Reunión familiar

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Una vez avisado a su personal del bar de que debía irse por algún extraño motivo, Ninna, la camarera, volvió a nuestro lado para ir a la guarida secreta. No recordaba el paseíto, mi memoria me da pena incluso a mí. Por eso fue una pereza que me lo enseñasen de nuevo entre Aiden y Boone, más el segundo. La pilla también nos acompañó, pero dejando grandes distancias entre ella y nosotros para que Ninna no la viese. En cambio, esta solo nos siguió sin hacer preguntas hasta llegar a la misma puerta de madera y el agujero. Nada más llegar, el arquero aporreó la puerta con sus puños. Luego, se nos giró con una sonrisa.
—Pelirroja, te voy a presentar a mi amigo —sonrió con más ganas.
—Nos va a echar a patadas —intervino la rata de mi hombro —Tan solo con verle la cara, ya se notan sus intenciones.
—Que sí —siguió vociferando Boone.
Justo después de eso, la puerta se abrió lentamente y con parones. Cuando la tuvo completamente entreabierta, asomó solo su ojo naranja a través de la rendija. Ya de primeras se notaba el asco que nos traía aquel chico, pero más se notó cuando habló de repente con nosotros.
—Agh... No me digas, tío —hizo más como un susurro —Estoy liado, adiós...
Fue a cerrar la puerta con el pie cuando Boone puso su mano para detenerle. Al final, la puerta se quedó medianamente abierta y, para rematar, ambos mirándose.
—Boone, tío, sabes que tengo trabajo —empezó diciendo mientras se ponía las gafas de nuevo en sus ojos —Tú y sobre todo él me dais dolor de cabeza —señaló a Aiden, pero no pareció darse cuenta.
—¡Traigo noticias! —rio Boone mientras abría más la puerta —Además, además, sé que te interesa más de lo que a muchos de nosotros.
—No me intere...
—Señor W —le sonrió.
Al momento, Alexander, que estaba mirando al suelo con cara neutra, abrió los ojos lentamente y subió la cabeza a su vez hasta dejar la mirada puesta justo en los ojos de su amigo. Boone se apartó para dejar que él y Ninna se mirasen a los ojos. Luego, siguió hablando con la mirada en ella.
—¿Has dicho que... Tú...?
—Yo sé algo sobre ese tipo que puede que os interese bastante para vuestra misión —dijo moviendo sus trenzas la camarera —Me gustaría hablar con vosotros aquí, en privado y contaros lo que necesitáis saber si queréis pillarle. Pero, antes...
—Ya estamos... —suspiré.
No tenía ganas de más misiones, y menos de una chica como aquella. Ella sonrió, poniendo un dedo arriba y abriendo mucho los ojos. En cambio, Alexander la miró de arriba a abajo durante un par de segundos antes de cerrar la puerta del todo en sus narices. Ninna se quedó callada al momento.
—Oye...
—Suena a mucho trabajo. Paso.
—¡No es mucho trabajo, lo prometo! —soltó de repente la camarera —Es solo... Esto.
Alargó sus manos para dejar ver algo a Alexander. Él, que se había quitado sus gafas para ponerse en serio, tuvo que volver a ponérselas para mirar. Entonces, abrió la boca con cuidado para coger aire.
—¡Yo quiero saber, yo lo quiero saber! —dijo Aiden desde atrás.
—Aiden —le medio gritaron Boone y Maulo a la vez.
Claro, si distraían a Alexander y se negaba a ayudar a Ninna, no obtendríamos la información. No sé qué me daba, pero creo que el único que podía ayudarnos con la camarera era él. El guardián de la biblioteca subió su mirada con un poco de descaro.
—Yo soy hechicero, no herrero —dijo subiendo su labio a uno de los lados —Si eso es lo que debo de hacer para obtener información del asesino que llevo buscando diez años, paso —pronunció con asco antes de darse la vuelta y cerrar del todo.
Boone suspiró fuertemente, mirando a la puerta con los ojos rojos del enfado. De hecho, apartó a la camarera a un lado para entrar por la puerta, dando un puñetazo para abrirla. Sin mirar lo que Ninna tenía en manos ni nada, el arquero volvió a sacar a Alexander cogiéndole por el chaleco negro que le caía largo hasta dejarlo frente a la chica. Ya traía cara de molestia y más se molestó con Boone.
—¡Boone, que tengo trabajo! —abrió sus brazos —Tío, sabes que, si no lo sigo constantemente, luego...
—Que sí, que sí. Haz el favor de escuchar si no quieres que queme nuestra guarida —sonrió con media sonrisa pícara.
Es más, después de eso, le arrancó las gafas y las puso en lo alto, aprovechando la altura del hechicero. Al final, bajó la cabeza, disgustado y abrió sus ojos con asco hacia Ninna, que esperaba todavía que alguien la hiciese caso. Finalmente, él también puso sus manos en forma de U y agarró el objeto que traía la chica. Típico de Bots, no me dejan ni ver lo que era. Suspiré ahora yo, pero, oye, si le tocaba a Alex hacer todo el trabajo, no me quejaba por nada. Una vez con el objeto en manos, volvió dentro, pero hablando con nosotros.
—Pasad. Pero, como toquéis una sola ficha de las que están en la mesa...
—Ahora tiene más sentido que el imbécil quiera quemar la guarida —susurró justo detrás de mí la voz de la pilla, que seguía oculta ahora que estábamos con el hechicero y la camarera.
Allí había bastante sitio donde esconderse, por esa misma razón me di la vuelta y la aparté con asco de mi espalda, ya que iba más cogida que la rata y eso que él iba sentado y debía cogerse para no caerse. Parecía que no, pero en aquella mazmorra había sillas. Increíble, en mi cuarto por lo menos se nota que hay, pero allí era un caos. Incluso me sentí un poco sorprendido de que sintiese envidia por una cosa tan tonta como la torpeza en el cuarto... Aunque me fastidiaba. Alexander, sin dejar ver el objeto de sus manos ya que se lo metió en el bolsillo, sacó una silla y se la tendió a Ninna. Luego, nos miró.
—Vosotros al suelo.
—¿Qué te crees, listillo? —saltó Boone —¿Que puedes decirme dónde me tengo que sentar? ¿He de recordar que...?
—Boone, tío, haz lo que te dé la gana y déjame en paz —suspiró su compañero.
Entonces, este empezó a sacar cristales, jarras, vasos, algún instrumento que no sabía lo que era y demás. Para no tener que enrollarme con nombres, desvié mi mirada a la camarera, que estaba callada, esperando y observando los movimientos de Alexander. Luego, cerró los ojos de nuevo para hablar, lo que me molestó.
—El Sujeto W es un chico especial y supongo que ya lo sabréis —dijo suavemente. Ya tenía pensado empezar a contar el plan, al menos ya le valía.
—¡Es un asesino! —gritó Aiden.
—Sí, idiota, eso ya lo sabemos —dijo Cass, que estaba apoyando justo su espalda contra la mía y me sorprendía que no se la viese ya que era más alta que yo.
En cambio, nadie pareció escucharla. De nuevo, es un videojuego y son Bots, es normal. Puse ojos de aburrido y miré hacia arriba.
—Aparte de eso, él tiene un carácter peculiar, ¿sabéis?
—¿Has hablado con él? —dijo Boone mientras tocaba los instrumentos de Alexander —Porque, si es así, ya puedes decirnos cómo encontrarlo.
—No, no es eso —susurró ahora —Hay veces que la gente tiene unas pequeñas cualidades que el resto no tiene. Por ejemplo, él sabe hacer pócimas y yo no.
—No sé hacer pócimas, solo estoy improvisando, tía —dijo sin subir su mirada Alexander.
—Lo que sea, en fin. Él también tiene algo así, solo que no lo parece. No nació siendo asesino, ¿lo sabéis?
Mientras la escuchaba, de repente, noté que algo no iba bien. No sabía lo que estaba diciendo, no estaba escuchando lo que decía Boone, ni tampoco lo que estaba haciendo el hechicero y guardián de la biblioteca. No estaba entendiendo nada. Pero no entendí aquello tampoco. En cambio, cuando me miré las manos, lo descubrí. He de decir, y ya he dicho, que mi calidad de atención es mínima. Si se ponen a explicarme algo dura entre dos y cinco minutos, como bien habéis notado. Y creo que alguien más se dio cuenta ya que no dejaba de mover mi cabeza de lado a lado, buscando algo entretenido.
—Ash... —susurró Maulo con enfado —Pareces un niño de cinco años.
—Tengo diecisiete, maldita rata...
—¡Treinta! —dijo entre susurro y voz normal —Pero ¿en serio tan poca atención tienes?
—¿A qué te refieres como atención? —dije frunciendo el ceño.
—Ash... ¿Seguimos en la misma conversación acaso? —se desesperó mi amigo —Si no atiendes, no vas a ser capaz de atrapar a...
Creo que cuando giré mi cabeza, Maulo se dio cuenta de que ya no le estaba haciendo ni caso. Y es normal. Tengo diecisiete años y juego catorce horas diarias, ¿cómo voy a mantener tanta atención en una conversación?
—Los diálogos de los videojuegos me los salto porque me da pereza leer —sonreí por mi anécdota.
—Héroe Ash... Así no llegamos a ningún lado —dijo poniéndose una mano en la cara —No puedo creer que hayas sido justo tú quien se haya metido al juego con todas estas dificultades que tienes.
—La vida es difícil, lo sé —asentí, sin saber de lo que hablaba.
—¡Ash!
Sonreí de nuevo, aguantando una risa. Entonces, miré a las esquinas. Más que una guarida, parecía un almacén o un sitio para asfixiar a personas. No dejaba de mover los pies e incluso ahora la pilla me lo rechistaba. Miré a Alexander meter algo en su vaso de cristal, pero me dio pereza enterarme del proceso. Y todo esto mientras Ninna no dejaba de hablar y hablar. Hasta que, de repente, subí la cabeza como si me hubiese dado cuenta de algo monstruoso.
—¿Qué? —dije al momento.
—¿Qué de qué? —molestó Boone —¿No estabas haciendo caso, idiota?
—No, pero ¿qué has dicho? —traté de interesarme —Justo lo último —traté de explicarme.
Ninna hizo una pausa para coger aire y mirar arriba. Me miró con los ojos grandes, pero, de nuevo, al dirigirse hacia todos, los cerró.
—El Sujeto W puede hablar con las personas que le interesan y es con las únicas que habla —explicó moviendo sus manos —Si alguien le interesa, se acerca por detrás para hablar.
—¡Eso! —grité levantándome del suelo y asustando a todos al momento —¡Eso me ha hecho a mí!
—¿Cómo...? —susurró Ninna —Eso es que...
—¡Idiota! ¡¿Cómo no lo has dicho antes?! —gritó Boone, acercándose a mí —¡La información importante se cuenta, héroe!
—¡Pero si ya lo había dicho! —reproché, pero me indigné —Nadie me escucha...
—Es más al revés, Ashi —se rio Maulo.
—A ver, tíos —dijo de repente Alexander —¿No veis que me estoy intentando concentrar?
—¡Pero ella también quiere decir algo! —señaló Aiden —¿No, Ninna?
En cambio, al girarnos todos para mirarla, esta estaba con la cabeza baja, como pensando. Era normal, tener que pensar con todo el ruido que estábamos haciendo era difícil. Entonces, ella pestañeó un par de veces antes justo de mirarme directamente y susurrar, con los ojos abiertos y brillantes.
—Eso quiere decir... —empezó diciendo —Que tú eres especial y se ha fijado en ti.
—¿Cómo? ¿Qué? ¿Este imbécil especial? —dijo señalándome Boone —Antes de creerme eso, me creo que Alex ha hecho un trato con la peli naranja esta para conseguir información necesaria.
—Es lo que he hecho, idiota —suspiró el guardián de la biblioteca.
—Tiene sentido —dijo de repente Aiden.
Todos le miramos, pero tenía razón. Aiden había dicho algo bien por una vez en su vida, aunque no supiese explicarse. Al menos lo que había dicho tenía que ver con el tema.
—En verdad, no me sorprende —subí los hombros yo —Desde que me metí en este mundo no me han dejado de pasar cosas malas...
—¡Que te calles, falso Ash! —susurró fuertemente Maulo.
Suspiré, cerrando los ojos. Ahora que ya me había vuelto a meter en la conversación no me iba a volver a ir de buenas a primeras. Escuché lo que Ninna tenía que decirnos desde un principio en cuanto ocurrió una cosa.
—Toma, fuente de información —dijo Alexander, tendiendo algo a la camarera —Más te vale que sueltes algo que yo no sé si no quieres que te eche a patadas de aquí, tía.
—Está bien, está bien...
Entonces, hizo un giro con su cuello y un gesto extraño con sus manos. Duró apenas unos milisegundos, pero, una vez terminó lo que pretendía, se dirigió a nosotros de nuevo con los ojos cerrados... Como los Bots... Pero también con algo nuevo. De lo alto de su cuello hasta el pecho justo le caía un tipo de cinta negra. No, no era cinta, sino metal. Y, justo al fondo, un círculo de color grisáceo. Era un collar, supuse ya que no soy de llevar collares ni nada por el estilo...
—Gracias —bajó su cabeza con agradecimiento —Ahora sí que podemos hablar, pero, antes...
¡No! ¡Otra misión no, por favor! Me estremecí al pensar lo que se me iba a volver a venir encima, a pesar de no haber movido un dedo todavía, cuando ella me tendió algo a mí ahora. Era diminuto, un círculo diminuto, una foto en un círculo diminuto. Subí la mirada a su pecho; debía de pertenecer al collar. No solo yo, Aiden, Boone, Cass, Maulo y yo lo miramos. Y, entonces, abrí los ojos. En el centro justo de la foto, podíamos ver ni más ni menos que la cara de un chico. Tenía los ojos grandes, amarillos como un limón y largas pestañas. Tenía la piel pálida, pero estaba sonrojado por los lados, que contrastaba con sus dientes tan blancos. En cambio, el pelo le caía por una de las partes de la cara, en concreto era la derecha, y le tapaba un ojo. Este la caía hasta los hombros y, por atrás, lo llevaba recogido por un moño, como lo llevaba ahora Aiden. Y, el dato que, sin duda, más me llamó la atención a mí y a todos fue sencillo; el pelo tenía una tonalidad de morado más fuerte que el pelo que tenía Cass. Es decir, era extraño. Es más, toda la figura era extraña vista desde nuestra perspectiva, pero todos tuvimos esa extraña reacción. Luego, Aiden subió la cabeza.
—¿Quién es?
—Eso iba a preguntar yo —me sinceré.
Tampoco tenía pistas de quién podría ser ese chico de la foto sin que nadie me lo dijese. ¡Era más que imposible saber de quién se trataba!
—Es el Sujeto, tío —respondió de mala gana Alexander, que había visto la foto cuando Aiden y yo habíamos levantado la cabeza.
—No —dijo de repente la camarera —No es el Sujeto. Él es William.
—¿Qué? —dijimos los seis a la vez. Típico de un Bot, y de mi imbecilidad.
¿Quién era William ahora? ¿Qué tenía que ver? Un chico de pelo morado que sonreía sonrojado hacia la cámara que no sabíamos quién era, pero ahí estaba, como un cuadro de exposición. Además, ella era peli naranja y él peli morado. Por más que lo mirábamos, no encontrábamos relación alguna. ¿Hermanos? ¿Primos?
—Novios —concluyó ella —William es mi novio.
—Vale, ¿y quién es ese tal William, pelirroja? —suspiró fuertemente Boone, perdiendo la paciencia poco por poco.
Ninna hizo una pausa para mirar ella también la foto. Entrecerró los ojos con pena mientras sonreía al verla. Yo no estaba entendiendo nada; no tengo casi amigos, menos novia. Entonces, cerró los ojos al sonreír del todo con sus labios y sin mostrar sus dientes. ¡Me estaba poniendo nervioso aquel Bot!
—William dejó de existir para muchos, pero no para mí —dijo con calma, pero nosotros estábamos impacientes —Además, a él también se le conoce de otras formas.
—¡Agh...! —suspiramos de nuevo los seis, poniéndonos una mano en la cara.
En cambio, la siguiente frase que dijo sí que fue de nuestro agrado. Tanto que abrimos los ojos firmemente y con esperanza.
—Se le conoce también por el apodo de El asesino de la W.
Ahora todos cogimos aire, entendiendo en aquel momento por qué se había puesto a hablar de su vida personal en vez de seguir con lo acordado. Cuando devolví la fotografía, ella se la volvió a colgar en el círculo del collar. Suspiró.
—Por eso sé cómo podéis coger al asesino —dijo mirando abajo y firmemente —Pero no será fácil.
Asentimos. Por fin íbamos a empezar con lo que verdaderamente nos importaba. Ella cogió aire, abriendo su boca y cerrando, otra vez más, los ojos, antes de hablar.
—Si atrapar al asesino es lo que queréis...
De repente, todo se quedó en blanco. Abrí los ojos al momento para comprobar que Ninna hablaba moviendo sus labios e incluso abría y cerraba continuamente sus ojos, pero yo no escuchaba. Y, no, no es porque mi atención se hubiese vuelto a ir a otro lado como siempre, sino que esta vez no había forma de escucharla y no entendía por qué. Tampoco sé leer los labios, es una pereza tener que concentrarse tanto tiempo en el movimiento que hace una persona. Pero por ahí no iba la cosa. Todos parecían entenderla, todos, todos menos yo. Tampoco oía nada. ¿Podría ser que el juego tuviese un virus? Hay veces que me ha pasado y, lo normal, es apagar para volver a encender el juego y, con suerte, se te guardaba la última partida jugada. Pero yo estaba dentro del videojuego. ¿Si pudiese apagar el juego...? Pero, de repente, algo se escuchó por detrás. Unos pasos firmes que caminaban por toda la guarida lenta y suavemente. Entonces, me pareció que aquella sensación ya la había sentido en algún momento. Y así fue, era igual que aquella vez. Bueno, hacía unas tres horas de aquello, pero ya era demasiado. En cambio, ahora sí podía moverme a placer. Y fue justo para ver a alguien plantado detrás de mí, mirándome. Su mirada, plantada en mi cara justo, contaba con unos ojos amarillos y con reflejos de color verde. El pelo morado le caía a modo flequillo por la izquierda, sin tocar sus ojos, pero por poco. En cambio, en el izquierdo llevaba ni más ni menos que una cicatriz enorme que le bajaba justo de la frente hasta el cuello. Parecía que se la había cosido él mismo ya que se notaba casa uno de los puntos dado con la aguja. Le reconocí al momento justo por esas dos características.
—Will... —empecé, pero cerró mi boca, paralizando mi cuerpo.
En cambio, fue la primera vez que me di cuenta de lo que el asesino llevaba verdaderamente. Llevaba mascarilla justo puesta en su boca para no dejarla ver. El pelo no lo llevaba tan largo como en la foto, ni tan morado, parecía más rosa. La ropa era oscura, entre negra y gris, y llevaba un chaleco larguísimo, más que el de Alexander, y lleno de bolsillos por todas partes y unas vendas grises en los brazos, aparte de guantes en las manos y en el cuello una bufanda con algo más de color que gris y negro, sino un color entre el primero y el morado. Me di cuenta de que llevaba una bolsa colgada a un lado, justo por donde le cruzaba un palo de un lado a otro de la espalda. Era una espada. Bueno, era normal, era un asesino de un modo u otro. Estaba con el cuello girado, haciendo que me mirase desde un ángulo extraño con esta y, a la vez, daba miedo. Suspiró con la misma voz de la primera vez.
—Todavía no te rindes, ¿no? —hizo una pausa para ponerse más cerca de donde yo estaba y entrecerrar más los ojos para mirarme de frente —Me das asco. ¿Sabes por qué? Porque me das más trabajo del que tengo y me da pereza enfrentarme a ti porque, claro, yo ganaría sin dudar.
Apreté los dientes, pero no pareció notarlo. Luego, se dio la vuelta lentamente y con la mayor calma del mundo. Caminó, esquivando todo a su paso, hasta la salida, poniendo cada uno de sus zapatos, que, por cierto, tenían una suela impresionante, en los espacios libres del suelo, donde no hubiese papeles, libros o cualquier cosa tirada. Entonces, abrió la puerta con toda su calma y devolvió su mirada a la mía. Hizo una mueca, como que sonreía un poco, antes de hablar lento y casi como un susurro.
—Te tengo...
Y, así, se marchó. Esperé un poco, pensando en toda la conversación que acabábamos de tener. Bueno, es más, él había tenido conmigo, porque apenas había dicho su nombre y ni eso.
—¡Ash! —oí de repente con enfado a mi lado.
Me dirigí hacia donde había venido. Todos me estaban mirando ya que yo había apartado la mirada hasta la puerta. Me puse a pensar qué decir, pero había algo más importante que eso ahora mismo.
—¿Otra vez te habías ido a tu mundo, héroe imbécil? —me gritó Maulo como enfadado y desesperado.
—Respeto a la señora, tío —añadió el hechicero, apoyado en su mesa.
—¿Es una maldición de las suyas, Maulo? —dijo Aiden mirando a mi rata.
Cuando siguió hablando, yo me volví a ir para pensar. Me había dicho que le daba pereza enfrentarse a mí porque me ganaría. Y ahora me había dicho "te tengo..." Entonces, abrí los ojos y me levanté rápidamente.
—¡Fuera! —grité inútilmente.
Todos me miraron con asco. Ya me había vuelto loco para ellos, otra vez. Ninna estaba esperando con cara de desprecio que me quedase callado, pero no insistí. Viendo que nadie se movía, puse mis manos arriba.
—¡Va a pasar algo, algo fuerte!
—¿Algo fuerte como qué? —me miró serio Boone —Lo que eres es un pringado, no un vidente, idiota.
—¡No! —rechisté, pero, como nadie me hacía caso, me senté de nuevo, pero indignado.
Esa acción, así de la nada, cuando me senté, fue la que hizo que eso fuerte pasase. Una daga voló sobre mí a un par de centímetros de mi cabeza y yo solo me agaché rápidamente. Miré atrás. Creo que nunca había tenido mejor reacción que aquello, incluso me sorprendió. Y más me sorprendió decir que la daga no venía de Cass, ya que ella ahora estaba en la espalda de Boone porque yo no hacía más que levantarme y sentarme. En cambio, allí no había nadie.
—¡No...! —gritó de repente Aiden.
Cuando desvié mi mirada de nuevo, pude ver que la daga había impactado justo de frente en el pecho de Ninna. Aiden se levantó rápidamente para arrancársela de su cuerpo, sin saber que eso iba a hacer que la herida perdiese aún más sangre de la que había empezado a perder. Me quedé parado, ¿cómo que una muerte? ¿Así de la nada?
—¡Idiota, haz algo! —dijo Boone, dirigiéndose a mí, y con razón —¡Aiden, tú sí que la has liado!
—¿Qué he hecho yo...? —subió sus hombros con pena.
A Ninna le sangraba el pecho, justo donde le había impactado la daga. Es más, antes de dirigirse a ella, se le había abierto tanto la herida que estaba casi seguro de que eso no se iba a curar fácilmente.
—En los videojuegos lo pixelan —le dije a Maulo, con asco, claro.
—Tío, deja de estar en tu mundo —intervino de repente Alexander, que había aparecido a mi lado —La tía que nos da información se está muriendo.
Al final, fui más obligado. Cuando decidí moverme por las insistencias de ayudar, pisé la daga. La miré de arriba a abajo con curiosidad, antes de cogerla. Tenía algo marcado que a duras penas se veía. W. Era de él, era del Sujeto. Pero el Sujeto era William, ¿no?
—¿Ha matado a su novia? —susurré a mi amigo.
—Es un asesino, ¿qué le vamos a hacer? —se sinceró Maulo.
De repente, noté que algo me quemaba. Pero, no solo me quemaba, me ardía, me dolía. Y era en la mano derecha, donde tenía sujeta la daga. Cuando me quise dar cuenta, estaba echando chispas y a salir humo. ¡¿Una daga bomba?! La lancé al suelo con miedo y me aparté lentamente. De repente, se escuchó una pequeña explosión. ¡Bum! Y toda la guarida secreta de Boone y Alexander se empezó a llenar de humo. No soy muy bueno en la física y la química, pero sé que el humo te ahoga. Y vamos si te ahoga, me empecé a quedar sin aire tan pronto explotó. Al menos, no solo fui yo.
—¡No puedo respirar...! —anunció Aiden, tapándose la boca y nariz.
—El humo... —suspiró Alexander —Para el humo, héroe...
—¡¿Cómo?!
—Y yo qué sé, tío —subió sus hombros con el chaleco en la nariz —No soy químico.
—¡Ni yo! —me desesperé.
Si no queríamos morir ahogados por el humo, solo había una opción. ¡Escapar! Obviamente, no iba a ser tan fácil. Estaba cerrada del todo, no había forma de abrirla. Y creo que dije que no había ventanas, ¿no? Pues algo así. Boone dejó de atender a Ninna, que jadeaba en el suelo ya no solo por el humo, y fue con Cass para tratar de tirar la puerta abajo. Alexander se sorprendió de que hubiese allí una pilla, para no haberlo notado todavía... Pero eran Bots. Entonces, mi cuerpo se cayó al suelo y es que no tenía aire suficiente para mantenerme de pie. Los dos que trataban de sacarnos de allí eran los únicos que quedaban con alguna fuerza. Incluso Maulo se tapaba la boca y nariz, la cual tenía bien larga por ser un ratón, con mi ropa.
—Ash... —dijo de repente Alexander, en un suspiro —Usa a Pitón... Aunque no tengas fuerzas, tío, ella te responde...
Tan solo con decirlo, se dejó caer al suelo tosiendo ya que estaba apoyado en la mesa. Miré mis manos, temblorosas, y las cerré. Miré arriba, a Boone y a Cass, cada vez con menos fuerzas. Como la pilla llevaba la braga en el cuello, podía aguantar un poco más que el arquero, pero ya apenas podía quedarse de pie contra la pared. Entonces, cogí con cuidado y despacio a Pitón, en mi espalda. Por suerte, el Sujeto no me la había quitado. Era un Bot, en fin. Me acerqué arrastrando más mi cuerpo que cuando me levanto por las mañanas y tengo que ir a clase. Me levanté gracias a mi espada cuando estuve al lado de mis dos compañeros, que ya directamente se habían tirado al suelo por falta de aire. Agarré con la poca fuerza que tenía a Pitón con mis manos y bien fuerte con mis puños. Cerré los ojos. Debía salvar a mis amigos... No, tal vez, no. ¡Quería salvarlos! Abrí los ojos rápidamente cuando estrellé mi espada contra la puerta de madera. Su aura azul volvió y fue más que suficiente para partir la puerta. Me quedé sorprendido. De solo una, solo había hecho un ataque y lo había roto... ¡Pero no había tiempo para pensar! El humo empezó a irse gracias al aire que entraba, pero era peligroso continuar allí. Traté de escapar, pero mi débil cuerpo no aguantó más hasta volver a caerse al suelo sin fuerzas. En cambio, quien me ayudó ahora, no fue otro que quien tenía delante, quien se había recuperado al momento, nada más abrir la puerta.
—¡Vamos, falso Héroe...! —me gritó Boone, agarrando mis manos —Hay que sobrevivir...
Boone tenía mucha fuerza, tanta que me sacó tan solo haciendo fuerza en mis manos. Al salir, me coloqué a un lado de las escaleras para coger todo el aire que mis pulmones podían coger. La pilla también salió por ella misma y se colocó justo al otro lado de estas para que, diez segundos después, entrase corriendo para ayudar. En teoría, Aiden, Alexander y Ninna seguían dentro.
—¿Vives, Ash? —me dijo en un suspiro Maulo.
—Vivo... Desafortunadamente, vivo. ¿Y tú, Maulo? —eché mi cabeza atrás mientras lo decía y mientras él sonreía.
—Vivo —se rio.
En ese momento, Boone y Cass salieron ayudando a Aiden y a Alexander. Como ellos estaban más adentro, estaban más afectados que nosotros cuatro. Preferían estar los dos para ayudar a Ninna ya que, aparte de ser más alta y fortachona, estaba herida de gravedad por su propia pareja. Yo me recuperé más despacio que ellos, ya que yo seguía siendo humano, y, no humano como ellos, pero me refiero...
—¡Voy a ayudar... Boone, Cass...! —anuncié para meterme dentro, donde el humo todavía no dejaba de salir de la daga y no se evaporaba.
En cambio, no requirieron de mi ayuda porque los dos eran lo suficientemente altos y fuertes como para sacar ellos solos a Ninna. No lo había dicho, pero los dos me sacaban una buena altura cada uno. Me sentía pequeño, pero luego estaba Alexander allí. Sonreí, pero algo me llamó la atención. Boone dio un puñetazo a la puerta rota.
—¡Maldición...! —gritó mientras Maulo y yo le mirábamos —¡Dichoso William!
Ahora le pegó una patada. Cass miró a otro lado mientras sacaba algo de su espalda para mostrárselo a Boone. Era un objeto negro con algo puntiagudo al otro lado. Miró hacia abajo.
—Toma, morenito —se lo tendió —Yo fui quien te había quitado el arco.
Aparte de que Boone se sorprendió y empezó a gritar a la pilla con toda la ira que ya traía, no tenía nada que ver con el tema. ¿Qué pasaba con el Sujeto? ¿Qué le había hecho a Boone para que se pusiese de esa forma?
—Ay, que pereza me da veros pelear... —dije con la mirada arriba.
—¡Ash...! —gritó de repente Aiden, abrazándome —¡Lo has logrado! ¡Nos has salvado...! ¡Ahora eres mi héroe y el de mi hija!
—Aiden, ahora no... —dije suspirando y apartándole a un lado.
Luego, miré abajo. La herida de Ninna hacía que estuviese llena de sangre, pero sin píxeles. Por eso, aparte la mirada, pero no tenía buena pinta.
—¿Ese listillo se cree que matando a Ninna nos va a quitar información? ¡Le voy a matar por herir así a una de mis amigas! —cambió radicalmente el músico —¡Ninna, Ninna! ¡Vamos a matar a William!
Ella abrió lentamente sus ojos, como con pereza. Miró a otro lado, como con pena. Y se levantó, como con descaro. Se tocó el pecho y se quedó seria, sin decir nada y sin querer ni recordar lo que acababa de pasar. Miró abajo, cerrando sus ojos. ¡De nuevo!
—William ha querido matarme por sacar información sobre él... —sonrió de repente —Así será, cariño, pero no como tú quieras.
Se levantó, pasando completamente de la sangre que le caía por el pecho. Bajó las escaleras lenta y pausadamente. Luego, antes de cruzar la esquina y ante la mirada de sorpresa de todos, se giró a nosotros.
—Cuidado con lo que hacéis, chicos. Sobre todo, tú, maldito trovador —se quedó callada para seguir caminando, pero se detuvo un momento más —Por cierto, Ash... Revisa tu espada.
—¿Mi espada...?
No entendí en un principio, pero Ninna se fue. Tenía el presentimiento de que no la iba a volver a ver. Miré a otro lado antes de descolgarme la mochila.
—¿Por qué me ha llamado maldito? —preguntó con pena Aiden.
—Normal que lo haga, tío. Quien te aguante, debe ser una especie de dios.
—¿Es un halago? —volvió a preguntar, pero Alexander lo dejó en el aire.
Mientras, Cass y Boone se habían acercado a mi lado. Justo pegada a Pitón, había una nota de color blanca y con letra de doctor. Miré a mis lados para ver sus caras.
—Increíble, ¿no? —se burló Maulo de mí.
Bueno, son Bots y es un videojuego. ¿Qué se le va a hacer? Miré ahora atrás, a la guarida llena de humo y a Alexander mirando con sus ojos descubiertos dentro. No se había incendiado, pero el humo no dejaba de salir.
—Es una Daga‐Bum —complementó la pilla —Tarda en deshacer su efecto tres o cuatro horas, pero no es peligrosa si se usa en lugares no cerrados, ya que sólo sale humo.
—¿Cómo sabes eso, maldita pilla? —suspiró Boone.
—¿Cómo no lo sabes tú, imbécil moreno? —sonrió esta.
Yo, en cambio y como siempre, pasé de la conversación para mirar abajo, a la nota. Estaba claro que era la letra de Ninna, pero ¿por qué a mí?
"Ash, solo debes de leer esta nota tú", decía, a modo comienzo.

Bienvenido al videojuego, Ash Where stories live. Discover now