Capítulo 06: Un amorío con un humano.

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La eufória era enorme en el Reino del Cielo.

Cada exclamación, grito y corredera era debido al regreso del Príncipe Heredero, después de meses sin saber de él. Sin saber si seguía con vida o su alma vagaba entre los tres Reinos debido a su fatídica, y posible muerte.

—¡A-Yi!


—¡Príncipe!

—¡Su Alteza!

Eran las únicas palabras que podían ser escuchadas entre todos los Dioses del Reino; cada Guardia, sirviente. Todos, y cada uno de ellos estaban felices de que siguiera con vida y hubiese vuelto. Si eso pasaba, ellos íban a quedar al mando del Príncipe Mayor, la Deidad de las Bestias.

Estaban seguros de que sí Wang DaLu, el venerado Dios se convertía en Su Excelencia, haría honor devoto a su título. Los trataría cómo Bestias.

Ese mismo Dios quién era el único del poderoso Reino que no gritaba de alegría, ni corría para atender al Príncipe quién rápidamente los rechazaba, alegando que estaba en perfectas condiciones. No lo era; Wang DaLu era el único que tenía ira en su corazón, y las venas de su cuello resaltando por la furia que en cada segundo que pasaba, todos íban detrás del Dios de Fuego.

En un santiamén, había sido dejado atrás.

El Palacio que alguna vez que llegó a considerar que nunca más se habitaría, lo estaba siendo de nuevo. Mientras Wang DaLu se cernía detrás de los Emperadores y y el sirviente de su padre, Wang YiBo estaba sobre la gran cama en posición de loto. Sus ojos estaban cerrados con algo de fuerza; su torso y espalda estaban ligeramente descubiertos.

LingHe, el siervo de Wang ZiaoHang pasaba sus dedos por la espalda de la Deidad, también con sus ojos cerrados. Por medio de ese simple toque, aunque no estaba viendo, podía percibir las más que desaparecidas cícatrices de la Guerra contra... su propio Reino Demoníaco.

Por algún motivo, algo apareció entre sus pensamientos. Sus pensares mientras lo revisaba fueron cortados abruptamente por una temible visión. Temible, por qué si se atrevía a mencionarlo, todo el Reino del Cielo se vendría abajo. LingHe, cómo todos los del Reino Demoníaco, no tenían ni su marca Demoníaca en su frente, ni el más mínimo poder fluyendo por sus venas. No tenía nada que pudiese utilizar para defenderse de la Realeza, ni de Inmortales, ni de Dioses.

'Wang YiBo, Wang YiBo'.

'Si soy yo el mayor, ¿por qué eres quién heredará el trono?'

'Los perros devorarán tu cadáver'.

Entonces, las manos del Demonio llegaron en medio de la espalda de Wang YiBo. La visión se detuvo; la voz de la Deidad de las Bestias dejó de reproducirse en su mente y en las yemas de sus dedos sintió la marca de una Espada Fogosa, un Arma Inmortal estar en la piel del hombre. Y, aunque las marcas no se vieran, cómo si no existiesen, él podía sentirlas a través de sus toques.

—Su Alteza— llamó LingHe.

—Dime— respondió YiBo.

—¿Qué?, ¿qué pasa con mi hijo?— inquirió Song JiuYing, interrumpiendo al Demonio con apuro— ¿ha regresado bien? ¿no está débil?

LingHe suspiró, negando con la cabeza.

—Su Inmortalidad se perdió por un Arma Prohibida.

Wang DaLu sintió un escalofrío recorrerlo de pies a cabeza. Interfirió desde lejos, con ojos acuosos.

Fall The Inmortality Of Love.Where stories live. Discover now