29. 𝖤𝗉𝗂𝗍𝖺𝖿𝗂𝗈 𝖽𝖾 𝖺𝗀𝗎𝖺 𝗒 𝗌𝖺𝗅

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1998 – Aberystwyth
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❝𝗘𝗹 𝗺𝗮𝗿 𝗲́𝘀 𝗰𝗼𝗺 𝗹𝗮 𝘃𝗶𝗱𝗮 𝗾𝘂𝗲 𝗻𝗼 𝗮𝘁𝘂𝗿𝗮 𝗲𝗹 𝗿𝗶𝘁𝗺𝗲 𝗺𝗮𝗶❞.

❝El mar és como la vida que no para el ritmo nunca❞.

❝El mar és como la vida que no para el ritmo nunca❞

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—Ma'am Roderick, no necesito descansar. Todavía quedan muchos carroñeros y mortífagos ahí fuera.

—Me has ayudado mucho, Lupin, pero estando agotada no me eres útil. Campbell te relevará.

—No estoy agotada… —siguió replicando Enllunada.

La chica de diecisiete años pisaba los talones a la auror mientras cruzaban el atrio del Ministerio a toda prisa.

Aunque Enllunada llevaba la melena dorada recogida en una coleta y una túnica azul marino presentable, unas pronunciadas ojeras contradecían aquello que ella negaba a toda costa.

A pesar de que la chica era alta, Radel Roderick le sacaba una cabeza a Enllunada. La bregada auror de piel negra y rastas canosas que llegaban hasta el suelo, le faltaban un par de dedos en una mano y vestía una túnica étnica de tonos morados.

Lupin llevaba siendo su pupila y ayudante desde la Batalla de Hogwarts. Juntas habían detenido a una decena de carroñeros a la vez que Enllunada aprendía el oficio a marchas forzadas. Algo inusual en el Ministerio, que solo se había permitido por las exclusivas circunstancias y el número elevado de caídos que había sufrido la brigada.

Las directrices del nuevo jefe de aurores, el señor Gawain Robards, habían sido claras: obedecer todas y cada una de las órdenes de Roderick. Eso, o la mandaba de una patada a Hogwarts para ayudar a reconstruirlo y a terminar el último año que le quedaba.

Enllunada no pensaba volver a pisar el colegio de magia, así que se cuidó de ser una esponja de Roderick para instruirse en aquellos pocos días, a la vez que se convertía en una aprendiz ejemplar. O eso intentaba.

La auror no le permitía violencia gratuita ni artimañas ilegales para ejercer el trabajo. Según sus propias palabras no eran los aurores los que debían decidir quién vivía y quién no, y menos todavía juzgar; de eso se encargaba el Wizengamot.

«No somos mercenarios, Lupin. Este no es un lugar para la venganza. Somos el escudo de la comunidad mágica; sin favoritismos ni distinción. Si no eres capaz de entenderlo, Lupin, este no es tu lugar». Esas fueron las primeras palabras que Gawain Robards le había dicho después de que Shacklebolt la hubiera presentado, y era lo que había tenido que prometer tanto al mago que se convertiría en su jefe, como al amigo de su difunto apa.

Until the very end | #PGP2024Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin