30. Alguien Más

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Narra _____

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Narra _____

Ni siquiera sé porqué acabo de decir éso, pero ya es demasiado tarde para arrepentirme. Y aunque mi corazón se siente extraño y las manos me sudan como cascadas, me sorprende lo reconfortante que es por fin decírselo a alguien.

Ni siquiera se lo he dicho a Kagami.

―¿Y ya no te gusta? ―oír ésa pregunta hace que me tiemblen las piernas y la sola idea de que él piense que sí me llena de pánico.

―No, por supuesto que no ―me apresuro a responder casi con demasiado entusiasmo.

Chat no se ve feliz.

―¿Por qué no? ―insiste, y la forma en la que lo hace me pone nerviosa.

La idea de decirle todo lo que sucedió entre nosotros pasa por mi cabeza e incluso considero contarle la forma en la que rompió mi carta y mi estúpido corazón, pero lo último que quiero ahora es que Chat Noir sienta lástima por mí, o que piense que aún no lo he superado.

¿Y la mentira?

Ay, cállate.

―¿Qué quieres que te diga? Sólo dejó de gustarme y ya ―miento, otra vez.

Lo sé, estoy mintiendo mucho el día de hoy.

―Las personas no dejan de gustarte sólo porque sí, _____ ―se queja. De nuevo está muy cerca y ni siquiera me doy cuenta que su mano está en mi hombro sino hasta que uno de sus dedos acaricia la piel expuesta de mi cuello.

Se siente bien.

Su cercanía, su tacto y su aroma corporal me marean de una forma extraña. Mis sentidos se ven abrumados y apenas puedo pensar correctamente. Y sospecho que él lo sabe.

―Hay una razón ―suelto en un balbuceo. Chat se acerca otro poco y su mano se desliza con suavidad hacia mi nuca.

Uy, qué sensación tan electrizante.

―Dime… ―pide, aunque en ésta situación podría decirse que es una orden. Su aliento choca contra mi piel y yo cierro los ojos por reflejo.

―Es que… ahora me gusta alguien más ―confieso en un susurro y es justo en ése momento en el que la burbuja hace plop!”.

En tan solo un instante, su mano abandona el lugar sobre mi nuca, su aliento mentolado se esfuma y su aroma se vuelve casi imperceptible. Desconcertada, abro los ojos sólo para darme cuenta que se ha alejado de mí.

Y que ni siquiera me está mirando.

―¿Quién es? ―cuestiona de repente haciéndome sentir perdida.

―¿Cómo dices?

―¿Quién es él? ―repite, ésta vez hace énfasis en cada palabra y termina con un gruñido ronco. Es obvio que está molesto, pero no de la misma manera en que lo estaba antes.

Vamos, _____, dile.

Dile la verdad.

¡Ahora!

―Chat Noir, yo…

―¡Chat Noir! ―el grito repentino de Ladybug casi me provoca un infarto. Me sostengo del barandal con ambas manos y trato de calmar mi agitado corazón dando grandes bocanadas de aire.

Éstas cosas no son buenas para mi salud.

―Hola, Ladybug ―la saludo con una sonrisa temblorosa, aferrándome a los barrotes con toda la fuerza que tengo.

Ella me mira y la sorpresa en su rostro no tarda en aparecer.

―¿_____?, ¿qué haces aquí?

―Bueno, en realidad, es una historia un poco…

―Fue imprudente y la salvé. Es todo ―ése tono rasposo y tosco no sólo me sorprende a mí, incluso Ladybug se ve desconcertada.

―¿Estás bien? ―la chica de traje rojo observa a su compañero como si fuera alguien diferente.

―Ella está bien ―responde él. Aún no me mira.

―Me refería a ti ―corrige―, no te ves bien.

Otro gruñido bajo.

―Me veo perfectamente bien, Ladybug, pero agradezco tu preocupación ―se da la vuelta y toma su bastón con la mano derecha―, ya terminé mis rondas y tengo cosas que hacer. ¿Te haces cargo? ―pregunta inclinando su cabeza hacia mí.

¿Acaso soy un paquete?

―Uh, sí, claro.

Y ni siquiera tengo tiempo a preguntar ni decir nada antes de que estire su bastón y se aleje de nosotras sin mirar atrás.

Juro que no entiendo a los hombres.

―Así que el gatito está enfurruñado ―tararea Ladybug en cuanto nos quedamos a solas.

―Es la primera vez que lo veo así ―admito en voz baja, aún procesando lo que acaba de pasar.

Ella suelta una risita despreocupada y recarga su peso sobre el barandal, en una pose relajada. Demostrando que ya está acostumbrada a éstas alturas infernales y que, desde luego, no tiene miedo a caer.

―Tranquila, Chat Noir se pone así cuando está celoso ―dice y juro que casi me ahogo con mi saliva al oírla.

―¿Celoso? ―la incredulidad inunda mi pecho y la emoción agita mi corazón.

―Sí, ya sabes. Es un gatito presumido. Le gusta ser el centro de atención y se enfada cuando no lo es…

―Oh ―la decepción que siento es palpable en cada poro de mi piel y me reprendo por siquiera ilusionarme. Por suerte, Ladybug no nota mi intenso vaivén de emociones y puedo fingir que la conversación no me afecta como lo hace―. Veo que lo conoces bien…

―Por supuesto que sí ―concede, suena orgullosa de ello―. Somos un equipo, y Chat Noir es un gran compañero. Aunque suele ser bastante coqueto y a veces demasiado adulador. Apuesto a que ya ha intentado coquetear contigo…

La presión que siento en el pecho no debería ser tan dolorosa. Pero lo es.

―Tienes razón… ―acepto y suelto una risita suave, manteniendo una expresión calmada.

―¿Lo ves? Él es así con todas sus admiradoras ―explica y yo me fuerzo a no llorar.

Maldición, ¿desde cuándo soy tan sensible?

―¿Admi…radora?

―¿No lo eres?

Negarlo no tiene sentido.

―Sí, supongo que sí ―otra risita sin gracia.

―Pero bueno, mientras no te tomes sus coqueteos muy en serio, estarás bien… ¿lista para bajar?

Ladybug extiende su mano hacia mí a modo de invitación e intento ocultar el doloroso malestar en mi estómago dibujando una gran y temblorosa sonrisa en los labios.

―Estoy lista.

―Estoy lista

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El Secreto Que Compartimos (Chat Noir/Adrien y tú) [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora