Capítulo 1: Todo comenzó con una invitación.

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~~~Alrededor de tres meses antes~~~
~~~ Cuba, febrero de 2019 ~~~

Santiago de Cuba amanecía como cada día, los fuertes ruidos haciendo ola en el aire, el sonido bullicioso de las personas saludándose y conversando en las paradas, esperando que algún transporte pase para intentar llegar lo más temprano posible al trabajo, el ruido de las motocicletas, los autobuses, las camionetas comenzando su faena diaria, una ciudad llena de vida.

Violena es una joven estudiante universitaria, vive en el seno de una familia acomodada en el reparto Vista Alegre. Nunca le ha faltado de nada, desde pequeña, sus padres le daban todo lo que necesitaba e incluso lo que no; pero a diferencia de muchos en esa misma situación, no era de las que gusta vanagloriarse de su dinero y posibilidades, por el contrario, le encanta obtener las cosas, lograr sus metas, con mucho esfuerzo y por méritos propios, es solidaria, amable y le encanta estudiar.

Aunque su familia creía que era una muchacha simple y delicada como el pétalo de una flor, le encantaba practicar artes marciales, jiujitsu más específicamente, aunque no por eso dejaba de ser bien femenina, pues poseía un cuerpo que era el deleite de muchos y la envidia de muchas; de piel trigueña y ojos color café, era la típica belleza cubana de la que tanto se habla en el Caribe y toda Latinoamérica.

Está en la flor de la vida, con tan sólo 21 años, estudia medicina, cursando actualmente el 4to año y le fascina la medicina natural y tradicional. Vive una vida tranquila, estudiando, entrenando, saliendo con sus amistades los fines de semana, va al teatro, la discoteca, cosas simples, pero que la hacen feliz. Actualmente no tiene pareja, pues Rolando, el muchacho con quién ya llevaba 3 años de relación, la traicionó con una estudiante de 1er año; lo agarró y después de darle una buena bofetada en medio de sus amigotes, se fue y lo dejó. Eso último ocurrió hace ya 3 meses, aunque le dolió, ya había pasado página.

– ¡Lena! - vamos a almorzar.

– Ya voy mami - respondió ella - déjame terminar lo que estoy haciendo.

– ¡Violena! - dijo el padre - ven, que ya tu madre sirvió la mesa, después terminas.

Lena salió de su cuarto inmediatamente, como si un General acabara de darle una orden directa a un soldado raso; le tenía tremendo respeto a su padre; a su madre también, pero con ella era diferente.

Ella acababa de llegar de la universidad y estaba metida en sus investigaciones sobre medicina tradicional, últimamente le había prestado especial atención a la acupuntura, la digitopuntura y la importancia de los puntos de presión en la salud del cuerpo humano.

Llegó al comedor en menos de 5 segundos y se sentó a la mesa junto a toda la familia; su padre, Ernesto, su madre Milena, su hermano menor, de 10 años, Miguel Ernesto y sus abuelos paternos Miguel y Juliana. En esa casa existían tres horarios que eran inviolables, desayuno, almuerzo y comida.

Hasta ese instante, el día transcurría como cualquier otro, la misma rutina de siempre, pero de pronto y para disgusto de Ernesto, quien no soporta que lo molesten en ese horario, tocaron en la puerta. Con el ceño fruncido, Ernesto envío a Milena a comprobar quién llamaba a esa hora.

Violena y el resto de la familia continuaron degustando la comida sin darle la más mínima importancia a la momentánea interrupción. Cuando Milena abrió la puerta, se topó de frente con un hombre y una mujer, ambos de tez muy blanca, él de pelo rubio, casi blanco y ella de pelo negro. El hombre, que medía 1.90 de estatura aproximadamente, habló con un tono y una forma que demostraba su escaso dominio del idioma español.

– Buenos tardes señora.

– Buenas - dijo Milena - ¿qué desean?

– Venimos con la intención de hablar con el señor Ernesto y la señora Milena, ¿ellos se encuentran?

– Ernesto, haz el favor de venir un momento.

Con una expresión que parecía que iba a asesinar al que se atravesara en su camino, Ernesto se levantó de la mesa y se dirigió a la puerta.

– ¿Qué sucede mi amor? - dijo educadamente al llegar.

– Estas personas que dicen que quieren hablar con nosotros.

– Pero si son Aaron y Elaine - dijo Ernesto al reconocer a los visitantes - pasen, adelante.

– ¿Los conoces? - preguntó Milena.
– Si, los conocí en el trabajo.

Ernesto trabaja en el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), y los visitantes habían arribado a Santiago de Cuba hacía ya 4 días, los conoció allí, pues pertenecen a una ONG humanitaria sin fines de lucro, que hace poco estableció relaciones con Cuba a través del instituto. Dicha organización se dedica a la investigación de medicina natural, su nombre es Medicine All Natural (MAN). Se encuentran actualmente en el país, ofreciendo dos plazas para un curso investigativo, financiado al 100% por su organización.

Es un curso que ya cuenta con la autorización del Ministerio de Relaciones Exteriores (Minrex) y el Ministerio de Educación Superior, ya que el curso será ofertado a estudiantes universitarios. Ernesto al entrar en confianza les preguntó si podían incluir a su hija en tal curso, ellos aceptaron, pero solo si ella aceptaba, así que habían quedado de visitar su casa para conversarlo con más calma.

Mientras Violena continuaba disfrutando de su almuerzo, sus padres se sentaron en la sala junto a los visitantes y comenzaron a discutir lo referente a la propuesta. Les explicaron que el curso consistía, resumidamente, en investigar nuevas especies de plantas con propiedades medicinales, para su posterior utilización en el tratamiento de todo tipo de enfermedades, que duraba 3 meses y que se realizaría en un centro especializado en Brasil, cerca del Amazonas.

Los padres al escuchar eso, se sintieron algo preocupados por las condiciones del lugar, pero Aarón, interpretando sus expresiones, explicó rápidamente, que su hija estaría fuera de peligro, pues las instalaciones contaban con la más alta tecnología y seguridad, todas las comodidades estarían garantizadas, además, le reiteró que todos los gastos corrían por parte de ellos. Agregó además que, en dependencia de los resultados obtenidos en el curso, la vida de su hija podría cambiar drásticamente, pues su currículum sería enviado a los centros de investigación más prestigiosos del mundo y podía ser captada por alguno.

Luego de alrededor de 20 minutos más de explicación y de asegurarse por todos los medios que las comunicaciones no fallarían en ningún momento, Ernesto y Milena quedaron totalmente convencidos; cualquier padre desearía que su hijo(a) viajara por el mundo y más, cuando esto podría garantizarle un buen futuro. Ya todo estaba dicho, solo quedaba planteárselo a Lena y mira que hubo poco que contar, por poco le sube la comida de la alegría; cuando se enteró de los detalles del curso, se llenó de emoción y le suplicó a sus padres que la dejaran participar. Por supuesto, dijeron que si, eso ya estaba decidido.

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