Salida nocturna... Mala idea

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De nuevo, y con pereza extrema, ya era de noche. La guarida había quedado llenísima de humo y Ninna había desaparecido. Al que no le hizo ni pizca de gracia fue a Alexander que, primero de nada, recriminó a Boone por haber llevado a una pilla a su guarida y, después, de que ya no se pudiese pasar a esta. Nosotros volvimos por el pueblo, metiendo los pies entre los ladrillos. Ellos estaban cansados y era normal, pero yo no.
—Siempre puedes quedarte toda la noche pensando un plan para el idiota de la W —dijo Cass, riéndose de su última invención —Yo, en cambio, puesto que habéis visto que soy buena, buena con ganas, me toca dormir en el suelo, eh. Te estoy hablando a ti, arquerito.
—Como vuelvas a arrancarme el arco, te dejo colgada de un árbol con una flecha por el pelo —dijo Boone, sacando la lengua.
—Siempre la podemos dar al dichoso gobernador, ¿no crees? —añadió el guitarrista mientras pasaba los dedos por esta.
Yo, ausente de la conversación como siempre, iba mirando a los lados. La noche era realmente increíble, no había duda. Pero había algo que no cuadraba. ¿Por qué el videojuego era tan, pero tan retorcido? Si hubiese sabido que de esto iba, mejor lo dejaba debajo de la cama hasta olvidarme de él. Suspiré, cerrando los ojos mientras Aiden, Boone y Cass discutían todavía de por qué no la habían entregado en su debido momento a pesar de que ya no se parecía en nada a la Violette Knife de antes. Desvié mi mirada al cielo mientras entrecerraba los ojos. Ese último encuentro con el Sujeto...
—Ash, vuelves a estar en tu mundo —dijo de repente Maulo, tocando mi pelo —¿Estás bien de verdad o ya te has vuelto loco?
—Ni idea —me sinceré con pereza —¿Por qué la vida no es más fácil...?
Se quedó callado, lo que vi como algo normal. Nos dirigíamos al puente por otro camino para no pasar por el de antes, ya que Ninna había echado del bar a Aiden y ahora nos miraban mal por ir con él. Aun así, no había nadie por la calle y hacía una noche tremenda de luna llena. El azul del cielo se reflejaba completamente contra cada monumento, e incluso contra el suelo. El agua sonaba lejana, pero de una forma calmada. Acababa de sobrevivir a la muerte de una trampa hecha sólo para mí de parte del Sujeto y casi se llevaba a todos. Sin duda, mi actuación había sido de primeras, pero no era momento de darse halagos... Aunque, si lo pensamos bien...
—Ash... —me susurró de repente Maulo al oído —No sé lo que estarás pensando de esos tres de delante, pero hay algo claro; puedes confiar en todos ellos.
—Ya, es normal en todas las series, películas, videojuegos e incluso en la vida real —dije subiendo los hombros y cerrando los ojos —Yo no tengo amigos, así te lo dejo todo claro.
—No creo que seas un amargado de la vida como dices, ni un imbécil —trató de consolarme —Pero estúpido, imprudente, idiota y abusador sí que lo eres.
—Perdona, ¿abusador por qué?
—¡Porque me llamas rata...!
Al momento, sonreí. Eso no me lo esperaba. ¿Cómo era posible que Maulo, siendo de un videojuego y yo habiéndolo usado cuando jugaba, podía compadecer de esa manera a un humano? ¿Acaso él tampoco era un Bot; no había sido creado aquí? Solo de pensarlo, me quedé congelado. Él había dicho ya varias veces que antes era algo y se convirtió en un animal. ¡¿Eso quería decir que Maulo era un humano?!
—¿Ash...? —me dijo al momento, girando su cabeza.
—Maulo, ¿tú...?
Pero, de repente, se escuchó un golpe a uno de los lados. Me detuve, congelado, y miré allí. Ya sería en otra ocasión donde haría esa pregunta. Él también pareció sobresaltarse y corrió por toda mi cabeza hasta subirse a mi pelo para observar mejor. Miramos hacia uno de los comercios que, justo ese, se abría hacia adentro dejando ver un terreno a modo almacén. Pero es un videojuego, pensé, por lo que era imposible. Era una fuente que parecía un molino justo metido dentro de una casa, o al menos techado. Al estar dos segundos más mirando, pude ver un movimiento en la oscuridad. Unos ojos rosas se iluminaron de repente entre toda la oscuridad de la sala. Parpadeé para comprobar que lo que veía era cierto. Estaba dos mil por cien seguro que no podía ser William, ya que él tenía los ojos de otro color. Pero el hecho de que allí hubiese alguien a esas alturas de la noche y siendo un videojuego... Me recorrió un escalofrío. Es más, hizo otro movimiento. Decidió meterse un poco más adentro de la oscuridad y cerró los ojos para que no le viese. Me quedé paralizado del miedo. Era tarde, completamente de noche, ¡y allí había alguien! Cogí aire, cuando, de repente, otro movimiento hizo que yo también me moviese.
—¡Falso Héroe...! —me llamó de repente la voz del arquero —¡Te toca llevar a la pilla un poco!
—¡Me puedo llevar yo sola, morenito! —sonrió, sabiendo que le molestaba el apodo.
—Todavía estoy pensando en dejarte colgada de un árbol, eh.
Cuando recobré el movimiento de mis piernas, volví con ellos. Aiden sonrió mientras que los otros dos se acusaban mutuamente. Se echó explícitamente atrás para ponerse a mi lado y caminar, pero en silencio, oyendo lo que se estaban diciendo aquellos dos a gritos. No, espera, el silencio duró poco, ya que Aiden es el Rompeoídos.
—Ash, Ash —dijo tirando de mi manga hacia abajo —Tengo una cosa que quiero preguntarte desde hace un rato.
—Pues pregunta —dije subiendo mis hombros —Nada te lo impide, Aiden.
En cambio, se quedó callado como si le hubiese ofendido mi comentario. Pensé si había dicho algo de forma brusca o que no hubiese entendido, pero lo había dicho de la forma más normal y natural posible. ¿Por qué se había quedado callado? Entonces, miró abajo, bajando sus ojos para mirar a un lago y coger a Rosa con una mano, justo antes de preguntar lenta y suavemente con sus labios una frase.
—Tu no perteneces aquí, ¿verdad? —me pareció que lo decía a cámara lenta y arrastrando las palabras.
Al momento, tensé el cuerpo entero, e incluso Maulo lo notó y me copió, en parte. Miró a otro lado rápidamente mientras Aiden seguía caminando a mi lado con carita de pena.
—No quiero meterme en tu vida personal, héroe, pero es solo una duda... No es necesario que la respondas si no quieres —dijo haciendo ahora una pequeña sonrisa para sacar las paletas tan descolocadas que tenía.
¿Cómo era posible? ¡¿Cómo se había dado cuenta?! Había actuado como Maulo lo había dicho y no había hecho nada extraño. ¿Por qué dudaba de mí? ¿Acaso Aiden tampoco era del videojuego? Negué con la cabeza, parándome a pensar qué decir ahora. No me salían ni las palabras de lo paralizado que me había quedado. Me había sorprendido por la espalda aquella pregunta. Primero el encuentro de los ojos rosas y ahora esto. ¿Y qué más? Fue pensarlo, y un gato negro, de ojos azules y largas orejas se me cruzó por en frente. Aiden sonrió y fue a coger al animal mientras yo apretaba los dientes. ¡Qué mal presagio! ¡Un gato negro!
—Díselo, Ash... —me susurró de repente Maulo al oído, lo que hizo que me quedase parado —Tiene derecho a saberlo.
—Tampoco es que me vaya a creer, ¿no? —dije a modo burla, pero no estaba de broma.
Maulo levantó los hombros. Eso quedaba a mi opción. Aiden, con el gato en brazos y sonriendo, se reía. ¿De verdad era buena idea contarle que no era de allí de verdad de la buena? Tenía sentido. Además, era el único que no me iba a decir nada por aquello. Boone se hubiese reído de mí y la pilla, burlado. Entonces, ¿es malo compartir secretos con mis amigos, aunque esos amigos no sean ni reales?
—Verás, Aiden... —empecé diciendo, lentamente —No soy un Bot —dije finalmente.
Pude ver como mi amigo me miraba con duda. Giró su cabeza con los ojos bien abiertos y la boca igual. El gato negro y él se miraron durante un momento, antes de abrir su boca hacia mí.
—¿Eh?
—No soy un Bot —repetí agitadamente.
—Ash... ¿Cómo quieres que sepa qué demonios es un Bot si no sabía lo que era una explosión? —suspiró el ratón de mi hombro.
Era cierto también, habría que aclarar alguna que otra cosa mientras caminábamos. Como los otros estaban discutiendo más alto imposible, no nos oirían por nada del mundo.
—Un videojuego es un tipo de programa donde tu controlas a los personajes —empecé, pero me cortó él.
—¿Qué es un programa? ¿Qué es un personaje? ¿Qué es un videojuego? —dijo abriendo más los ojos, a modo pájaro que acababa de nacer.
Suspiré fuertemente. Me costaba mucho hacer que alguien me entendiese ya de por sí, pero ese era un nivel supremo. Un jefe final. Me pasé la manga por los ojos para seguir.
—Aiden, no eres real —dije abriendo las manos a modo desesperación.
—¿Que no soy real...? —pareció de repente nervioso —Pero, pero, yo puedo... Mira.
Abrió y cerró la mano frente a mí y yo ya no sabía si llorar de la desesperación o reírme de la cara que tenía puesta el pobre. Seguí tirando por ese camino.
—Estás dentro de un videojuego y te llamas Bot —fui a lo que me importaba —No pertenezco a nada de aquí porque yo vivo fuera de este mundo.
—¿Eres de fuera de Panpermia? —soltó ahora.
—No, no, Aiden, no me estás... ¿Qué si soy de qué? —me detuve al momento.
Obviamente, Aiden ya me estaba hablando de cosas que ni yo entendía. Cualquier cosa del videojuego de nuevo, que ni yo...
—La ciudad, Ash —susurró Maulo —Panpermia es el nombre de la ciudad.
—Ah.
Bueno, eso tampoco lo sabía. ¿Todas las ciudades tienen un nombre? Me acababa de enterar, y más me acababa de enterar de que esta ciudad tenía uno. Panpermia, encima. ¿Qué tipo de ridículo nombre es ese? Aun así, traté de que Aiden me entendiese.
—No, a ver... —traté de continuar.
—¿De Panpermia no? —pensó, mirando abajo —¿Y del país...?
—No, Aiden... Aunque, bueno, también... —pensándolo yo mejor, Aiden tenía razón.
Entonces, abrió sus ojos y se le iluminaron al momento. Luego, cogió aire como si lo entendiese al momento.
—Ah, eso ya tiene más sentido —dijo de repente, con felicidad —Ya sabía yo que no eras de Panpermia, sino un forastero.
Me puse una mano en la cara. En teoría, se había enterado de algo, pero no justo de lo que le estaba explicando. Aun así, decidí no seguir cuando alguien rodeó a Aiden por el cuello con su brazo. Casi se cae antes de que hablase con pura felicidad y puro cabreo a la vez.
—¡Aiden...! —soltó el arquero de repente mientras suspiraba —No tenemos casa para dormir y, si nos ve algún guardia durmiendo o moviéndose por ahí por la noche...
De repente, una luz apareció desde detrás. Era leve, pero iluminaba de una manera increíble. Nos deslumbró a todos por detrás. Por un momento, Boone ya se iba a girar con cara de asco hacia Cass, pero no llegó a hacerlo ya que escuchamos antes algo. Algo... Un tanto extraño.
—¡Ah...! ¡Suéltame, suéltame...! —decía agitadamente la pilla —¡Soy una señorita, ten cuidado donde me tocas...!
—¡Cass! —la regañó Maulo, pero, al girarse, se quedó callado.
Todos lo hicimos, todos nos quedamos callados cuando, en vez de oír los gritos desesperados de Cass, solo se escuchó un ruido como si tratase de zafarse de algo que le habían puesto en la boca para no dejarla hablar. Fue por justo eso por lo que nos giramos y fue sencillo ver lo que se interponía en nuestra misión de escape a un refugio.
—¡Quietos parados...! —dijo de repente una voz grave de hombre —Si alguien se mueve, le pegaré un tiro.
Me quedé paralizado. ¿Cómo? ¿Quién nos estaba diciendo esas cosas a nosotros? Y, lo más importante, ¿por qué en vez de coger a Boone, que era el peligroso, habían cogido a la pilla, que apenas opondría resistencia? Desde que la habíamos atrapado, Cass no había resultado ser nada útil en las peleas. Y menos lo fue ahora que la habían capturado a modo rehén para nosotros. Nos obligaron a subir los brazos sin darnos más opción.
—Alto —dijo el hombre mientras se acercaba —Dejadme esposaros.
—No puedo subir los brazos si no nos dejáis movernos, Guardia Real... —dijo el pobre Aiden, que no se estaba enterando.
Por eso, el hombre, llamado el Guardia Real, le subió los brazos a la fuerza y se los dejó hasta que le puso las esposas para volvérselos a bajar. Lo hizo a lo bruto, sin cuidado de hacernos daño. Tampoco nos dejó ver su aspecto, aunque no me llamaba mucho la atención.
—Oliver... —dijo de repente otra voz masculina, algo menos grave que la primera y lo hizo justo detrás de nosotros. Parecía aburrida —Si no los tratas con más cuidado, Allen me hará encarcelarte ahora a ti.
Sin dejarnos tiempo para movernos, pudimos escuchar unos pasos acercándose por detrás de nosotros, moviendo unas cadenas por el suelo y haciendo aún más ruido. El primero de los dos, el Guardia Real de la voz grave, subió los brazos con brutalidad a Boone ya que se resistía a ponerse las esposas. Arrancó el arco de su espalda mientras bajaba sus brazos. Boone me miró con ojos de asesino y los dientes demasiado apretados... Me dio miedito incluso.
—Maldito... —logró susurrar.
—¿Quieres un disparo en la sien, morenito? —se rio el primero de los hombres
—¡Que sea moreno no quiere decir que todos...! —gritó el arquero con todas sus fuerzas.
Pero, antes de que pudiese incluso terminar la frase, el guardia usó algo contra mi pobre amigo que lo dejó en el suelo. Al menos eso pude ver, ya que yo no me había movido de mi lado porque no quería problemas con aquella gente. El que llevaba las cadenas, que era el que estaba moviendo sus pies suavemente, pero prolongadamente por el suelo, se acercó hasta ponerse a mi altura. Era un chico, más alto que yo y con el pelo rubio, con partes castañas, sobre todo la raíz, largo, más largo que el de Boone, con una capa, un cinturón que sujetaba un tipo de vestimenta que le caía hasta las rodillas a modo persona importante de la realeza, unos flecos que colgaban de sus hombros y, toda su ropa, sin excepción, llena de cadenas de un lado a otro, de hombro a cadera y demás. Le eché una mirada de odio mientras él lo hizo con una cara de duda, o pena tal vez. Sus ojos eran de un color tan, pero tan claro que me dieron en todo el cuerpo justo desde el centro del pecho hasta llegar a mis alrededores. Justo después, miró para atrás con una sonrisilla, antes de tirar de una de las cadenas que caía por todo el suelo. La pilla, de las manos, llevaba unas esposas las cuales conectaban con la cadena que llevaba el guardia de las cadenas. Tiró de ella para lanzarla al suelo.
—Agh, me vas a dar mucho trabajo, señorita... —suspiró con una sonrisa y mirándome —Tú tampoco tienes buen aspecto, eh —y la amplió más.
—¿Qué...?
Lo dije justo antes de que me agarrasen a mí las manos para ponerlas juntas en unas esposas frías, sucias y nada llamativas, a mi modo de ser. Tampoco me han encarcelado nunca; si no salgo de casa, ¿cómo voy a acabar en la cárcel? Aun así, tan rápido como me las pusieron, el hombre que no llevaba las cadenas por todo el cuerpo le dio al segundo dos o tres cadenas en sus manos. Luego, sin dejarse ni ver, se alejó de allí por donde había venido con su linterna.
—Si hemos encontrado a estos, ¿quién dice que no hay más? —concluyó antes marcharse.
—Veo que piensas. ¿Es por haber pillado a unos por primera vez en tu vida? —sonrió el del pelo largo —Además, no puedo entender ni ahora, ni nunca, quién desobedecería las órdenes de Allen, sabiendo que Allen es Allen.
—Dichoso gobernador... —susurró Aiden a mi lado, pero, por suerte, nadie lo escuchó.
Quién sabe qué podría haber pasado en ese momento si le llegaban a oír. El chico de las cadenas, con sus cuatro cadenas colganderas y arrastrándolas por el suelo, giró su cabeza con una sonrisa nada culpable. Es más, no parecía un guardia. Le miré con asco, desprecio y todos los adjetivos que se puedan decir para esta situación. Finalmente, el otro subió los hombros para verdaderamente marcharse.
—Vamos... —dijo el de las cadenas, tirando de nosotros.
Boone estaba tirado en el suelo, por lo que sería más peso tener que llevarle así y, encima, tirando para que la pilla se moviese. Porque, claro, era Cass. Si no se había dejado una vez, no se iba a dejar dos.
—¡Soltadme...! ¡No me pienso mover ni un palmo...! —gritaba esta con furia, pero de poco servía.
Y es que el carcelero tenía fuerza bruta, parecida a la de Boone. Por eso, tirar de Cass, de Aiden, de Boone y de mí no le fue nada costoso. Y mira que si yo no puedo ni levantar mi cuerpo haciendo flexiones...
—¡Ah! —soltó de repente el guardia cuando llevábamos dos metros —Se me olvidaba esto.
Y soltó todas las cadenas al suelo para pisarlas con el pie. Yo ni me resistí, pero Cass trató de escapar. En cambio, el carcelero también tenía esa fuerza en el pie.
—¿Me estás fastidiando...?
—Sip —sonrió este, pero volvió a ponerse serio al hablar —Necesito que te estés quietita ahí para que pueda seguir con mi trabajo.
—¿Y a mí qué con tu trabajo, maldito...? —dijo con cara de asco la pilla, pero tenía razón.
—Agh... Allen me metería a mí en la cárcel. ¡A mí! —dijo haciéndose la víctima como si fuese alguien súper importante para todos nosotros —¡Ese es mi trabajo junto con Oliver! Así que, por favor, ponte esto.
Lo dijo con una sonrisa, pareciendo incluso amable o de nuestra aparte. Menudo imbécil, pensé y puedo asegurar que a Cass también se le pasó ese pensamiento cuando mostró que llevaba una bolsa y le estaba pidiendo ponérsela en la cabeza por las buenas.
—¿Pero tú de verdad te piensas que soy tonta o qué te pasa en la cabeza, imbécil tercero? —se impacientó Cass, pero la cortó cuando le puso él la bolsa por las malas.
—Usted lo ha querido, señorita —sonrió ahora con los ojos cerrados fuertemente. Luego, se giró a nosotros sin cambiar su cara —Vosotros, ¿os la ponéis u os la pongo yo a la fuerza...?
—¡Yo me la pongo! —me sinceré rápidamente, pidiendo la bolsa con mis manos.
Aiden fue más o menos lo mismo. Finalmente, con las manos atadas y sin nada de visión, nos fue arrastrando por el suelo a los cuatro, sin contar a Maulo ya que él no tenía que llevar esposas por su altura. Además, dudo que existiesen unas esposas tan, pero tan pequeñas como para ponérselas a una rata. Por si alguien, quién sea, se lo preguntaba, sí, dolió que, cada vez que me levantaba, me volviese a tirar ya que, aparte de que tenía que llevar a cuatro personas arrastrando, tenía una fuerza sobrenatural. Y, para rematar, el imbécil nos iba dando conversación.
—Soy un Guardia Real de los de Allen —dijo en oscuridad total para mí —Soy el carcelero oficial.
Y se reía, sobre todo se reía. Menudo grano en la punta de la nariz...

Y, así, fue como nos llevaron a la cárcel a los cuatro. Nos metieron en celdas separadas, uno al lado del otro y dos en frente. Cuando soltó a la pilla en la celda que estaba justo en frente de mí, a la izquierda, se zafó corriendo y, sin dejarse soltar, empezó a removerse para tratar de herir al carcelero. Además, seguía teniendo las armas.
—¡Dichoso imbécil...! —le gritó —¡No tienes derecho a tocarme las muñecas...!
—Agh, qué pesada es la señorita... —decía este mientras la intentaba meter en la celda —¡Oliver, necesito ayuda con esta!
En cuanto pronunció el nombre, la pilla se distrajo un momento; tiempo suficiente para darle un empujón y meterla adentro de la celda. El carcelero cerró, mirándonos ahora a todos y a cada uno con una sonrisa.
—Bueno, ya tenemos cuatro nuevos prisioneros bajo mis manos... —dijo moviendo rápidamente su capa y todas las cadenas resonaron —¡Qué durmáis bien, nuevos!
Y, así sin más, empezó a caminar hacia uno de los lados, hacia la izquierda. Aiden y yo nos miramos con pena, justo antes de que el carcelero apagase las luces de repente para que mis compañeros durmiesen. Exacto, ¿yo para qué iba a dormir si el día se había vuelto a pasar rápido?

Bienvenido al videojuego, Ash Where stories live. Discover now