8. 𝖧𝗎𝗇𝗀𝖺𝗋𝗂𝖺𝗇 𝖣𝖺𝗇𝖼𝖾 𝖭𝗈. 5 /

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𝖫𝖺 𝗆𝖺𝗅𝖽𝗂𝖼𝗂𝗈́𝗇 𝗀𝗂𝗍𝖺𝗇𝖺.
────── 🌙 ──────

1988, Erdély

❝𝗨𝗻 𝗳𝗹𝗼𝗰 𝗱𝗲 𝗻𝗲𝘂 𝗺𝗮𝗶 𝗰𝗮𝘂 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗹𝗹𝗼𝗰 𝗲𝗾𝘂𝗶𝘃𝗼𝗰𝗮𝘁❞.

❝𝘜𝘯 𝘤𝘰𝘱𝘰 𝘥𝘦 𝘯𝘪𝘦𝘷𝘦 𝘯𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘤𝘢𝘦 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘴𝘪𝘵𝘪𝘰 𝘦𝘲𝘶𝘪𝘷𝘰𝘤𝘢𝘥𝘰❞.

❝𝘜𝘯 𝘤𝘰𝘱𝘰 𝘥𝘦 𝘯𝘪𝘦𝘷𝘦 𝘯𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘤𝘢𝘦 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘴𝘪𝘵𝘪𝘰 𝘦𝘲𝘶𝘪𝘷𝘰𝘤𝘢𝘥𝘰❞

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Durante semanas, el incidente del santuario de dragones estuvo en la orden del día. Aquella historia se esparció como la pólvora, consiguiendo acaparar algún titular o hasta salir en pies de página de periódicos extranjeros como El Profeta.

Aunque no era la primera vez que había problemas con dragones (como era habitual en un recinto de máxima seguridad), aquello conllevó poner en alerta la Securitate.

Joana, por su parte, después de salvar a su hija, no esperó a que volvieran a registrarla ni dejó que los magos del santuario sanaran a Enllunada. La niña estaba más emocionada por la aventura que otra cosa y, gracias a la autocuración licántropa, sabía que en breve estaría como nueva. Así que la faena fue la de Joana para abandonar el recinto a lomos de Beethoven antes de que nadie preguntara demasiado o empezaran a perseguirlas.

Mientras su anya la llevaba casi a rastras, Enllunada seguía sintiendo un fuerte cosquilleo por todo el cuerpo. Y aunque se sentía pletórica, estaba esperando una bronca que no llegaba. Ese sentimiento pasó rápidamente a inquietud. Una inquietud que la misma Joana le estaba transmitiendo sin quererlo. No obstante, no fue hasta que aterrizaron que Enllunada fue consciente de que todo aquello era más grave de lo que pensaba.

—¡Llegarán en cualquier momento! He ido tan rápido como he podido... —fue lo primero que dijo Joana a Bartos cuando descabalgaron del hipogrifo.

—No nos encontrarán —dijo el mago de barba deshilachada, alterado—. Dime qué ha pasado.

El campamento en peso dejó cualquier venta ambulante o preparación de actuación en la que estuvieran enfrascados, para recoger y preparar los carromatos al aviso de «víz». Los hechizos no paraban de sonar mientras los artilugios y posesiones volaban de un lado a otro, ordenándose por arte de magia.

—Lo siento, Bartos. —La voz de Joana era casi desesperada.

Enllunada estaba sentada en la entrada del carromato tirado por Beethoven, justo al lado de su anya, cuando Bartos le ofreció las riendas a Joana.

—Lo importante es que tú y la niña escapéis. Estuve en el Gulag de Siberia y... —La voz del mayor se quebró. La mirada parecía más oscura, como si el mero recuerdo de aquel lugar le matase por dentro.

Until the very end | #PGP2024Where stories live. Discover now