Capítulo 3: Segunda noche

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Eran las una menos diez, todo seguia en orden, y Alfonso seguia jugando a "Dark Souls" en su Nintendo Switch. Estaba un poco cabreado porque habia muerto en varias ocasiones, y ya estaba hasta la polla de perder todo lo que habia conseguido, de matar a los mismos enemigos y de recorrer el mismo camino. Habia conseguido matar a uno de los muchos villanos que tenia el juego, habia conseguido matar al del tutorial, y le habia costado lo suyo hacerlo. Y ahora se estaba enfrentado al segundo villano "El demonio de tauro" un minotauro gigante que utilizaba un hacha llamada "La gran hacha del demonio" como arma. Era un villano que imponía bastante respeto, pero se podía matar fácilmente. Habia dos maneras de matarlo. La primera, era subir por unas escaleras hasta un torreón, y luego, saltar sobre el cuando estuviera debajo de ti. Si hacías eso tres o cuatro veces, derrotabas al minotauro. La segunda manera, la mas difícil, era luchar contra el, y quitarle la vida poco a poco con las armas que tuvieras a mano. Alfonso sabia que existían ambas maneras de vencerle, pero el prefería usar la segunda porque si lo conseguías vencer asi, te daban un premio, el arma que utilizaba el minotauro. No era una de las mejores armas del juego, pero para empezar, era un arma bastante buena. Alfonso no sabia cuantas veces se habia enfrentado al minotauro y habia salido perdiendo, habia perdido la cuenta hacia bastante tiempo, pero como no lo venciera dentro de poco, acabaría por estampar la Nintendo contra la pared.

- Vamos.- Exclamaba mientras veía como apenas el minotauro tenia vida.- ¡Vamos!

Empezó a pulsar botones a lo loco para que su personaje golpeara al minotauro, la vida iba disminuyendo poco a poco, pero entonces el minotauro hizo un movimiento y le quito toda su vida a su personaje, e hizo que aparecieran las famosas letras rojas del videojuego "HAS MUERTO" Pues nada muchacho.- Le dijo su voz mental.- A empezar de nuevo.

- ¡Me cago en el puto minotauro de los cojones! Exclamo mientras dejaba caer su Nintendo Switch sobre el escritorio y luego, automáticamente, se echo hacia atrás en su silla, e intento relajarse.

No sabia si volvería a jugar a la Nintendo Switch durante el resto de la noche, pero si lo hacia, no jugaría a "Dark Souls", ya había tenido bastante por una noche.

Cuando se relajo un poco, se quito la corbata de su uniforme y la puso sobre el escritorio, le estaba agobiando demasiado debido al sofocón que se habia dado con el dichoso juego. Después, saco su móvil del bolsillo, vio que eran la una menos cinco, y lo volvió a guardar. Cuando lo hizo, cogió el macuto, que lo habia dejado en el suelo, bajo el escritorio y a pocos metros de la papelera, y saco el libro de "Narracciones Extraordinarias de Edgar Allan Poe" Pensó en sacar tambien el paquete de patatas para comérselo mientras se leía el libro, pero decidió no hacerlo para no mancharlo. Cuando saco el libro, lo abrió por el cuarto relato "La caída de la casa Usher" y comenzó a leer como si no hubiera un mañana, o eso habría hecho si a los cinco minutos de comenzar a leer no le hubiera entrado sueño.

Era la una de la madrugada, y mientras sostenía el libro, los parpados habían comenzado a pesarles, su cuerpo habia empezado a relajarse, el sillón en el que estaba sentado, o mas bien echado, era cómodo, pero en aquel momento... Era una jodida maravilla, parecía que estaba flotando en una nube. Tenia sueño, su mente y su cuerpo tenían sueño. Ambas cosas necesitaban descansar, necesitaban dormir, pero Alfonso no quería, no solo porque estaba  trabajando, sino porque se habia dado cuenta de que algo no iba bien. Su cuerpo estaba cansado, y su mente tambien, pero el no lo estaba, no sabia como explicarlo, pero el no tenia sueño, algo le estaba induciendo a tenerlo, como una especie de droga. Mientras esto pasaba, Alfonso llego a pensar incluso si en su primer día se habia quedado dormido por esa razón. En su primer día no se habia preparado nada, no habia dormido la siesta, ni se habia llevado nada con lo que entretenerse, era fácil caer en brazos del sueño, pero aquel día habia hecho todo lo posible para no hacerlo. Habia descansado lo suficiente como para estar despierto durante toda su jornada laboral, se habia traído un montón de cosas con las que entretenerse, tenia los videojuegos, los libros, y la tele que habia instalado Marcos en la garita, ¿Por qué demonios se estaba quedando dormido, si no estaba cansado ni aburrido? No lo entendía. Hay algo.- Se dijo mentalmente.- Hay algo en el restaurante que me hace dormir por las noches. Era irrealista, pero Alfonso lo creía.

Alfonso empezó a menear la cabeza de un lado a otro mientras de vez en cuando se daba pequeños golpecillos en las mejillas con la idea de espabilarse. Sea lo que sea lo que estuviera pasando, debido de resistir la tentación, al menos si quería trabajar alli, en aquel lugar en el que habían ocurrido tantas desgracias, y en la que habia una supuesta leyenda acerca de los...

Animatrónicos.

Cuando la palabra se le vino a la mente, Alfonso giro la cabeza hacia una de las pantallas de las cámaras de seguridad, exactamente a la numero dos, ¿Por qué lo hizo? Tal vez porque la palabra le habia recordado la existencia del famoso grupo animatronico de la pizzería, o tal vez lo hizo para ver que se cocía en aquella zona, cualquiera sabe. Pero cuando lo hizo, su cuerpo y su mente dejaron de estar cansados, como si la droga hubiera dejado se surtir efecto. Cuando miro hacia la pantalla, noto como se le helaba su corazón por lo que estaba viendo.

- ¡Pero...¿Qué coño?! Exclamo, sorprendido al ver como los tres animatrónicos. Math, Jacob, y Bob miraban hacia la cámara con una pequeña luz blanquecina y verdosa saliéndole de sus ojos.

Alfonso sabia que los tres animatrónicos no miraban hacia la cámara, sino a través de ellas. Los tres animatrónicos le estaban mirando a el.

A el.

Es imposible.- Se dijo mentalmente mientras seguia viendo como los animatrónicos seguían mirando hacia la cámara.- ¡Es imposible!

Y entonces se fue la luz, y Alfonso se quedo a oscuras.

El guardia de Math and FriendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora