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— Jiminie. Hijo.

Jimin detuvo sus pasos en el pasillo al escuchar la voz de su madre venir desde su habitación.

— Entra a mi habitación, por favor.

Respiro profundo y regresó un par de pasos para abrir la puerta de la habitación de su madre, quien estaba recostada viendo al televisión.

Su aspecto era cansado, lucia más delgada y su cabello no brillaba cómo solía hacerlo.

— ¿Todo está bien, mamá? — preguntó Jimin acercándose a ella quería darle un vistazo a su marca, pero su madre no se lo permite.

— Estoy bien, solo quería hablar un poco contigo.

— ¿Qué pasa? — preguntó Jimin acomodando la mochila en su hombro para recordarle a su madre que tiene practica sin tener que decirlo.

— ¿Cómo van tus prácticas? — preguntó su madre—. ¿Estás comiendo bien? Lamento no salir de mi habitación estas últimas dos semanas, pero me siento un poco débil. Pero ya estoy buscando un chef a tiempo completo para que prepare tu comida.

— Oh, todo está bien, mamá. La audición es en unos días. Y no tienes que preocuparte por mis comidas, preparó mi comida y si no tengo oportunidad, suelo ordenar algo.

Su madre asintió con una pequeña sonrisa.

— Antes sólo entrabas a la cocina a prepararte un sándwich. — murmuró con una sonrisa—. Me hace muy feliz ver todo lo que has crecido. — suspiró —. Recuerda descansar, si ensayas todos los días hasta tarde cómo lo has estado haciendo, tus músculos no descansan. Duermes muy poco.

— Sí, mamá. — respondió Jimin evitando verla y maldijo en su mente.

Los últimos tres días llegó durante la madrugada, pero pensó que su madre no lo había notado, por supuesto que se equivocó.

No es más listo que su madre.

Los últimos días Jungkook lo espera afuera de la academia para después ir a cenar juntos y conversar...

Después lo llevaba hasta su casa, pero le pide dejarlo una calle antes para que su madre no escuche el auto.

Entra en completo silencio y de inmediato se ducha en la habitación de huéspedes que está en el primer piso para eliminar el aroma de Jungkook y así no ser descubierto por su madre.

Pero al parecer todo lo qué hizo para evitar ser descubierto no funcionó.

— ¿Hoy cenaras en casa? — preguntó su madre.

— Oh... eso, no lo creo, mamá. Hoy tengo una cita en un spa.

— Bien, es importante que cuides tu cuerpo, tu futuro es muy importante, no lo arruines.

Jimin le mantuvo la mirada a su madre, podía notar la advertencia en sus palabras.

— No lo haré, mamá. — respondió forzando una sonrisa—. Sé lo importante que es mi futuro.

La vio sonreír complacida con su respuesta.

— Ahora... tengo que irme, nos vemos. Si necesitas algo... llámame. — dijo caminando hacia la puerta.

— Ten un buen día, hijo. Te amo.

Jimin cerró la puerta sintiendo su corazón demasiado acelerado por los nervios.

Durante los últimos tres días olvidó que ponía en riesgo a Jungkook al continuar viéndolo, pero decirle la verdad tampoco era una opción.

Sabe que va a intentar persuadirlo para dejar a su madre y aún no puede hacerlo.