Nivel ocho: La(s) foto(s)

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No solo hay una foto, que ya de por sí sería terrible; ni dos, que sería el apocalipsis; sino que están circulando un compilado de fotos por internet en las que aparecemos Aaron y yo

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No solo hay una foto, que ya de por sí sería terrible; ni dos, que sería el apocalipsis; sino que están circulando un compilado de fotos por internet en las que aparecemos Aaron y yo.

Vamos en orden cronológico, porque esto es demasiado.

Ya todos estamos enterados del asunto del balcón, ¿no? Una fiesta en casa de uno de los streamers más grandes posterior a un evento de boxeo entre streamers que fue la cosa más vista de toda la historia de Twitch. En el lugar hay un montón de gente, no todos son del mismo medio que nosotros, algunos son familiares de los peleadores y gente de producción.

Yo estoy a lado de Sam, porque mi amiga es la persona más increíble del mundo y quiero celebrarlo con ella. Pero mucha, demasiada gente, también quiere felicitarla y platicar con ella. Me abrumo, porque siento que mi espacio personal queda reducido a nada. Me voy lo más lejos que puedo. En el balcón me encuentro con Aaron, alias El Tipo Lindo.

Él se está fumando un cigarro. Tengo la sensación de que le costó mucho encontrar, este rincón de la casa para él solo y lo estoy invadiendo, así que le digo «No te voy a molestar, solo necesito un respiro». Así que fumamos en silencio.

El Tipo empieza a jugar con el humo del cigarro, haciendo aros. Yo intento hacer un aro más pequeño que pase a través del suyo antes de desvanecerse. Así empieza uno de esos juegos en los que nunca logro ganar. Me rindo y hago lo que se me da mejor: hablar.

Hablamos por horas y horas. Algunas personas se asoman y nos invaden porque tarde o temprano a todos les abruma la multitud y necesitan de un respiro antes de volver. Nadie se queda por mucho, está helando. A mí también debería preocuparme el frío, pero es lo último que tengo en mente.

Hasta allí todo de acuerdo con la versión que conocen, ¿cierto?

Bueno, quizá falta un pequeño, pequeñísimo detalle. Es una cosa de nada, no hay porque preocuparse.

Lo besé.

Okay, quizá no es un detalle tan pequeño.

En mi defensa, ni siquiera Sam sabe que eso pasó.

Glitch: del amor y otros juegosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora