Capítulo 1: La entrevista y el vagabundo

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Se levantaba, se vestía, desayunaba en el bar de la esquina, y se iba a buscar trabajo.

Eso era lo que hacia todos los días Alfonso Gutiérrez cuando se levantaba por las mañanas. Todos los días, se levantaba a las nueve de la mañana, se duchaba, se vestía, y desayunaba en el bar de la esquina. Normalmente, siempre desayunaba dos tostadas de aceite de oliva y jamón, acompañado de un café descafeinado, pero en aquel tiempo, en aquel frio otoñal, habia decidido cambiar sus tostadas y su café rutinario por un plato de churros, acompañado por un buen chocolate caliente en el que los mojaba, sin duda alguna, una de las mejores decisiones que habia tomado en su vida.

Alfonso Gutiérrez tenia veinte años, tenia el pelo negro, aunque apenas se le notaba debido a que lo tenia corto, no al extremo de rapárselo, pero cerca. Habia comenzado a dejárselo corto porque su madre (A raíz de que cumplió los diecisiete años), siempre le decía que se quedaría clavo, como su padre. Sabia que se trataba de una broma, aunque luego, cuándo lo pensaba con claridad, tenia bastantes posibilidades de que ocurriera. Su padre se habia quedado calvo cuando cumplió los veinte años, y que el supiera, la gran mayoría de su familia era calva. Así que, como método de prevención, comenzó a dejárselo corto para adaptarse a lo que posiblemente seria su aspecto en el futuro. Claro que, en ningún momento habia dejado de perder el pelo, aun no habia llegado la hora de que eso le ocurriera, si ocurría alguna vez claro, y podría dejárselo crecer cuando quisiera, pero lo cierto es que, le habia cogido el gustillo a tenerlo así de corto. Le gustaba, sobre todo en los días de frio porque le gustaba notar como el viento chocaba con su cabeza. Sus ojos eran castaños, y tenia una barba corta y muy bien cuidada. Alfonso medio mas o menos 1,70, y pesaba mas de cien kilos, no se sabia su altura ni su peso con exactitud, hacia tiempo que no iba a pesarse, pero si sabia que tenia sobrepeso, no hacia falta ser un lince para saberlo y para verlo. Desde pequeño habia sido un niño al que le gustaba comer, he hecho, hubo una vez en que, estando en primaria, convenció a dos niños para que le quitaran los bocadillos a los niños que se encontraran en el recreo, y se los entregaran a el, algo que verdaderamente disfrutaba. Su idea era hacerlo todos los días, para poder hartarse de comer, pero el director le pillo, y le riño al hacerlo por primera vez. Como era obvio, el director le expulso dos días por lo que habia hecho, y pensaba que su padre le castigaría también por lo que habia hecho, pero no lo hizo porque, por lo que habia entendido, estaba confundido por descubrir el comportamiento de su hijo. Recordaba que, cuando el director le informo de lo ocurrido, su padre le comento que no sabia si castigarle o si hacerle una estatua en la casa, y esa frase era también algo que habia oído en varias conversaciones que habia tenido con su madre. Cuando era niño, no entendía muy bien el porque de aquella frase (No como ahora), pero el caso es que, al final, no lo castigaron, y eso fue con lo que se quedo, el resto no importaba, solo importaba el hecho de que no le habían castigado.

Alfonso no es que se dijera que fuera una persona atractiva, ni musculosa. Estaba fuerte, pero no era precisamente porque fuera al gimnasio, el  nunca habia ido a un gimnasio, y no tenia pensado en pisar uno, no al menos de momento, pero toda la fuerza que tenia se la debía quizás al sobrepeso, y a que siempre habia sido un niño muy bruto. El no tenia bíceps, lo que tenia eran unos brazos anchos que se podían confundir con muslos de pollo, solo que, a lo bestia. Tampoco tenia pectorales, el lo que tenia eran dos tetas un poco colgantes, como si fueran las de una mujer, tetas que habia tenido desde primaria, y si no hubiera sido porque golpeo a uno de sus compañeros al meterse con el al verle las tetas, probablemente le hubieran bautizado como "El tetón". Tampoco tenia tableta, lo que tenia era una barriga un poco mas grande que la de una embarazada de cinco meses. No era tan grande ni tan peluda como la del personaje obeso de Austin Power, pero si era lo bastante grande para que no pudiera verse el pene. SI no fuera porque lo utilizaba para mear, o para masturbarse de vez en cuando, lo habría declarado muerto hace ya bastante tiempo, o inexistente.

El guardia de Math and FriendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora