Las ideas pillas

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De repente, me desperté en la oscuridad. No recordaba haberme quedado dormido, pero podría ser... Sí, podría ser. Del aburrimiento de estar encerrado y de la poca conversación que me daba Elías... Bueno, poca. Poca no era, pero es que no quería escucharle. Levanté la mirada con pereza para ver el pasillo completamente apagado. Sería de noche, supuse. Decidí levantarme. Justo en la pared apoyado, con las piernas cruzadas y le capa tapando su cuerpo, estaba el carcelero con los ojos cerrados. Claro, yo me había apropiado de la cama y no le había dejado dormir en ella, por lo que él se había quedado en su esquina. Cass seguía más desaparecida que nunca, porque allí no estaba. Caminé hasta la puerta y me apoyé en ella. El pasillo estaba en completo silencio, todo oscuro y aislado del mundo. Oliver también debía de estar durmiendo, pero no aquí. En cambio, decidí girar un poco mi cabeza. Si lograba ver a Allen, podría saber cómo estaba. Según Dan, si no se tomaba la medicina cada poco tiempo, podría morir. También Dan debía descansar ya que, sobre todo él, había trabajado durante todo el día. Sin mencionar lo de Noah... En ese momento, me giré un poco para ver a Elías. Su mano debía de seguir corrupta, así que decidí comprobarlo. Me acerqué sigilosamente para quitarle el guante de la mano izquierda. Tampoco quería despertarle; era una misión secreta. Aún sin quererlo, de repente, cuando agarré su guante, sonrió.
—Buenos días, héroe... —susurró —¿Se puede saber qué haces?
Salté del susto hacia atrás. ¿Cómo decirle que quería ver su mano corrupta de una manera...? Aun así, él se empezó a reír cuando vio mi reacción. Con la sonrisilla y tratando de ocultarlo... En cambio, la tos de nuestro gobernador hizo que Elías abriese los ojos y que yo detuviese mi pose. ¡Allen estaba bien! Bueno, tosiendo, pero bien. Me asomé rápidamente al pasillo para ver cómo Oliver había aparecido por una puerta y corría en busca de Allen. Se plantó frente a la celda y abrió sus ojos.
—¿Necesitas algo, ex gobernador? —le susurró, pero Allen levantó descaradamente su mirada.
—Sí, gracias por darte cuenta que sigo encarcelado —dijo sin preocuparse por su vocabulario —Si me sacases de aquí estaría mejor, vasallo enano.
—Agh... —se lamentó —Allen, no puedo hacer eso...
—Oye, a mí me hablas en tercera persona, imbécil —le cortó.
—¡Ya no eres gobernador...! —subió su cabeza con asco —Y no me llames enano.
—Lo que sea.
Yo, que estaba mirando desde mi posición y estaba muy calladito, me di cuenta que había algo extraño. Al mirar delante, noté la mirada de Boone que estaba mirando justo hacia Allen. ¡Claro, Boone tenía vista completa del panorama! Él sabía qué estaba pasando y cómo estaba comportándose Allen. Que injusticia...
—¿Qué te cuentas, Oli? —oí a mí lado, justo cuando movió su cuerpo e hizo mover sus cadenas.
Elías, a mi lado, sonrió con cara de bueno. Aún no le había devuelto el guante, por lo que me enseñó cómo estaba su mano. ¡Menudo espectáculo tan desagradable...! Su mano estaba negra como el carbón, pero seguía siendo lisa a pesar de que se notaba cada una de sus venas y huesos. Rápidamente, miré a otro lado mientras Elías se reía. Pero devolvió la mirada a Oliver.
—¿Qué pasa, Oli? ¿No me quieres ni ver la cara, amigui? —de repente, abrió sus ojos y cogió aire —Ah, no me digas... Que ya no quieres ser mi amigui...
—Cállate, Elías —le dijo con asco, pero abrió sus ojos para dirigirse a la celda de Allen, aunque no se dirigía a él —Dan, ¿te encuentras bien?
Al momento, abrí mis ojos y miré a Elías. Él movió su mano negra como si fuese algo de lo que alegrarse, pero estaba igual de sorprendido que yo. ¿Dan no se encontraba bien? Pero, después de mirar un segundo más a Elías, me vino un recuerdo a la memoria. Noah había tocado a los dos, ¿no? El problema venía en que Elías había detenido la corrupción, pero ¿y Dan? Me pegué tanto contra las barras de metal que incluso me hice daño. Y es que tenía muchísima curiosidad y nerviosismo. Si Dan estaba corrupcionado y estaba con Allen...
—Oliver, no es nada, no es nada... —le dijo Dan desde el otro lado en el momento en el que el Enano Real abría su puerta con la llave —Es solo que me he mareado un poco de usar el poder con Allen por la noche... No te preocupes, no es nada...
—¿Estás seguro? —insistió con cara de duda.
—Sí, estoy mil por cien seguro...
Aunque dijese eso e insistiese en que se encontraba bien, Oliver no se lo tragó. Abrió la puerta de metal y sacó a Allen. Si Dan estaba corrupto, Allen estaría en problemas. Y, por el contrario, si decía la verdad, el gobernador no estaría a su lado dando la brasa con todo. En cambio, y para nuestra sorpresa, nos metió a Allen en nuestra celda. Es decir, Cass se iba, pero nos metían a otro. Encima, tenía que ser el gobernador...
—¿De qué sirve sacarme de una para meterme en otra, tonto? —sopló del enfado.
—Te callas, Allen —levantó la mirada, haciendo que el exgobernador se enfadase aún más, en cambio, él susurró —Si Dan está corrupto, tengo que protegerte. No lo hago por mí y mucho menos por ti, sino por la princesa.
—¿Y a mí qué? —terminó Allen con los ojos entrecerrados, lo que hizo que Oliver se desesperase y finalizase la conversación.
Después, se pasó a ver cómo estaba el curandero. Nada más llegar, Allen se fijó en mí. Caminó hasta pegar su nariz contra mi frente, poniéndose un poco de puntillas, y me miró con una mirada muy fría y gris.
—¡Tú...! —fue lo primero que dijo, ya que suponía que no se sabía mi nombre siquiera —Quítate de ahí.
—¿Qué...?
—Que te quites, vasallo sordo.
Al darme cuenta de donde estaba, le miré sin saber qué decir. Y es que yo estaba sentado en la cama. Allen lo que quería era echarme para sentarse él.
—Mi celda, mi cama, ¿te queda claro o eres tonto? —entrecerró sus ojos con peor aspecto.
—Pero si acabas de llegar —rechisté —Yo llevo aquí desde...
—Me da igual, ahora es mi celda. ¡Así que, aparta de mi cama...!
Nada más decirlo, se puso a mi lado y comenzó a empujarme hacia el otro lado. Todos aquellos pensamientos e ilusiones que tenía sobre Allen se desvanecieron cuando vi la fuerza que tenía y usaba contra mí. Menos mal que los gobernadores tenían fuerza, porque Allen no me movió ni un centímetro. Seguramente, era porque estaba enfermo, pero, aun así, un simple empujón mío le tiró de la cama. Suspiró fuertemente y, después de más y más empujones de ambas partes, Allen y yo nos quedamos sentados uno al lado del otro sin decir nada; él con enfado en la cara.
—¡Allen! —le señaló en ese momento Elías con una sonrisa —Que bajo has caído...
—¡Cállate! —le gritó rojo del enfado, o puede que de la vergüenza...
Aun así, así pudimos estar durante más de diez minutos. Elías mirándose la mano, también contando con mi atención, y Allen suspirando mientras miraba arriba. Estaba aburrido, eso estaba clarísimo. ¿Debía de buscar algo acaso? ¿Ayudar a alguien? ¿Esperar a que pasase algo? No sabía nada de Dan ni tampoco de Oliver. Boone y Aiden estaban en la celda de en frente, pero levantarme supondría que Allen se quedase con el resto de la cama y eso no podía consentirlo. Entonces, suspiré...
—Ay... Me aburro mucho, mucho... —cerré los ojos, pero los abrí porque si no me quedaba dormido —Allen, ¿puedes dejarme más...?
—No —me detuvo sin saber ni lo que iba a decir.
