13. Calor Abrasador

5.1K 583 36
                                    

Narra Adrien

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Narra Adrien

Sigo intentando procesar todo lo que ha sucedido entre nosotros y todo lo que hemos descubierto en tan poco tiempo.

Nunca lo admití, pero temía pensar que la razón por la que desapareció fue aquél beso impulsivo que le di ése catorce de febrero durante un momento de debilidad y que su enfado era su manera de hacerme saber que jamás podría gustarle como ella me gustaba.

Supongo que por éso no la busqué. Por éso nunca me acerqué a ella. Por éso no le dije cómo me sentía. Odiaba la idea de confirmar mis temores.

Pero entonces le sonrió a Chat Noir, y gracias a él pude volver a tenerla cerca, volver a compartir la tarde, a oírla reír, discutir juntos, reencontrarnos el uno al otro.

Y todo éso despertó en mí aquellos sentimientos que creía olvidados y que ahora eran un poco… diferentes. Egoístas, posesivos y desesperados.

Me gusta _____.

Ella aún me gusta, maldita sea.

¿Es que en algún instante dejó de gustarme?

No lo creo.

―Adrien… ―su repentino gemido me regresa al presente y no puedo evitar temblar por completo.

Me encanta tanto cuando dice mi nombre, y aún más cuando lo dice que ésa manera tan ansiosa y necesitada.

Juro que si vuelve a llamarme por mi apellido después de ésta noche perderé la paciencia.

―Dilo otra vez… ―pido, sintiendo que todo mi cuerpo quema. La necesidad que siento por ella ahora mismo es tan… asfixiante.

No sé qué hacer. Ya no puedo detenerme. Maldición, no quiero hacerlo.

_____ está encima, a horcajadas, y me sonríe con malicia mal contenida. Sabe que estoy a su merced, rogando porque no se detenga y continúe frotándose de ésa manera contra mi dolorosa erección.

Sus ojos encendidos no se apartan de los míos y la visión de sus pechos moviéndose al compás de sus caderas me está volviendo loco.

No me molestaría decir que el rosa es ahora mi color favorito…

Mis dedos siguen el contorno de su bonito sujetador y trago con fuerza antes de liberar sus senos de ésa molesta prisión de tela.

Maldición, tengo la boca seca.

―Adrien… ―repite en mi oído antes de acercar su rostro a la curvatura de mi cuello y lamer mi piel sin vergüenza alguna. El gruñido que sale de mi garganta es incontenible.

―¿Quieres volverme loco? ―alcanzo a preguntar y su suave risita es todo lo que necesito para confirmar mis sospechas.

―Quiero hacer más que sólo éso ―dice y enseguida el movimiento de sus caderas se intensifica, provocando que odie la tela que nos separa.

De pronto los labios de _____ encuentran los míos y me dejo llevar por el irresistible sabor de su boca, respondiendo al beso con la misma intensidad. Mi cordura desaparece junto a sus prendas restantes y me dejo consumir por el fuego que ha encendido en mí.

La tumbo sobre la cama, posicionándome sobre ella, y dejo que mis manos recorran su cuerpo con total libertad, acariciando y besando cada centímetro de su piel expuesta. 

―_____... ―digo entre jadeos. El deseo me consume―. Me gustas… me gustas mucho… ―confieso en un arranque de sinceridad que me sorprende incluso a mí mismo.

Y no sé si es el alcohol en mi sistema, la forma en la que me mira, el temblor de su cuerpo, su voz gimiendo mi nombre. No lo sé. Sólo sé que necesitaba decírselo de una vez por todas y rogar para que jamás lo olvide.

―Adrien… ―el gemido ahogado que suelta nubla mis sentidos. Arquea la espalda y continúo acariciando sus pezones con la punta de mis dedos―, por favor… ―ruega y la sonrisa de satisfacción que estira mis labios es inevitable.

―¿Qué es lo que quieres, dulzura? ―le pregunto, y juro que no sé de dónde he sacado la valentía para hacer ésto si yo estoy aún más desesperado que ella.

_____ se muerde el labio inferior con fuerza y estoy seguro que me está insultando en todos los idiomas posibles dentro de su cabeza.

―Eres un imbécil ―gruñe y justo cuando abro la boca con la intención de disculparme, ella me sujeta de los hombros y me tira hacia abajo, invirtiendo nuevamente nuestras posiciones.

La sorpresa es tanta que apenas puedo reaccionar a lo que sigue después.

Sus manos desabrochan mi cinturón, se deshacen de mis pantalones y liberan mi miembro con prisa. No sé de dónde sacó el condón que tiene en las manos, pero logra acomodarlo en un instante antes de volver a mirarme a los ojos.

―¿Aún no sabes lo que quiero? ―su voz es sugerente y la forma en la que se le dilatan los ojos me resulta hipnótica.

―Eres tan…

―¿Tan qué?

Mía… ―y sin decir nada más, la sujeto de las caderas y me hundo en ella, ganándome el sonido más exquisito de todos… mi nombre en un fuerte y delicioso gemido.

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
El Secreto Que Compartimos (Chat Noir/Adrien y tú)Where stories live. Discover now