Nivel doce: El mapache

51 5 2
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

La semana siguiente a nuestro trato pasa muy rápido

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

La semana siguiente a nuestro trato pasa muy rápido.

El sábado me aprendo un par de comandos para Mortal Kombat; pero saber dar un giro en el aire no sirve para ganarle al «señor robot experto en jugar desde que estaba en primaria».

Yo preparo un par de tazas del café helado que se está volviendo tradición y él me pide un cargador para su teléfono. Le indico que está en «el mueble de mi cuarto». Estoy a media taza cuando recuerdo que en mi cuarto hay dos muebles: uno donde está el cargador y otro donde está escondida toda la ropa que nunca doblo.

Corro a la habitación deseando que haya abierto el correcto, pero es demasiado tarde. Me encuentro a Arón haciendo su mejor esfuerzo para volver a meter la montaña de ropa en su lugar habitual antes de que se le viniera encima al abrir la puerta.

—Yo te lo explico —intervengo. Pongo las manos al frente para indicarle que deje de intentar acomodar—: lo que pasa es que entró un mapache. No te lo creerías. Estaba todo recogido, yo lo estaba persiguiendo con una escoba. —Hago mímica para que sea más creíble—. Pero entonces el mapache se metió en el clóset...

Intenta reprimir la sonrisa.

—Ya veo. —Eso de no reírse no le sale muy bien, así que se tapa la cara con una mano por un segundo—. Podría ayudarte, ya sabes a arreglar lo que el mapache arruinó.

Por su tono estoy segura de que sabe que acabo de inventar una excusa malísima, pero está siendo sarcástico. Antes de que pueda responder, lo veo tomar una de mis blusas tiradas en el suelo y hacer un doblez perfecto con dos movimientos. Luego pone la prenda en mis manos. Ahora soy un perchero.

—Doblar no es tan fácil, ¡esto tiene que ser brujería!

—Es magia de robot —responde él. Yo me parto de risa.

Así es cómo Arón termina quedándose una hora extra para ayudarme a doblar la ropa que un malvado mapache desordenó.

—¿Y qué pasó con el mapache? —dice él para seguir con la broma.

—No logré alejarlo. Desordenó toda la casa. Pero llegamos a un trato: ahora tengo que darle una barra de chocolate todas las noches para que no vuelva a desordenar mis cosas. —La parte que es verdad en este pretexto es que ahora mi motivación para recoger es algún postre, porque comerlo ocupa menos tiempo que ponerme a jugar—. Se llama Pedro.

Glitch: del amor y otros juegosWhere stories live. Discover now