Pero yo también me quedé callado, mirándole ahora a la cara. Después, subí la mirada. Que aburrimiento...
¡Hasta que...!
—Muévete y te arranco la cabeza... —oí en un susurro desde dentro, ya que venía de fuera.
Rápidamente, me levanté. Bueno, me lo pensé un par de veces si dejarle o no el sitio a Allen, pero lo de fuera me intrigada aún más. Me agarré a las barandillas para comprobar qué había fuera. Y, lo que había, me abrió los ojos.
Justo delante de nosotros, estaba Oliver con su arma subida. Estaba apuntando a algo que estaba justo encima de él. Y, para la sorpresa de quien lo estuviese viendo como era mi caso, sobre la cabeza de Oliver, estaba sentada Cass, tapando su boca y nariz con un brazo y, con el otro, alrededor del cuello del Enano Real. Es decir, le estaba amenazando. Pero ¿con qué exactamente?
—Vas a dejar que mis amigos se vayan de aquí y ni tú ni ese tío de la armadura va a perseguirles. Y, mucho menos, herirles —era literalmente lo mismo que le había dicho a Elías, pero con excepciones —¿Te queda claro? Si no, tu cabeza volará por los aires en un abrir y cerrar de...
—Está bien —dijo firmemente Oliver —Pero no era necesario recurrir a la violencia, Cass. Si tenías un plan de escape desde el principio, haberlo dicho antes.
Es más, después de eso, dejó el arma en el suelo. Me parecía increíble cómo Oliver aguantaba el peso de la pilla sobre sus hombros. Supongo que Cass no debía de pesar mucho... O estaba diseñado para hacerse así, ya que es un videojuego. En fin, ella abrió los ojos, como si no se lo creyese, pero Oliver le dejó las llaves en las manos. Antes de nada, la miró con duda. Después, entrecerró un poco sus ojos.
—Pégame —sonrió.
—¿Qué?
—Pégame, Cass —insistió —Golpéame con todas tus fuerzas, hazme moratones, déjame inconsciente si es necesario. Así, parecerá más creíble el hecho de que se hayan escapado sin mi ayuda.
—Oli, no —le detuvo Elías con la mano subida.
—¡Hecho! —sonrió la pilla.
Entonces, nada más decirlo y con su puño todo lo fuertemente posible, golpeó la mejilla del guardia. Así durante unas cuantas veces más, sin importar lo que le pasase o si le hacía daño. Le daba completamente igual su seguridad. Y, para rematar, Oliver no se defendía. Con el décimo golpe se detuvo para dejar varios moratones en la cara de su enemigo y amigo y le dio una patada para tirarle al suelo. Parecía creíble, más o menos. Sonrió.
—Gracias... —pareció agradecerlo incluso de verdad.
—No es nada, lo he disfrutado —sonrió la pilla.
Justo después, abrió nuestra celda. Elías salió de un salto y con una sonrisa, yo por detrás y a Allen le tuvimos que sacar a la fuerza por vago. Abrió la puerta de Boone y Aiden, ya que parecía haber cambiado de opinión.
—¿Ahora eres nuestra amiga? —se sorprendió el arquero, tocándose el cuello.
—Por supuesto que no, solo lo hago porque necesito defensa —pareció mentir con toda su cara bonita.
Después de eso, y no por nada, fue corriendo a abrir la celda de Dan. Me asomé por curiosidad. El curandero estaba tumbado en la cama con los ojos cerrados. Al parecer, Cass había interrumpido su descanso cuando le movió de arriba a abajo para que los abriese y, así, demostrar que Dan no tenía importancia para ella.
—Bueno... —sonrió Boone.
—Te callas, morenito —le dijo bien seria, pero se giró a Dan —¿Estás muerto?
—No, Violette... —respondió, levantándose con la mano en la cabeza —Estoy mareado...
—Dan es un débil —intervino con rechiste Allen y mirando a otro lado.
—Más que tú, no —salió en su defensa Aiden, lo que sorprendió al gobernador.
Antes incluso de que le fuese a responder de la manera más agresiva y asquerosa posible, Boone entró en la celda de Dan junto a Cass. Cuando trató de ponerse de pie, se dejó caer hacia atrás, no sin antes que el arquero le cogiese. Supo de inmediato que al curandero le pasaba algo, ya que no podía mantenerse ni de pie. Y, no, no era por el mareo.
—Tú, cómo te llames —le chasqueó los dedos en la cara —Despierta, no te mueras todavía.
—Estoy despierto... Es solo que... —volvió a cerrar los ojos inmediatamente.
—Dicen que cuando los matasanos se ponen malos, algo malo nos acecha —sugirió Aiden, pero nadie le contestó.
Puesto que Dan no estaba en sus mejores condiciones para escapar y había prisa antes de que volviese Freddie o quién fuera, Boone le pasó el brazo por el cuello y decidió ayudarle a caminar. También Cass, pero es que Dan iba arrastrando los pies con la cabeza baja.
—¡Dan, hombre...! —se indignó quien ya sabéis quien —¡No te he educado para que seas un vago!
—Lo siento mucho, Allen... —abrió un poco los ojos, como si se acabase de levantar de la siesta —Pero no me encuentro bien.
—Pues la próxima vez le dejas a su suerte —intervino con una sonrisa Cass, mientras le tocaba la mejilla —Entre tu bienestar y el suyo...
—¡Cass tiene novio! —gritó Boone con alegría.
—¡Te vas a comer mi daga, morenito! —cambió radicalmente a unos dientes bien apretados.
En cambio, Dan agachó la cabeza rápidamente con los ojos cerrados. Boone y Cass se miraron, y el primero suspiró. Cogió a Dan por los sobacos y le aupó hasta llevarle con medio cuerpo encima. Si nos iba a retrasar porque se encontraba mal, era mejor llevarle así. En cambio, cuando dimos un paso fuera, alguien nos detuvo. Nuestra salida estaba de nuevo parada, pero fue por Oliver, que señaló a la celda que teníamos Elías y yo al lado, con un ojo morado y una medio sonrisa.
—Conozco a un tipo que os puede servir para hacer el plan —pareció disfrutar de decirlo —Está en esa celda y se llama Rei... —típico de los videojuegos, todo está al alcance de tu mano...
Entonces, Cass, que llevaba las llaves, se las miró durante un momento. Levantó la vista hacia Oliver, el cual asintió, malherido. Fue hasta la celda que había dicho conmigo de acompañante. Estaba toda oscura, esta no traía luz aparte. Metió lentamente la llave en la cerradura, me miró para meter dramatismo, cogió aire y la giró. Al momento, la puerta quedó abierta. Entre la oscuridad a la que los dos mirábamos, pudimos distinguir unos ojos, color naranja, que nos miraban. Eran preciosos, no parecían de una persona normal. Cass suspiró, antes de nada.
—¿Eres Rei? —dijo sin ánimos.
En cambio, no respondió. Noté cómo sonreír en la oscuridad, pero todavía no podíamos ver su cuerpo. Entonces, dio un paso en frente en ese momento. Pudimos ver que llevaba ropa muy larga, a modo capa, que se abría justo por la parte de la tripa y bajaba hasta abajo, como si fuese una bruja. Por no nuestra bruja, con ja.  Judy-Ivy era mucho más distinta que... Por cierto, ¿ella no era seguidora de Allen? Daba igual eso en ese momento, ya que Rei se mostró frente a nosotros. Llevaba puesta la capucha, pero el pelo que le caía por los lados supe que era morado, ya que se le veía por muy poco. Solo se le veía la barbilla, pero fue suficiente.
—Prefiero ir detrás de vosotros, si no os importa —dijo seriamente.
—Como sea —se detuvo la pilla —Si no nos vamos ya, ese imbécil de la armadura nos pillará antes.
—Espera... ¿Vamos a huir de verdad? —la detuve, pero ella me miró fríamente —Es decir, creo que deberíamos enfrentarnos...
—¿Enfrentarnos contra Noah? —me interrumpió Allen, entrando en la celda —Como se nota quién ha estudiado y quién no...
—Yo voy a bachillerato —le dije, halagándome.
—¿Qué...? —entrecerró sus ojos.
