10. Recuerdos De Febrero

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Narra ____

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Narra ____

No voy a mentir. Me divertí muchísimo hoy y fue extrañamente reconfortante volver a pasar el tiempo con Adrien después de tantos años, pero ha decir verdad… la culpa me estaba comiendo viva.

Pensé que aceptar la tregua, perder a propósito y darle la cita que deseaba minimizaría la culpa que no dejaba de ahogarme. Pero no pasó. Por el contrario, la culpa sólo creció con cada gesto amable que él me mostraba.

Y si bien es cierto que nunca fue mi intención fastidiar a Adrien y que sólo deseaba que viniera para fortalecer al equipo, Kagami tenía razón. Nada justificaba que me involucrara en su vida privada y lo metiera en problemas con su padre… probablemente.

"Un juego de niños no debería involucrar a los adultos", es lo que mi padre solía decir.

―¿A qué te refieres con que es tu culpa? ―pregunta frunciendo el ceño, suena desconcertado.

―Bueno, yo… yo le di el número de tu padre al profesor Armand ―explico en un hilo de voz, incapaz de mirarlo a los ojos.

Adrien lo procesa por un momento que me parece eterno y entonces suelta un suspiro.

―¿Por qué? ―y ésas dos simples palabras me hacen sentir aún más patética.

―¿En serio me harás ésa pregunta? ―me froto el rostro con las manos y lo único que quiero hacer ahora es desaparecer―. Estaba molesta contigo. Sabía que habías perdido a propósito, como si no lo tomaras en serio. Y sé que caí bajo, aún más considerando el carácter de tu padre, pero te juro que ni siquiera lo pensé antes de...

―Está bien ―me detiene, voz suave y comprensiva―. Estamos bien.

―¿Qué?

Adrien sonríe y estira su mano para rozar la mía en un gesto reconfortante, lo que me provoca una inexplicable sensación de electricidad en todo el cuerpo.

―Bueno, no te mentiré. Sí estaba molesto al principio ya que no quería venir ―dice y ríe―, pero me la pasé muy bien y pude tener un respiro de… algunas cosas.

―¿Hablas… en serio?

―Por supuesto. Además… ―él se inclina ligeramente hasta tocar mi hombro con el suyo―, pude pasar éste día contigo. Sólo por éso… todo valió la pena.

Mi corazón se agita como un loco y me alejo de él fingiendo que me estiro.

―¡Se siente bien admitirlo en voz alta! ―exclamo levantando los brazos―. La culpa me estaba comiendo viva... ―bromeo para relajar el ambiente, pero él enseguida se pone serio.

―Espera… ¿estás diciendo que hiciste todo ésto por que te sentías culpable? ―la comprensión se fue y ahora es reemplazada por confusión pura.

El Secreto Que Compartimos (Chat Noir/Adrien y tú)Onde histórias criam vida. Descubra agora