24. Gabriel Agreste

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Narrador

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Narrador

La mujer siguió al inexpresivo hombre por los pasillos del hotel hasta que poco a poco el bullicio de la fiesta se volvió imperceptible.

Sus pasos lentos y seguros resonaban contra el piso, provocando un sonido similar al tic-tac de un reloj.

Un reloj que llevaba una importante cuenta regresiva.

Cuando la puerta de la habitación se cerró y finalmente estuvieron a solas, Gabriel volteó hacia ella con un ceño fruncido y mirada impaciente.

―Más te vale que sea importante ―gruñó cruzándose de brazos―, aún tengo muchas cosas que hacer en la fiesta.

Noreen apretó los labios, conteniendo la sonrisa lobuna que pugnaba por salir.

―Créeme, Gabriel, no te molestaría si no fuera importante.

―Te escucho...

―Espera, primero va el contexto ―aclaró, preparándose para continuar―. ¿Recuerdas que me casé hace algunos años? Pues bueno, ahora tengo una hijastra. Es una dulzura. Tiene algunos problemas de carácter y a veces se cierra mucho en sí misma, pero es una buena chica. Oh, y cuando cumplió los quince...

―Noreen, hay socios esperando por mí ―le recordó, sonaba irritado. Él ni siquiera sabía porqué de repente le hablaba de su hijastra. Y tampoco le importaba, ha decir verdad.

Noreen levantó las manos en señal de paz.

―De acuerdo, de acuerdo. A veces olvido que eres un hombre importante ―comentó con sorna―. Es que no lo pareces...

Gabriel apretó los dientes. Tratar con ella siempre era un dolor de cabeza. No por nada había terminado su relación empresarial hace mucho tiempo.

No la soportaba ni siquiera un poco.

―Noreen, al grano.

―¿No quieres sentarte? Es una noticia impactante y ya no eres tan joven ―se burló. Era obvio que sólo quería sacarlo de quicio y jugar con su paciencia.

Y Gabriel no era un tipo muy paciente que digamos.

―Me voy ―informó―. Ya no soporto tus jueguitos.

―Creí que te gustaban los juegos ―ella se estaba divirtiendo, estaba claro.

―Piérdete, Noreen ―bufó mientras se dirigía hacia la puerta, completamente irritado.

―Oh, no seas así conmigo. Deberíamos llevarnos bien considerando que pronto seremos familia... ―sugirió con un ligero tono apenado que le puso los pelos de punta a Gabriel, quien se detuvo en seco justo antes de llegar a la salida.

―¿Qué demonios estás diciendo? ―cuestionó dándose la vuelta para enfrentarla y así leer sus facciones.

―Uy, ¿no te lo dije aún?

El Secreto Que Compartimos (Chat Noir/Adrien y tú)Where stories live. Discover now