Lo dejé ya que no lo entendería. En cambio, se indignó y miró a otro lado. Sabía que Noah era el jefe final y por eso no podíamos irnos sin pelear contra él. Pero Cass estaba muy segura de su plan. Además de que venía bien, no solo por nosotros, sino por Allen. Debíamos protegerle de una forma u otra... Aunque fuese un grano en la punta de la nariz...
—¡Vamos tarde! —dio un paso fuera, como queriendo que nos moviésemos.
—Héroe tonto —fue lo siguiente que dijo Cass, mirándome antes de salir.
—Vale... Vámonos...
Supuse que el videojuego nos volvería a llamar hacia adentro de una forma u otra. No debía de preguntarme, debía de estar todo planeado... Pensé y esperé. La pilla había entrado por un conducto que estaba en lo alto de la puerta... Siempre hay conductos... Ella primero dio un salto para volver a meterse. Después, tendió su mano hacia abajo.
—Vamos, Rompeoídos —le llamó, moviendo su mano —Con la guitarra puedes ayudar a subir al resto.
—Boone tiene más fuerza —movió ahora él su cabeza con cara de bueno —Es mejor que él ayude al resto.
—Agh... Está bien —no se lo pensó ni dos veces.
En cambio, Boone llevaba sobre él a Dan, que tenía los ojos cerrados. Sin avisar ni nada, entre Cass y él le subieron. El curandero bajó la mirada.
—Lo siento, es que... —trató de decir, pero Cass le detuvo.
—Una excusa más y te dejamos aquí, Dan —advirtió sin mirarle —Estás mareado y ya está. No sigas poniendo excusas.
—Ah... —trató de decir algo, pero no le salió nada —Gracias, Violette...
—Llámame Cass —y sonrió.
—¡Cass tiene novio! —se rio Boone.
Por lo menos, lo pagó con él cuando estuvo ya dentro del conducto. Mientras el arquero me subía a mí, a Aiden, a Allen con dificultades y al nuevo, que era un extraño, Cass miró la cara que llevaba el curandero. Supuse que no se podía curar a sí mismo, aunque fuese por exceso de poder. Elías se despidió primero de Oliver y luego lanzó una cadena, que se enganchó en el borde del conducto, y subió por sí mismo. Una vez todos dentro, nos pusimos a gatear... Que pereza gatear, en verdad... Por lo menos, pronto encontramos una forma de caminar por un pasillo que estaba desierto, oscuro y gris. Al menos era lo que la pilla llamaba "algo seguro". Boone volvió a coger a Dan en cuanto notó que el curandero no podía mantener ni la cabeza subida más de tres minutos seguidos. Mientras, Aiden se interesó por las cadenas de Elías, ya que estas habían hecho primero un halo tanto morado como rosa antes de que se quedase enganchadas al borde de este.
—¿Te parece tan increíble, trovador? —pareció halagarse.
—¿Cómo lo has hecho? ¡Ha sido genial! —sonreía este.
En cambio, yo iba mirando tanto adelante como atrás. Cass nos estaba metiendo por atajos muy extraños y me estaban dando escalofríos por toda la espalda. ¿Siquiera sabría salir de donde estábamos? ¿O es que Cass nos había traicionado...? Pero, a su vez, miraba hacia atrás, hacia Rei. Se podría describir como alguien que medía menos que yo, tenía la ropa muy, muy larga de color rosa. Llevaba un tipo de capa, como ya había dicho, que se abría a partir de la tripa y caía como tal. A cada lado de este llevaba un rombo enorme que iba de su sobaco hasta el final y era de un rosa más clarito. Dentro, llevaba una ropa un poco extraña, pero apenas se podía ver por la oscuridad y por la capa. Sin mencionar que no se había quitado la capucha y su pelo apenas se veía, de color morado. No sé por qué, pero me dio mala espina desde el principio. Y peor me dio cuando, de la nada, cambió de sentido y se fue hacia la derecha. Me quedé paralizado. ¿Cómo...?
—¡Agh! —gritó de repente Cass —¡¿Y mis dagas?!
—¿Dagas...?
Me giré lentamente. Cass se buscaba por todos lados sus armas ante la mirada de sorpresa de todos. Dan levantó un poco la cabeza para mirarla con los ojos entrecerrados. Incluso el arquero se sorprendió de aquello y lo que pensó no fue del agrado de la pilla.
—Una palabra de que Dan y yo estamos juntos y te juro que verdaderamente te parto la cabeza...
—Hecho —subió un poco su hombro, pero se dirigió a Dan —No te desmayes, ¿queda claro?
—No puedo prometer eso... —susurró Dan, pero Cass le interrumpió.
—¡Mis dagas! ¡Yo las tenía, me las habéis quitado! —siguió insistiendo.
—Cass, te las ha... —intentó hablar, pero se le cerraban los ojos —Ella te las ha...
—¿Qué estás diciendo, Dan? No puedo escucharte nada —se acercó alterada, lo que hizo que Boone se riese.
—Ella... Esa chica... —continuó, pero bajó del todo la cabeza, la cual estaba tratando de mantener en una posición —Te las ha... Las ha quitado...
Entonces, ante la mirada alterada de la pilla y de gracia de Boone, el curandero cerró sus ojos y se quedó callado. ¿Quién era ella? Y, lo más importante, ¿qué había pasado con ese tal...?
—¡Rei...! —grité yo al momento —¡Te las ha quitado Rei!
Fue cuando todos se dieron cuenta de que no estaba. Primero de nada, ¿Rei era mujer, hombre o criatura extraña...? Estaba un poco perdido, pero parecía la primera opción. Nada más pensarlo, Cass abrió los ojos, enfurecida al mil por cien, y, con los dientes apretados fuertemente, fue detrás de mí. Le dije por dónde se había ido y se giró a todos rápidamente.
—¡Primero mis dagas! —nos gritó con la mano levantada —¡Sabía que ese enano nos había metido a esa mujer por una razón...!
—Perdona, ¿y por qué mandas tú? —se encaró el primero de todos Allen.
—¡¿Cómo que por qué?! ¡Yo os he sacado de ahí...! —entonces, cogió aire para calmarse y volvió a mirar por el pasillo —Quedaos aquí, voy a por esa infeliz antes de que nos entregue...
—¡Espera, pilla! —la detuvo Elías, haciendo que sus cadenas hiciesen una cruz en la puerta —No nos podemos quedar aquí porque es el único camino que pueden seguir los guardias. Os lo digo yo que soy el carcelero, obviamente... Bueno, fui. Me sé todos los pasadizos y este es muy común. Pero, Dan...
—¡Date prisa, que se me escapa, cadenitas!
Detuvo a Elías y trató de arrancar las cadenas. Como estaban con magia, fue hasta el carcelero y se encaró ahora ella. Le fue a obligar a quitarlas cuando él la miró con cara de niño bueno.
—Pero podemos ir todos sin que haya ningún...
—Me retrasáis —interrumpió —Venid si queréis, pero yo voy a coger ventaja para pillar a esa ladrona. ¡Y eso qué yo soy la pilla!
Entonces, Elías apartó las cadenas. Nada más hacerlo, Cass cogió una carrerilla increíble y fue muy, muy en serio a por Rei. Yo miré hacia atrás. Supuse que Boone correría, pero estaba con Dan cogido y con cara extraña.
—Oye, curandero —le chasqueaba de nuevo los dedos en la cara —Te he dicho que no te desmayes.
—¡Dan, vago! —le gritó Allen —¡Despierta!
Movió su cuerpo, cogiéndole por los tirantes de la camiseta, pero Dan se había desmayado por alguna extraña razón que desconocía... Tal vez, el mareo, como había dicho o algo así...
—¡Ash, vete a por esa mujer, corre! —me echó de allí el arquero —Ahora te pillo.
Asentí. Eché a correr, no sin antes ver cómo Boone agarraba con cuidado a Dan para llevarle en la espalda y Elías le recorría el cuerpo entero con cadenas. Ahora, estaba sujeto a su cuerpo y podría correr. Quien no iba a correr era Allen, que giró su cabeza indignadamente y tosió un poco.
—¡Vamos, Ash...! ¡A por Rei!

Bienvenido al videojuego, Ash Where stories live. Discover now