Capítulo 25: Después de catorce primaveras.

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Bajo las tierras del Reino Celestial, un fuerte retumbido se dió a escuchar. Uno tras otro, cientos de temblores inundando esa zona refundida y oscura dónde la Energía Resentida se acumuló extremamente durante catorce años.

Aquella Energía densa estalló a más no poder. Así mismo, los cientos de mazmorras que estuvieron sin hábitar, selladas, se rompíeron hasta explotar todo el sitio repleto de la oscuridad. Las aguas verdosas del Río de Muerte que impedían que los prisioneros pudieran escapar se alzaron por los aires de tal manera que ellas no se regaron, ni tocaron el mínimo centímetro de su piel.

Algunos de los Dioses y Deidades que habían caído en la locura después de la matanza del Príncipe de los Demonios juraron y perjuraron haber visto a un Fénix volando en la altura del Reino del Cielo, victorioso. La gran ave que desprendía su Energía Espíritual, mezclada con la Resentida recorrió todo el Reino del Cielo hasta salir de él con triunfo y llegar a la Ciudad Inmortal, lejos del poder y sólo entre Inmortales comúnes que no se relacionaban con los Dioses cómo tal.

Wang YiBo finalmente había escapado.

El Reino Celestial, sumido en la maldición que Xiao Zhan, el llamado y desaparecido Príncipe de los Demonios había puesto, estuvo hecho un caos por las promesas que los Dioses hacían, alegando haber visto al ave dorada que volaba sobre ellos, entre las nubes.

—¡Su Majestad! ¡Era él! ¡Lo vimos! ¡Lo vimos!

—¡Ahora irá con el Príncipe de los Demonios a causar más maldiciones a nuestro Reino!

Wang DaLu, el Rey, se giró a ver a sus Dioses arrodíllados en el suelo, en la última escalera de las que daban a su Trono.

—¡Tonterías! ¡Es imposible que él escape!

—¡Su Majestad! ¡Tal vez su calabozo no es tan poderoso cómo cree!

—¡Insolente!— exclamó—. ¡Xiao Zhan y Wang YiBo no son capaces de humíllarme de nuevo! ¡Uno está muerto, el otro refundido en la oscuridad hasta morir!

Algunos lo pensaban así. Otros creían que Xiao Zhan estaban esperando el momento adecuado para volver y terminar con su Maleficio. Para nadie era un secreto tampoco que Wang DaLu había pasado años, una década entera buscándolo en los rincones más profundos de cada Reino en una fuerte obsesión por arrebatarle todo su poder y tenerlo en las palmas de sus manos.

El Rey creía que ahora que Wang YiBo moriría en lo profundo del calabozo de dónde nadie había nunca logró escapar, fácilmente tendría a Xiao Zhan a su lado cruelmente sin tener a nadie que se lo impidiera. Sólo tenía que encontrarlo; pero jamás lo hizo. De Xiao Zhan no quedó ni un rastro; ni en el Reino Demoníaco que alguna vez reinó, cómo del Mortal.

Wang DaLu aún tenía en lo profundo de su Palacio la antigua espada blanca que solía ser de Xiao Zhan.

De igual forma, su Reino de Cielo no tuvo paz otra vez, desde el Maleficio puesto por el Príncipe oscuro. Día y noche, la Capital Celestial tenía una inmensa oscuridad que los rodeaba a todos y cada uno de los que lograron quedar vivos, así cómo sus descendientes. Los sirvientes Demonios jamás volvíeron a pisar el Cielo, no sabiéndose nada de ellos una vez más.

Lo único cierto era que en lo profundo de Wang DaLu, aún esperaba que Xiao Zhan siguiese vivo para él, y nada más.

En la Ciudad Inmortal, adentrado en los inicios del bosque encantado repleto de árboles de hojas blancas y azules, con críaturas mágicas diminutas, así cómo los ciervos de espíritualidad, Wang YiBo cubría la mitad de su rostro con un retazo de tela de sus ropas desgastadas. Se recargaba en un árbol, suspirando ante el cansacio de haber utilizado su forma Espíritual para lograr salir de ése infierno en la oscuridad y soledad.

Fall The Inmortality Of Love.Where stories live. Discover now