Capítulo 03: Sólo un ladrón.

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Wang YiBo, Príncipe y Heredero al trono del Reino Celestial, Deidad del Fuego... estaba caminando entre las calles del pueblo más cercano al que Xiao Zhan lo llevó consigo para vender su propia armadura. Xiao Zhan lo llevaba de la mano, guiándolo, y la otra tenía la gran pieza de oro envuelta en una tela larga para taparla de las personas. Pero él sólo podía fijarse en la ropa que llevaba puesta, la que pertenecía al menor, mientras se mofaba por dentro.

Ambos tenían puesto un velo que dejaba a la vista sólo sus ojos. No había preguntado por qué; Xiao Zhan pareció haber leído su memoria y se detuvo en un lugar dónde no había tanta gente para decir:

—Después de todo, soy el bastardo, mal nacido, estafador, ladrón y miles de apodos más en éste pueblo. No podemos dejar que nos vean, o al menos a mí. Mucho menos cuándo cambiemos tu armadura.

Wang YiBo frunció el ceño sin responder enseguida. Xiao Zhan realmente hablaba de sus desgracias con tanta tranquilidad que pensó que sí estuviera en su lugar, lo hubiera dicho con un tono menos natural, y más decaído. Tal parecía que Zhan ya estaba acostumbrado a todas esas malas rachas que tenía que pagar para conseguir su comida. Era una verdadera suerte que a pesar de los años cómo un ladrón, aún no hubieran descubierto y destrozado su casita.

—Sí quieren hacerte algo, los atacaré.

Xiao Zhan rió y negó con una sonrísita tierna que YiBo no pudo ver a través de la tela que lo tapaba. Wang YiBo también había sonreído apenas al escucharlo reír y, de la misma manera, el más pequeño tampoco pudo verlo, puesto que se había vuelto para seguir con el paso.

—Olvíde decírte que es un lugar más que ilegal— dijo—. Si me descubren, tendrás que correr.

—No sin antes atacarlos.

Xiao Zhan pensó seriamente que el Dios tenía un grave problema con ataques, pero decidió no decir nada al respecto y hacerlos subir por unas cuántas escaleras hacía ese lugar 'ilegal' que había dicho. Ciertamente, el sitio tenía una máscara que solapaba la verdadera intención de lo que fuese aquello. Sin embargo, para YiBo lo peor no era nada más que esa máscara era simular ser un burdel.

Las jovencitas con faldas cortas, sus bonitas caras maquilladas y abanicos redondos los acosaron a más no poder mientras describían sus servicios. Wang YiBo miró a Xiao Zhan y se dió cuenta de que no las veía en los absoluto y tampoco se notaba enojado. No cómo él, que se sentía irritado por todo eso que estaban pasando.

En cada paso que daban, una mujer más se les acercaba y en algún punto, justo cuándo estuvo a punto de estallar, Xiao Zhan lo hizo entrar primero a través de una puerta dónde sólamente habían dos hombres con objetos tan costosos a los al rededores. Wang YiBo estaba esperando que al menos lo que le fueran a dar de dinero valíera la pena.

Pero antes de que al menos pudiera sonidear, el hombre de enfrente casimente arrojó más de quince bolsitas llenas en lo absoluto de monedas de oro y plata a la barra de madera.

Los ojos de Xiao Zhan brillaron. La armadura estaba al lado de todo ese dineral y se había olvídado de ella totalmente, agarrando entre sus brazos las bolsitas y volviéndose con YiBo.

—¡Comeremos perfectamente más de siete años con todo ésto!

Wang YiBo asintió y sonrió. Vamos, ¿qué más podría decirle?, ¿qué se íba a ir en cuánto tuviera el suficiente poder para volver al Reino del Cielo? No, no podía arrebatarle esa felicidad que tuvo en ese momento.

Fall The Inmortality Of Love.Onde histórias criam vida. Descubra agora