Capítulo 20

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Esperaba hablar con Wolfgang, para convencerle de que no reasignara a Tony a otro emplazamiento laboral.

No había hecho nada malo, y realmente no entendía por qué Wolfgang estaba tan enfadado.

No era que se preocupara por mí o algo así.

-Pero lo hace. Nuestro compañero se preocupa por nosotras. Lo de antes ha sido un arrebato de celos -aseguró Rhea.

¿Podría ser realmente así? ¿estaba celoso?

¿Pero por qué iba a estarlo? No mostraba ningún sentimiento por mí, más allá del asco.

¿Verdad?

Entonces recordé el beso que habíamos compartido. Definitivamente, yo le gustaba. Había sentido su miembro tenso contra mi pierna.

¿Le había excitado?

-¡Sí, por supuesto! Nuestro compañero no lo admite, pero siente algo por nosotras, -gritó emocionada Rhea en mi mente-. Ve a buscarlo. ¡Tal vez incluso termine lo que empezó y nos marque!.

Me sonrojé. Mi loba sí que era una perra cachonda.

Al final, decidí ir a su despacho. Me encontré con Max y Remus por el camino.

Cuando les pregunté si habían visto a Wolfgang, Max dijo que estaba en su despacho y que mejor fuera a verle, porque podría ponerse de mejor humor si me veía.

Tanto él como Gamma Remus no dejaban de lanzarme miradas de reojo, pero me despedí de ellos y continué hacia el despacho del alfa.

Cuando llegué, ya a punto de llamar, vi que la puerta estaba entre abierta. Di un ligero empujón y entré.

Me quedé helada cuando vi a mi compañero con la lengua metida en la garganta de Tallulah, que estaba sentada en su resgazo.

Dejé escapar un jadeo involuntario, y ambos se dieron cuenta de que estaba allí, mirándolos.

-¡Disculpa! ¿No sabes llamar a la puerta? Estamos en medio de algo -dijo Tallulah, mirándome fijamente.

Me disculpé, me di vuelta y salí corriendo de la estancia tan rápido como pude, con los ojos llenos de lágrimas.

Corrí por el pasillo, dirigiéndome a las escaleras que llevaban a mi dormitorio, cuando me encontré con Aspen. Sus cejas se arrugaron en cuanto vio mi cara, y se agarró a mí.

-Rory, ¿Qué pasa? -preguntó.

Intenté secar las lágrimas de mis ojos.

-Yo...yo... -traté de explicarme, pero me deshice en lágrimas. Segur que parecía un desastre.

-Ven conmigo -pidió, tirando de mí; bajamos las escaleras. Me llevó al patio trasero, donde Gamma Remus y Max estaban charlando.

En cuanto me vieron, ambos se mostraron preocupados.

-¿Qué pasa? -preguntó Max, acercándose a mí, pero yo no podía dejar de sollozar.

La imagen de mi compañero y aquella loba estaba grabada en mi mente, y cada vez que pensaba en ella, me dolía más.

-¿Qué le ha ocurrido, Aspen? -preguntó Remus a su compañera, que se limitó a negar con la cabeza.

-Lo ignoro. La he encontrado en este estado. ¿Podéis dejarnos solas? Creo que necesitamos un rato exclusivamente para chicas.

Ambos hombres asintieron de mala gana y nos dejaron solas en la rosaleda.

Aspen se sentó allí fuera conmigo, en silencio, esperando a que dejara de llorar. Debimos de estar sentadas en aquella guisa al menos durante una hora.

Odiada Por Mi AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora