Capítulo 23: El fin de los tiempos.

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El batallón completo que rodeaba la entrada al Cielo fue fácilmente elíminada de su camino. No murieron; esa era una advertencia para que más adelante no se entrometieran en la Calamidad causada.

Después de todo, ellos aún se trataban de Demonios. Pero por todos los años que habían pasado bajo el mandato y estilo de vida tan cruel de la gente del Reino del Cielo, ésas formas se habían plegado en ellos. La nobleza se transformó en injusticia y arrogancia.

Xiao Zhan caminó con lentitud y altivia, co  la vista al frente y ojos gélidos a más no poder. A la puesta del Sol, todo el Reino Celestial en el enorme Palacio miró la silueta rodeada del resentimiento del Príncipe de los Demonios ir apareciendo al subir las escaleras del territorio.

Recorrió todas y cada una de ellas, tal cómo la primera vez que había llegado a ése Reino de su desgracia. Al lugar que le había arruinado la vida, Xiao Zhan llegaba una vez más.

Ésta vez él venía para arruínar la de ellos.

Antes de que el Sol se ocultara, mientras Xiao Zhan písaba el antepenúltimo escalón del Reino, las cenizas de su amado fueron soltadas al aire para permítir que la brisa del Cielo se las llevara para no ser revertidas. Para que el Fénix no pudiera renacer de sus cenizas.

A pesar del fuerte odio en su corazón; incluso con el corazón de piedra que se había formado en vez de permanecer la dulzura en él... en sus ojos que no eran de carmesí aún se asomaron un par de lágrimas cuándo las cenizas de su amante se esfumaron cómo la vida en un santiamén.

Pero las lágrimas de los bordes de sus ojos rápidamente se transformaron en una mírada vacía y calculadora en el momento en que sus pies llegaron al último escalón, quedando en su vista todos áquellos a quiénes se prometió desde el inicio que haría sufrir.

—¡Es el Príncipe de los Demonios!— gritaron— ¡Ha venido aquí por nosotros! ¡Está aquí para matarnos!

La Emperatriz sonrió ladinamente, aún con uno de sus brazos extendidos al aire con el cofre de las falsas cenizas que rompían en su interior el corazón de Xiao Zhan. Ella lo bajó, y con la misma soltó el cofre al suelo.

—Después de todo lo que has hecho, maldito Demonio... ¡¿aún te atreves a venir a mí Reino?!

Xiao Zhan alzó el mentón, sonríendo y soltando una risa arrogante. Después, suspiró.

—Su Excelencia, te diriges a mí cómo si lo que desearas, no fuera mi presencia aquí y ahora.

—¡El Maleficio que colocaste sobre nuestro Reino Celestial no lo removerás nunca! ¡¿Qué ganas viniendo aquí después de haberte convertido en una Calamidad y poner una terrible maldición sobre nosotros?!

La Calamidad de vestíduras tan blancas cómo la nieve, cómo lo que en un inicio estaba destinado a ser, llevó su lengua hacía su mejilla en un gesto indeferente.

—No sólo una Calamidad— continuó— si no la más fuerte de todas— poco a poco, sus ojos marrones se tornaron rojizos— y por mi Maleficio es que he venido aquí.

Al ver todos el cambio de color en las iris hermosas del Demonio, todos y cada uno de los Dioses allí presentes desenvainaron sus espadas para apuntarlo directamente. Sólo un par de ellos se mantuvieron con las cejas curvas sin hacer nada al respecto, ¿cómo lo harían, si a quién querían atacar era a su pequeño hermano?

Al contrario; la venerada Reina generó en sus manos la Espada de Fuego, mientras que la Princesa Lu EnJie tenía la del Hielo. Porque ni siquiera Wang DaLu poseía el valor necesario para enfrentarse a la persona por la que su obsesión y amor fue muy grande.

Fall The Inmortality Of Love.Where stories live. Discover now