Capítulo 25

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Aurora

Me dirigía al despacho de Alfa Wolfgang para llevarle el café de las once. Estaba a punto de llamar a la puerta cuando oí voces.

-¿Estás seguro de esta decisión, señor? -dijo la voz de Gamma Bowman-. No tiene que apresurarte en la elección de su Luna. Puede esperar hasta que finalmente encuentre a su pareja.

¿Elegir una luna? ¿El alfa se había dado cuenta por fin de que deberíamos estar juntos?

Sabía que no debía escuchar a escondidas, pero miré a mi alrededor para ver si venía alguien, y luego acerqué la oreja, haciendo lo posible por ocultar mi aura.

-Todo lo contrario, Gamma Bowman. Ya es hora de que el alfa elija a alguien como su Luna, puesto que no ha encontrado a su pareja.

Era uno de los ancianos.

-Tiene que presentar una Luna ante la manada, para asegurar que habrá descendencia que dé continuidad al linaje Fortier Gagliardi.

-Todavía tiene tiempo hasta los 30 años, Aldo. Estoy seguro de que la manada entenderá que aún no haya encontrado a su pareja -objetó Remus.

-¡Estamos en guerra! No hay tiempo para esperar -dijo el anciano Leto.

-¡Basta! -retumbó la voz de Wolfgang a través de la puerta, silenciando a todos los demás-. Mi decisión es definitiva, Bowman. Me casaré con Tallulah Wilhelm, y la anunciare como la nueva Luna de la manada.

Me tambaleé hacia atrás, perdiendo el equilibrio y golpeando la taza de café contra su platillo.

El despacho se quedó en silencio por un momento. Un momento después, la puerta se abrió y los ojos azul hielo de Wolfgang se clavaron en los míos.

-Aurora... -empezó, pero le corté antes de que dijera nada más, empujando la taza y el platillo ante él.

-Tú café, alfa -dije, evitando el contacto visual.

-Llegas tarde -señaló. Me lo quitó de las manos con un gruñido, y luego tomó un sorbo-. Está frío. Prepárame otro.

Me devolvió bruscamente la taza, haciendo que se derramara sobre mi blusa.

-Enseguida, señor -murmuré. Me di la vuelta y me fui.

Me alejé rápidamente, tratando de llegar lo más lejos posible antes de permitir que las lágrimas fluyeran por mis mejillas. Al doblar una esquina, me derrumbé en el suelo y empecé a llorar desconsoladamente.

-No llores, Aurora -me pidió Rhea.

-Va a casarse con Tallulah. Va a anunciarla a la manada como su Luna. Nunca nos va a reconocer como su verdadera pareja.

Enterré la cabeza en mis rodillas, cuando sentí que alguien se acercaba y se acuclillaba a mi lado.

-Rory... ¿estás  bien?

Levanté la vista para ver la cara de preocupación de Max. Me cogió de las manos y me ayudó a ponerme en pie.

-¿Qué ha pasado? -preguntó, mirando las manchas de café en mi camisa.

-Yo...el café de Alfa Wolfgang estaba frío, así que me pidió que le llevara otra taza -expliqué, apartando la mirada de los ojos preocupados del beta.

-¿Te tiró el café encima? -preguntó.

-¿Qué? No, yo...me tropecé y se me derramó -mentí. No quería que el alfa quedara como un mal tipo ante sus amigos.

Odiada Por Mi AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora