Capitulo 2

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Aurora

Nos llevó un día y medio preparar el recinto para la fiesta.

La señora Kala me dijo que habría más de 600 invitados, entre asistentes de nuestra manada y de otras cercanas con las que teníamos firmado un tratado en paz.

Una vez que terminamos, la señora Kala me envió a casa para que descansara un par de horas. Tenía que estar de vuelta en la casa del líder al anochecer. La gala no empezaría hasta las 9.

Cuando llegué a casa, me encontré con la desagradable imagen de mi madrastra paseando desnuda.

-¡Ajjjjj....! -exclamé en voz alta, para llamar su atención-. No sé si sabes que estas habitaciones fueron hechas específicamente para proteger nuestra privacidad. No para andar por la casa completamente desnudos.

Me di la vuelta, esperando a que cogiera algo de ropa.

-Oh, lo siento, cariño. No esperaba que volvieras tan pronto. Vengo de patrullar la zona sur de la aldea -contestó despreocupada.

Mi madrastra era una rastreadora, poseía un agudo sentido del olfato.

De vez en cuando, el alfa le asignaba la tarea de patrullar, para ver si podía detectar el efluvio de los renegados que solían merodear por nuestras fronteras.

-Lo que tú digas -repliqué, con los ojos en blanco; me fui directamente a mi habitación y me tiré en la cama.

Intenté dormir, pero el sueño no llegaba, así que me levanté y decidí bajar a prepararme algo de cenar.

Una vez abajo, me di cuenta de que estaba completamente sola en la casa. Montana debía de haber salido de nuevo.

-Mejor para mí -pensé, encogiéndome de hombros.

Fui a la cocina y preparé pasta, luego me senté frente al televisor y comencé a buscar una película para ver.

Mi teléfono sonó. Bajé la vista y sonreí al ver que era Emma.

-Hola, Em -respondí mientras seguía recorriendo la lista de películas en el televisor.

-Bueno... ¿Cómo ha ido la limpieza y la preparación  de la gran fiesta? -preguntó.

-Hasta ahora, cansino. Ese lugar es enorme. Pensé que nunca terminaríamos con la decoración -relaté. Me metí un tenedor de pasta en la boca mientras hablaba.

-Uf, me lo imagino. ¿A qué hora empieza? -preguntó ella.

-Tengo que estar allí sobre las 5:30. Pero el suplicio empieza a las 8.

-¿Sabes a qué hora terminarías? -preguntó.

-En realidad no, pero estoy segura de que no será antes de medianoche.

-Vaya... qué fastidio. Supongo que tendré que desearte un feliz cumpleaños mañana.

-Sí, me han ordenado que dejé el teléfono en casa, así que no leeré los mensajes hasta que vuelva.

-Vaya mierda -gruñó mi amiga.

No pude evitar soltar una risita.

Pasamos el resto de la tarde charlando y riendo. Apenas noté que el tiempo pasaba volando.

Unas horas más tarde, me dirigí a la casa del líder. Me presenté en las puertas y pasé al interior.

Una vez dentro, fui directa a la dependencias del servicio doméstico, donde me puse el uniforme oficial.

Odiada Por Mi AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora