Capítulo 40

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Toco la puerta del despacho de mi abuelo para entregar los avances de los casos y cuando él abrió la puerta puede ver la rabia en sus ojos que me hizo dar un paso atrás porque tal vez mi padre había vuelto a lastimarnos, sé que mi abuelo lo obligó irse del país para qué nos dejará tener una vida tranquila, creo que está en Estados Unidos, pero tampoco es que me interese saber.

—¿Qué pasa abuelo? —Pregunto alarmada.

—¡Son unos hijos de puta! —Exclama enojado y entró en la oficina cerrando la puerta—. Kaira, te prohíbo que vuelvas a tener contacto con esa familia.

—¿Qué pasa?

Él rodeó su escritorio y se sienta en su silla donde me mira con una mirada mucho más dulce, pero sigue enojado.

—Hace unos meses me han llegado denuncias de varios padres que quieren denunciar al doctor Gómez, Navarro, Cáceres y Soto y contra la farmacéutica Pordur Pharma. Nuestro bufete está trabajando con el fiscal del caso—me explica enojado—. Y ya puedes adivinar quienes van a defender a esos traficantes de droga.

—¿Los padres de Asher? —Pregunto nerviosa.

—Sí. ¿Kaira tú sabes que es la farmacéutica Pordur Pharma? —Pregunta con un tono serio.

—Pues una donde hacen remedios, supongo, abuelo, puedes ser un poco más claro que no estoy entendiendo nada y me siento muy tonta y eso no me gusta—intentó bromear.

Pero él está completamente serio y cruza sus dedos que lo hace ver más molesto. Me siento en la silla frente de él y busca en su escritorio algunos documentos hasta que me deja uno frente a mí. Suelto un grito de horror cuando veo el nombre de ese fármaco que me arruinó la vida.

—¿Qué es es...to? —Pregunto tartamudeando.

Alzó la mirada para mirar sus ojos y noto que está enojado, molesto y dolido. Él simplemente se queda callado mirándome y el pánico crece en mi pecho porque tal vez por fin descubrió mi oscuro pasado con las drogas. Tal vez la madre de Asher se lo dijo para causarle daño y ahora está decepcionado de tener a una nieta drogadicta.

Mis manos tiemblan y él se aclara la garganta.

—Es el fármaco estrella que ellos tienen—comienza a decir con un tono duro en su voz—. Vamos a demandar a la farmacéutica y a esos doctores. Este será un caso complicado, Kaira, necesitaré tu ayuda para esto.

Limpio mis manos sudadas en mi pantalón y desvió la mirada porque no me siento lista para abrir esa herida.

—Abuelo... Yo—comienzo a decir, pero tocan la puerta y él me pide unos segundos para ir a abrir la puerta. Mirada vuelve a recaer en los documentos y echó una ojeada porque esto deber ser muy grave.

Las primeras líneas del documento me dejan anonadada:

"Desde el año 2000, más de 500.000 personas han fallecido por sobredosis de opioides. Millones más de personas se han vuelto adictos. Cada 25 minutos nace un bebe con síndrome de abstinencia de opioides. El gobierno estima que el costo del abuso de opioides es más de un billón de euros"

—Te quiero presentar a mi nieta que nos ayudará con el caso y es muy inteligente. Ella será la que estará a cargo cuando yo me retire—escuchó la voz de mi abuelo que me hace despegar la vista de los documentos—. Kaira, quiero presentarte al fiscal del caso Roberto Quezada.

Me levanto de la silla y cuando me giro me topo con un hombre bastante más joven de lo que yo pensé debe rondar en unos treinta años y sus ojos verdes me miran fijamente con su traje bien planchado. Es guapo y me da una leve sonrisa.

Insuperable EfímeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora