Nivel veinticinco: Hapee birthdae, Bria

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Siempre lloro con el final

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Siempre lloro con el final. ¿Han escuchado del tipo que hacía que los perros babearan cuando escuchaban una campana? Bueno, yo soy ese perro cuando escucho al narrador decir con su voz profunda «19 años después», aunque con lágrimas en lugar de saliva, claro.

Me quedo dormida en el puff, lo último que recuerdo es ver a Arón sorber la nariz mientras me pasa un pañuelo. Lo tomo, cierro los ojos al sonarme la nariz. Recuerdo los débiles y pesados movimientos de mis manos al hacer una bola con el papel. Mi mano cae y mis párpados son demasiado pesados para que alguien que no hace yoga facial como yo los levante.

Vamos, que me quedé dormida a un lado de Arón.

Despierto cuando mi alarma suena. Unos cumpleaños atrás, Sam me regaló una de esas alarmas que se mueven para que tengas que ir corriendo por toda tu casa detrás de ella. No sé qué pretendía con ese regalo, «Es útil», me dijo. En realidad casi nunca la uso, solo en días como este que no puedo permitirme quedarme dormida.

Así que veo a la endemoniada alarma correr hasta debajo de la cama y atorarse como una tonta, chocando entre la pared y la pata de la cama. Tomo un gancho del clóset para ayudar a la torpe cosa, aún no me acostumbro a que la ropa no salga disparada cuando abro la puerta. Cosas de gente que ordena su cuarto, supongo.

Y en cuánto la libero, sale corriendo como la traidora que es. Ahora recuerdo porque le regalé papel de baño en su siguiente cumpleaños, «También es útil», le dije.

Sale por la puerta porque no se me ocurrió cerrarla antes. Rueda hasta chocar a los pies de un Arón dormido sobre mi puff con los brazos cruzados sobre el pecho.

Te odio maldita alarma que no me permitió tomarle una foto estando así. No en modo creppy, solo porque se ve lindo así. Maldita alarma que me hace ver como una loca. Ya ni siquiera puedo apreciar ese estado pacífico de su rostro, porque él se levanta parpadeando lentamente.

Apaga el aparato con un simple clic, como si hubiese sido tan fácil desde el inicio.

—Buenos días —saludo, la frase me sabe rara. Tan íntima. Como si quedarse a dormir junto a mí fuera cosa de todos los días.

Glitch: del amor y otros juegosWhere stories live. Discover now