25. Reunión Importante

3.5K 469 6
                                    

Narra Adrien

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Narra Adrien

―De acuerdo, éso salió mejor de lo que esperaba… ―dice Plagg saliendo de su escondite habitual. Tiene un pedazo de queso en las manos y la mejillas llenas.

―¿Verdad? Es decir… pudo haber sido peor ―concuerdo mientras me paseo por mi cuarto de manera distraída.

―Creí que te castigaría por el resto de tu vida.

―Lo sé. No esperaba que lo tomara con tanta calma.

Ambos nos quedamos en silencio por un momento hasta que Plagg dice algo que me sorprende y me confunde a partes iguales.

―¿No te pareció que ya lo sabía?

Volteo a mirar al pequeño gatito con un ceño fruncido y no puedo evitar repasar la conversación en mi cabeza, notando señales que le dan sentido a ésa suposición.

―¿Cómo podría? Yo apenas lo descubrí hace dos días ―replico, más para mí que para él.

―No lo sé, pero lo noté muy calmado. Un padre como él no reacciona así al descubrir que su hijo adolescente será papá.

Tiene un punto.

Suelto un suspiro frustrado y me dejo caer sobre la cama, viéndome obligado a darle la razón a Plagg, otra vez.

Quizás debería empezar a ver telenovelas con él.

―Supongamos que sí, ¿cómo fue que se enteró? _____ no se lo diría… ¿o sí? ―Plagg se encoge de hombros―. Estaba temblando cuando me lo dijo a mí. No puedo imaginarla diciéndoselo a mi padre.

Claro que puedes.

Y se ve tan adorable…

Sacudo la cabeza para alejar ésos pensamientos y justo cuando me levanto de la cama con la intención de transformarme y saltar por la ventana, la puerta de mi habitación se abre sin golpe previo.

―Vístete. Saldremos ―es una orden que no acepta réplicas.

Miro a mi padre con una expresión clara de confusión, esperando recibir más información que sólo "saldremos", pero además de un movimiento tenso de quijada, no hace ni dice nada más.

―Bien ―digo antes de levantarme y obedecer.

···•••❈•••···

No hay quejas, no hay miradas, no hay tensión. No hay nada particular que me haga saber hacia dónde vamos o para qué he venido, sólo sé que no será divertido. Y aunque intento adivinarlo durante el trayecto, el auto se detiene antes de hacer mi primera suposición.

Estamos en el hotel de Chloé.

Bueno, éso no me dice mucho.

Mi padre suele hacer negocios aquí. Negociar y cerrar tratos en la privacidad de su hotel favorito le da el control que necesita en ése tipo de situaciones.

O al menos, le da la sensación de control que parece necesitar a toda hora.

―No dirás nada a menos que yo te lo permita, ¿entendido? ―su voz intenta sonar autoritaria y neutral, pero consigo reconocer el imperceptible temblor en ella, lo que me indica que está tenso.

¿O sería mejor decir "nervioso"?

―Sí tú lo dices ―me encojo de hombros, restándole importancia, lo que me gana una mirada desaprobatoria de su parte.

―Compórtate. Ya hablaremos de ésto más tarde ―promete, suena duro, pero en sus ojos se refleja la incertidumbre.

Sigo sus pasos sin agregar nada y me siento a su lado frente a la gran mesa de reuniones a las que rara vez me trae.

Apenas pasan unos minutos y él ya está mirando su reloj de muñeca con gran impaciencia e irritación, pues no es ninguna sorpresa el que mi padre sea estricto con la puntualidad, considerando que él mismo es extremadamente puntual.

Lo que sí es una sorpresa, es oírlo maldecir una y otra vez como si yo no estuviera presente.

Quién sea que va a venir, no le cae bien.

―Maldita sea, esta mujer… ―gruñe. Es obvio que quiere irse.

En otra situación, se habría marchado después de cinco minutos de espera, pero ya van veinte y seguimos aquí.

Es importante. Definitivamente.

―Padre, ¿me dirás a qué he venido? ―pregunto por fin, aunque la respuesta me llega sólo unos segundo después.

Primero se oyen tacones, luego voces, la puerta se abre y mi corazón enloquece.

_____ está aquí.

Maldición, ella está aquí.

Oh, maldición, ya sé porqué yo estoy aquí…

Narrador

La pelirroja se acercó a la mesa dando pasos elegantes, casi como si quisiera que el sonido de sus tacones se sincronizara con los segundos del reloj. Sin prisa, sin vergüenza, sin disculpa.

Bueno, una sola disculpa.

―Lamento la demora. Las náuseas matutinas son todo un desencanto ―comentó con tranquilidad mientras tomaba asiento lo suficientemente lejos de Gabriel, pero no tanto como para no incomodarlo con su perfume.

El comentario de su madrastra causó que toda la atención se centrara en _____, quien bajó la cabeza al instante, rogando que no notaran el intenso rubor en sus mejillas causado por la pena.

Gabriel se aclaró la garganta y recuperó la compostura, como si las palabras de Noreen lo hubieran regresado a la realidad de una bofetada.

―Deberías haberme llamado. Sabes que no me gusta esperar ―replicó, su lenguaje corporal gritaba "no estoy de humor para ésto".

―Vamos, no hagas drama. No es como si tuvieras otra opción… ―se burló, ignorando por completo el mensaje.

Le gustaba sacarlo de quicio.

―Al punto, Noreen. No tengo todo el día ―se quejó, aunque ambos sabían que no era cierto.

Gabriel se había encargado de liberar toda su agenda sólo para que nada los interrumpiera. Estaba decidido a llegar a un acuerdo favorable para ambos, sin importar cuánto tiempo les tomara o cuánto tuviera que ceder.

Pues sabía muy bien que en ésa negociación, él estaba en desventaja.

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
El Secreto Que Compartimos (Chat Noir/Adrien y tú)Where stories live. Discover now