela —sobre todo, se dirigió con esa mirada de asco a Boone —Es más, se podría decir que ladrón es algo un poco mejor de lo que soy. Soy una pirata en tierra.
Al decirlo, pareció incluso alegrarse. Sonrió a más no poder y se echó un poco hacia atrás. Claro que esto lo hizo con la desaprobación de todos y cada uno de nosotros. En cambio, echó hacia atrás su pelo para mirarnos mejor.
—¿Cuál es vuestra misión, si se puede saber? —dio un paso hacia atrás y volvió a hablar —¿Por qué me habéis traído aquí con vosotros, sin saber ni de qué clase soy?
—¿Cuál es tu objetivo? —soltó Aiden, bajando la cabeza —¿Tu ideal?
—¿Mi ideal dices...? —dijo la nueva, mirando ella hacia arriba —Buena pregunta, pequeño trovador.
Se quedó un momento mirando hacia arriba, como pensando. Tiempo suficiente fue para recoger nuestras cosas del suelo y que Allen por fin diese la vuelta a la esquina. Se indignó al vernos parados, ya que él pensaba que le quedaba menos recorrido del que se había hecho... Se tenía que indignar por una cosa u otra, estaba claro. En cambio, una vez todo recogido, noté cómo un brazo se me enganchaba alrededor del cuello y cogiendo fuertemente mi hombro. Después, escuché su risa.
—¡Vaya, vaya...! —se burló Rei —Parece que alguien no tiene armas ni ganas de luchar, ¿no, héroe?
—¿Por qué todos me llamáis héroe si todavía no he movido ni un dedo por vosotros?  —me aparté, sabiendo aun así que no lo haría. Mucho trabajo...
—Bueno, sé diferenciar a un héroe de un ladrón, ¿no crees? —volvió a abrazarme por lo alto, lo que hizo que me diese cuenta de algo, pero se me adelantaron.
—¿Y las cadenas...? —flipó Elías de repente, al ver que a la pirata le faltaban todas de repente, como si hubiesen desaparecido.
Pero no fue así, ya que, de repente, ella se giró con una sonrisa. Después, le mostró que las había recogido y las llevaba en la mano. ¡Así, como así! Increíble, ni lo había visto...
—Ladrona pirata —se indignó Allen, sacando su lengua.
—Normal, es más o menos lo mismo, aunque, se podría decir que... —pero, de repente, se detuvo en seco.
Algo así, vamos. Se quedó en blanco, paralizada, con el dedo subido, la cara congelada, los ojos muy abiertos y la boca levemente abierta, mostrando sus dientes. Todos nos sorprendimos de aquello. Pero fue a más cuando se movió lentamente hacia el gobernador. Este ya iba a empezar a quejarse, justo en el momento en el que Rei hizo otro movimiento. Se partió de la risa... Ni más ni menos. Allí, frente a todos, se cogió de las rodillas, aguantando su sonrisa. Después, medio abrazó a Allen y se decidió hablar.
—¡Ay, mi pequeño gobernador está en problemas...! —dijo, poniendo afecto emocional, como si se tratase de su madre —¿Noah te ha hecho esto? —ahora le tocó la cara.
Allen, que se había quedado con cara de indignación y asco, paralizado así, pestañeó un par de veces antes justo de mirar a la pirata. Después, asintió con la cabeza baja. Rei le dio unos toques en la espalda, con cara de pena, o de madre preocupada más bien...
—Pobrecito —siguió —¿Adeleide no sabe que los hermanos van antes que los novios? Además, tú eres más pequeño que Noah, ¿no es así? No tienes ese nivel de poder tanto físico como psicológico como lo tiene él. ¿No pensarás que...?
—Sí, ya lo sé, sí... —la cortó Allen, moviendo sus brazos para escapar de allí.
Después, suspiró. Me miró a mí e hizo un movimiento simple con la cabeza; quería que nos moviésemos. Y así fue cómo volvimos a las andadas, pero, por otro lado. Cass volvió a los mandos, pero vigilando ahora muchísimo más de cerca a la pirata, la cual parecía despreocupada por la vida. No sabía si habernos traído a aquella chica había sido la mejor idea. ¿Cómo podíamos lidiar con ella? No parecía hacer caso ni a Cass ni a Boone. Menos a Elías y a Dan, aunque ni lo habíamos intentado. Al único que pareció cogerle afecto fue a Allen, con el cual iba charlando. Fue la primera vez que el gobernador no pareció indignarse con ella al hablar.
—¿Has pensado en algo para ir contra ese tipo? —le decía Allen, caminando cada vez más lento para molestar.
—Soy una pirata, tenía pensado robarle la corona... Aunque no hubiese valido de nada, hubiese sido divertido ver a todos esos guardias de las manos negras buscando por todos lados.
—Sí, la verdad —sonrió Allen. ¡Un milagro...!
—¿Manos negras...? —levantó de repente la mirada la pilla.
Y es que ella no se sabía la historia como la que Oliver nos había comentado a Elías y a mí. Por eso se la conté mientras caminábamos por eternos pasillos que no tenían ni bifurcaciones. Cass se quedó helada al escuchar aquello. Me miró con algo de miedo en la cara, pero yo solo pude asentir.
—No te creo —giró su cabeza de lado a lado —Es imposible que Noah tenga tal habilidad.
—Puedes comprobar la mano de Elías si no me crees —giré mi cabeza —Le dio la mano.
—¡Sí, y está negra como el carbón! —remató el propio carcelero.
Nos detuvimos un momento para que Cass pudiese contemplar la mano que llevaba el carcelero. Por lo menos había sido la izquierda, ya que esta parecía estar muerta, podrida. No respondía a lo que quería Elías por mucho que lo intentase. Parecía tener control propio sobre ella misma... Muy turbio. En cambio, Cass bajó la cabeza y suspiró.
—Estamos perdidos ahora —suspiró —Entre un tipo que puede corrupcionar a la gente, la princesa que le apoya y otro tipo que usa la espada a modo arma...
—¿Quién usa la espada a modo...? —pregunté, pero alguien me cortó.
Tal vez no alguien, sino algo. Algo salido de la nada por detrás impactó justo en la pared, haciendo un enorme boquete en ella. Me quedé sorprendido y aterrado... No lo había visto venir si quiera. Me giré junto al resto de mis compañeros a una velocidad increíble para el ojo. Y, allí, plantado justo detrás de nosotros, una figura, un alguien familiar nos esperaba. Llevaba todo el cuerpo de armadura y solo un arma enorme, la cual era una espada. Al girarse Elías, saltó de la emoción, o puede que por el miedo.
—¡Freddie...! —gritó con los ojos bien abiertos, pero cambió radicalmente —¡¿Cómo te atreves a hacerlo daño a Oli...?!
—¡Cállate, rubito! —le detuvo Freddie, poniendo su mano delante —¡Vuelve!
No sabía a quién se dirigía de buenas a primeras, pero algo me cruzó la mente. Era más que imposible que supiese por donde estábamos, ya que no habíamos montado escándalo, ni pegado unos a otros, ni gritado... O eso creía, pero allí estaba. Eso solo quería decir algo...
—¡Hay un topo entre nosotros! —me giré a Boone, ya que sabía que él lo entendería mejor que ninguno otro.
—Un topo, ¿eh...? —pensó, pero no hubo tiempo de reaccionar, ya que pasó algo increíble.
A quien llamaba no era a una persona, sino que pedía al propio arma su regreso. Increíblemente, está se movió por muy poco al principio, pero, cuando estrujó más fuerte su mano, por fin respondió a sus llamadas con un rápido movimiento que hizo que la espada volase desde la pared hasta la mano del guardia de nuevo casi sin dar tiempo a que la viésemos. ¡Increíble...! Pero era malo. Cogimos todo el aire que pudimos y echamos a correr con todas nuestras ganas. Si no queríamos perder la cabeza en el acto, ¡más nos valía huir! En cambio, Freddie volvió a lanzar su arma y, esta vez, cuando impactó contra la pared, rebotó después de que él moviese sus dedos, como si se tratase de un titiritero. Elías esquivó la espada al lanzarse al suelo, por lo que fue directa hacia Rei. Ella la vio, cogió aire y se dio la vuelta, no sin antes de que esta rajase una parte de su ropa y, probablemente, de su carne. Aun así, no podíamos detenernos. Giramos una de las esquinas que estaban frente a nosotros y, justo ahí, Elías se dio la vuelta para subir sus manos. Tan rápido lo hizo, todo el hueco de la puerta se cerró gracias a las cadenas de su cuerpo, haciendo así una equis y muchas más formas. Después, suspiró y se giró, aún con sus manos subidas y una sonrisa.
—¿Estáis bien?
Y, antes incluso de contestar, el primero que hizo un movimiento no fue otro que el curandero. Abrió los ojos y levantó la cabeza, tocándosela. Boone suspiró y, por fin, pudo bajarle al suelo, deshaciendo el hechizo de las cadenas.
—Agh, me terminé desmayando…—miró abajo con pena, pero rascándose los ojos.
—¡¿Estás bien, Dan?! —fue corriendo Cass a su lado, pero se lo pensó dos veces —Una palabra y te arranco los ojos.
—Hecho —sonrió Boone.
Dan pestañeó un par más de veces antes de poder abrir del todo sus ojos. Aunque, una vez del todo abiertos, le costaba mantenerlos. Cass le tocó la mejilla... Pero luego nos dice que no digamos que no son novios... En fin. En cambio, cuando apartó una parte del pelo del curandero, se quedó callada. Abrió sus ojos y cogió aire.
—¿Qué pasa, Vio...? Digo, Cass —abrió del todo sus ojos.
—Dan... Tu cara... Tu... —pero no continuó de ahí, sino que sonrió y le dio un toque en su cabeza —No pasa nada, no te preocupes.
Se levantó, dejando al curandero con la duda. Él nos miró a nosotros, pero yo no le vi nada extraño en su cara. Así que levantamos los hombros. Una vez el curandero estaba bien, nuestra siguiente paciente venía enseguida. Y es que a Rei le habían hecho un corte casi en el cuello. Apenas sangraba, pero era profundo. En cambio, eso no es lo que más nos llamó la atención, sino que...
—¡Eso está mal...! —dijo Aiden, tapándose los ojos —¡Tápate, tápate!
—Aiden... —suspiré yo —No es casi nada...
—¡Es malo! —rechistó.
Y es que justo le había cortado en la parte superior del ombligo, por lo que ahora su capa, aparte de caer hacia abajo, también estaba rota de arriba. Y se podía ver parte de su ropa... ¿Cómo decirlo...? Ropa que no deberíamos de ver si no es verano. Aun así, a Rei no pareció molestarle su nuevo cambio de look.
Es más fresco y me puedo mover mejor —dijo, estirando sus brazos —Creo que incluso me gusta más.
Sin duda, aquella mujer estaba loca. Después de suspirar, Dan se acercó a ella con la mano amarilla. La pasó con cuidado por su herida y, aunque no fuera mucha cosa, lo agradeció con una sonrisa pícara. En cambio, no todos ganaron en aquel trato.
—¡Dan...! —se quejó Allen, como siempre —Luego dices que te mareas por ayudarme a mí, dichoso Guardia Real...
—No es eso, Allen... —sonrió, extraño... —Por si la herida va a más, es mejor prevenir que...
—No, te callas —le señaló ahora —Si después me muero, ya sabéis de quien es la culpa —nos dijo a nosotros, pero le ignoramos.
Entonces, me di cuenta de algo. ¿Todo estaba pasando tan lento porque sí o porque...? Bueno, fue justo en ese momento en el que la espada atravesó sin preguntar ni avisar toda la puerta de cadenas de Elías. Nos quedamos pálidos y, por suerte, no alcanzó a nadie. Detrás, estaba, sonriente bajo la armadura, Freddie. Volvió a llamar a su espada y todos tuvimos que agacharnos por si acaso. Después de eso, volvimos a la carrera. En cambio, Boone se me acercó por detrás y me echó a un lado, explícitamente para hablar.
—¿Cómo es que tenemos un topo? —me susurró.
A mí ya se me había incluso olvidado aquello, por lo que me iluminó la mente. Cogí aire y bajé la cabeza.
—Es imposible que supiese dónde estábamos si ni se había dado cuenta de que no seguíamos allí —incluso pensé críticamente —No ha sonado ninguna alarma ni han dado el aviso de que nos hemos escapado. Es como si... Como si ya supiesen que íbamos a hacerlo.
—Para no saberlo, teniendo a la dichosa pilla... —se rio.
—No, pero ya sin eso... Es decir, ha venido directamente hacia aquí, eso quiere decir que ya sabía que nos íbamos a meter por ese pasadizo antes de por cualquier otro.
Pude ver cómo cogía aire y se le iluminaban los ojos al momento. Lo había entendido, por fin. Pero tenía sentido. Al menos, yo le veía el sentido. ¿Cómo sino sabrían dónde estábamos? Boone me agachó la cabeza, ya que Freddie lanzó de nuevo su espada, riéndose. Después, volvió a hablar.
—Y ese topo está aquí, ¿no? —dijo sin mirarme.
Asentí con la cabeza. Miré a mis alrededores y pensé en todos mis amigos.
Cass era más que imposible, no había estado en todo el tiempo. Aiden era demasiado frágil para ser un topo. Elías se había mostrado bueno ante nosotros y nos acababa de salvar con su puerta. Dan había estado malo todo el tiempo; no había visto interacción con otros personajes. Allen era el gobernador, jamás se hubiese mostrado de una forma distinta a como se mostraba ahora. Incluso me fue difícil pensar en cómo sería si no. Y Rei... Rei...
—Oye, no será la pirata, ¿no? —dije de repente y Boone subió la cabeza, como con duda.
—Ella se ha metido aquí porque sí —subió sus hombros —No entiendo qué mérito tiene ese de coger nuestras cosas y huir, sabiendo que no eres parte de nuestra ideología de Allen. Para eso mejor ni espía ni topo ni nada.
Sonreí, pero me estaba empezando a cansar de correr. En cambio, la persona que llevaba detrás era un Guardia Real; estaba entrenado para poder soportar de todo, así que una carrerita no le cansaría. Pero esta vez no fui yo quien se quedó atrás, ni siquiera Allen que pareció animarse un poco a correr, sino...
—¡¿Pero tú eres tonto?! —le gritó la pilla desde delante —¡Los curanderos sirven para curar, no para luchar!
Y es que Dan estaba teniendo complicaciones para correr. Normal, también pensé. Acababa de despertarse, no tendría fuerzas suficientes. Si Freddie daba un par de zancadas con esas piernas tan, pero tan largas que tenía...
—Ash, cuídame el arco —me dijo, antes de pasarme el arma.
Después, y ante solo mi mirada, corrió hacia atrás hasta ponerse a la altura del curandero. Una vez así, decidió volver a cogerle, a pesar de que a Dan le daba palo que le cargasen de nuevo. En cambio, Boone abrió sus ojos al verle la cara.
—¿Tus ojos siempre han sido de dos colores? —giró su cabeza, pero Dan la bajó, suspirando.
—Sí, siempre... —respondió con pena.
—Vaya —miró hacia delante —Y yo que pensé que el color negro de los ojos es muy extraño...
Después de eso, le agarró, más obligado que otra cosa, de los tirantes y volvió a cogerle sobre su espalda. Es decir, teniendo medio de su cuerpo por fuera. He de recordar que aquel tipo ya me había llevado a mí, a la Parca, al asesino... Era un monstruo con su fuerza. Dan cerró los ojos con fuerza cuando Boone se puso a mi altura de nuevo. Miró hacia atrás con pocas esperanzas.
—¿Qué podemos hacer para que se detenga, curandero? —seguía sin saberse el nombre...
—No puedo pensar ahora mismo; estoy mareado todavía —se lamentó con un suspiro.
En cambio, y como si no se tratase de un videojuego para nada, quien actuó ahora fue Elías. Se dio la vuelta y lanzó su cadena al aire para hacer que le recorriera todo el cuerpo. Lo consiguió, pero aquel tipo se las quitó de un manotazo. Y, justo en ese momento, al mirar hacia atrás, me di cuenta de que quien nos perseguía no era Freddie... ¡O sí! Pero había algo extraño, algo que no supe decir qué era...
—¡Su armadura! —se sorprendió el músico —¡Se la han quitado!
Cuando miramos en frente, pudimos comprobar que la pirata se reía. Y es que ella había usado sus técnicas extrañas y había arrancado la armadura de encima de la ropa del guardia. Ahora nos perseguía con otro aspecto. En cambio, me aterrorizó nada más lo vi...
—Media cara negra... —susurré. 

Bienvenido al videojuego, Ash Donde viven las historias. Descúbrelo ahora