¿Estás preparado para enfrentarte a la muerte? ¿A seguir siendo quien realmente eres? ¿Estás dispuesto a perderlo todo?
La oscuridad se apodera de nosotros y la lucha en contra de nuestros peores instintos ha comenzado. Lealtad. Amistad. Muerte. Enl...
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Llevaba meses detrás de él estudiando sus movimientos; con quién se veía, descubriendo los escondites que merodeaba...
Aunque era cierto que muchos de los carroñeros que le sirvieron en la época de Lord Voldemort habían muerto o estaban cumpliendo pena en Azkaban, solo se había reunido con un par: Accalia y Hati.
Enllunada tenía a ambos licántropos fichados. De hecho, si fuera por ella seguirían encerrados en Azkaban, pero parecía que la lucha contra el status quo había significado también un cambio penitenciario en el que los dementores brillaban por su ausencia y las condenas eran ejemplares solamente en casos concretos.
Hati, un mago de mediana edad, melena oscura y larga al igual que la barba encrespada y grisácea que le ofrecía un aire rudo junto a su altura y corpulencia, había sido durante años el eje neurálgico de todos los licántropos de Irlanda. Y aunque jamás se había proclamado alfa, los encabezó en su día para Greyback. Sin embargo, fue suficientemente avispado para nunca presentarse en la Batalla de Hogwarts, y gracias a eso se escapó de ir a la cárcel mágica.
Por su parte, Accalia, era la licántropa más acérrima y feroz que Enllunada había conocido jamás. Aunque podía jactarse de tener más años que Matusalén, no lo aparentaba ni en espíritu ni en tenacidad. A pesar de su figura delgada y ajada por el tiempo, ninguno de los lycans que tenían trato con ella se atrevían a contrariarla.
Posteriormente a la Batalla de Hogwarts fue Accalia quien tomó el lugar de alfa con los vástagos que quedaron con la presunta muerte de Fenrir Greyback y el final de la guerra. Cinco años cumplió en Azkaban, y aunque para el Ministerio de Magia resultó una victoria ya que Accalia se había pasado la vida eludiendo la prisión, para Enllunada aquella condena reducida con tecnicismos resultaba una patraña del sistema.