Golpe bajo

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Ever

Al sentir su cuerpo, mis deseos de tenerla eran aún más fuerte; estaba afuera del baño temblando, mi respiración estaba agitada, debería de irme no puedo topármela, al menos no hoy.

Llego al salón, meto mis cosas a la mochila.

-¿A dónde vas?.-Pregunta Lina.

-No me siento bien...

-¿Quieres que te acompañe?

-No gracias, puedo sola.

-¿Segura?

-Si, Adiós...

Me alejo de ella y voy directo dónde está estacionado mi bicicleta en ese momento mi ansiedad había incrementado, gracias a eso pedaleo veloz en mi bicicleta, llego muy rápido a mi casa, saco las llaves de la puerta y entro dejando mi bicicleta cercas de las escaleras.

-¿A dónde vas?.- Papá pregunta, estaba ebrio.

Mi papa es un alcohólico desde que tengo memoria, mi mamá nos dejó por lo mismo, pero es algo que no quiero tocar el tema.

-A mi habitación, me siento mal, ¿Por qué no estás en el mercado?

El único sustento que teníamos era un local de verduras y frutas en un mercado.

-Contrate a un chico por estos días.-Apenas pude entender lo que decía.

Apenas nos alcanzaba para comer, no podíamos tener más lujos, mi ropa era usada y de mi padre por eso no estaba a la moda y se reían de mi; mi mamá me castigo cruelmente dejándome a mi suerte con mi papá.

Subí a mi habitación no me percaté la hora cuando me quedé dormida.

Soñé que estaba besando el cuerpo de Jade, mi lengua pasaba por su esternón, hasta llegar a su cuello, pasé minutos acariciando sus pechos mientras besaba sus labios, abro mis ojos y la ví pero no a Jade, sino los ojos de Lina. Despierto agitada, sudorosa y con mucha sed.

Ya había caído la noche, la parte del deltoides me dolía y una parte del trapecio superior.

Salgo de la habitación bajando las escaleras y ahí estaba mi papá dormido en el sillón con varias botellas de cerveza en el suelo, lo tapo con una manta, me pongo a limpiar el piso llevando las botellas a la basura. Tenía hambre, camino a la cocina y abro el refrigerador esperando a que hubiera despensa; sin embargo no había nada salvo por un tómate y un limón seco.

Salí a la calle a comprar tacos, estaba en la calle con mi bicicleta, llegué a mi destino. Tenía ya en mis manos mi orden de tacos había cruzado una calle; sin embargo la cadena de mi bicicleta se atasco enredándose por la parte inferior de la bicicleta provocando a qué me cayera de boca, había unos chicos burlándose de mi desgracia.

-¿Estás bien? ¿Te lastimaste? Es que se nos antojaron tus tacos.-Los chicos se rieron.

-Mejor comparte tus tacos y así no tendrás problemas con nosotros.-Dijo uno de ellos, se estaban acercando. Los pedales de mi bicicleta no estaba en función por la cadena.

-No estoy de humor.-Empujo a un chico que estaba cercas de mi, otro me había quitado mi gorro.

-Aaah con que eres mujer vestido de hombre.- Todos se sorprendieron.-Entonces prueba esto.

El chico le lanzó un puñetazo al aire, Ever lo esquiva; sin embargo uno de aquellos chicos posa atrás de Ever tomando sus brazos.

-Ahora si veremos qué tan resistible eres para el dolor.-Aquel chico lanza un puñetazo en el abdomen una y otra vez hasta que la tercera fue interrumpido por varios policías. Ever estaba en el suelo.

-Te vamos a llevar al hospital.-Dijo un policía acercándose, ella insistió que la llevaran a su casa.

Se estacionaron afuera de la casa de Ever, el papá al ver las luces se salió.

-¿Ahora que hizo mi hija?

-Fue atacada.-Dijo un policía.-No quiso ir a un hospital.

-Me siento mejor.-Dijo Ever saliendo de la camioneta dirigiéndose a la casa.

-No se preocupe estuvo atendida por una enfermera de nuestra unidad.-El policía le entrega unas pastillas para el dolor.-Cada ocho horas, creo que esto es suyo.-Le había entregado una bolsa con tacos.

La patrulla se alejó de la casa.

-¿No quieres cenar?–Pregunta él papá

-No, ya se me pasó el hambre, buenas noches.-Dijo Ever subiendo las escaleras.

Contigo, hasta el último momento.Where stories live. Discover now