Capítulo 29: Reunión.

0 0 0
                                    

~~ Violena. ~~

Ya había amanecido, pero Dani seguía dormida, el último turno me tocó a mí, así que la dejé descansar un poco más. No sé con precisión que hora será, pero debe ser temprano, alrededor de las siete de la mañana o algo así. El sol no sé distingue muy bien a causa de los altos árboles y además está nublado, hoy promete ser un día bastante húmedo.

Desperté a Daniela y le propuse buscar un mejor refugio, para no mojarnos si llovía, pero por mucho que buscamos, como no queríamos alejarnos tanto de la dirección por donde llegamos, no encontramos nada.

Como era evidente, la lluvia comenzó y envolvió nuestros cuerpos a su antojo, me entró agua en lugares que no quiero mencionar. La situación no podía ser peor, mojadas, con frío, hambre y sin saber a dónde ir. Ya para el mediodía el chaparrón se había detenido, pero la situación seguía siendo mala y los mosquitos tampoco ayudaban.

Salimos a buscar algo de comer, aunque sólo encontramos hongos y bayas, nunca los habíamos visto, así que no sabíamos si eran exactamente comestibles, pero era morir envenenadas o de hambre, que ya faltaba poco, así que elegimos el veneno.

Por suerte no nos pasó nada y ahora teníamos algo en el estómago. Nos sentamos en el mismo lugar donde ya llevábamos varias horas a reposar nuestro almuerzo gourmet y casi morimos de un infarto cuando alguien apareció frente a nosotras.

– Hola chicas.

– ¡Hugo! – grité – casi nos matas de un infarto.

– Qué bueno que llegaste – dijo Dani.

– Tenemos que salir de aquí pronto – nos apresuró Hugo.

– ¿Por qué? ¿Qué sucede? – pregunté al notar su desespero.

– No sé cómo, pero creo que tienen como localizarnos – respondió.

– ¿Pero cómo? – preguntó Dani.

– Debe ser por los artefactos que nos dieron – afirmé – los traductores.

– No estoy seguro, si te das cuenta, ustedes no tienen el suyo puesto y yo rompí el mío.

– ¿Entonces qué hacemos? – dijo Dani
.
– Correr obvio – dije – Hugo, guíanos hacia la cueva, aunque tengan como localizarnos, tenemos que reunirnos con Mario y Gabi, después decidimos que hacer.

Aún con lo mal que nos sentíamos, teníamos que avanzar urgente y lo más rápido que pudiéramos. Hugo nos guió a través del bosque, de vez en cuando se adelantaba para verificar que no hubiera enemigos cerca y regresaba para indicarnos el camino. Hicimos bastante zigzag para tratar de despistar lo más que pudiéramos a nuestros perseguidores y por esa razón nos retrasamos más.

Cuando llegamos a la cueva, ya estaba anocheciendo, Hugo entró primero para verificar que fuera seguro y nos hizo una seña segundos después para que entráramos. Al entrar me sorprendió ver a Mario recostado de una roca, con un brazo en torniquete y el hombro herido, siendo atendido por una joven de pelo rojo.

– ¿Quién es ella? – le pregunté a Hugo. Ella estaba de espalda a nosotros.

– No sé – me respondió y en ese momento la muchacha se paró y dio la vuelta hasta quedar frente a nosotros.

– ¿Gabi? – mi cabeza de lado por la duda, estaba evidentemente sorprendida – ¿qué le pasó a tu pelo?

– Es por mi habilidad – respondió ella acercándose y dándome un abrazo – controlo la temperatura de la sangre del ser vivo que toque, tanto frío como caliente y el pelo, cambia en consecuencia. Qué bueno que llegaron, Mario está muy mal herido.

– No tenemos tiempo que perder – nos apresuró Hugo nuevamente – saben dónde estamos, tenemos que irnos, yo cargaré a Mario si es necesario.

– Yo sé cómo nos localizan – afirmó Mario – es un implante de nanotecnología, lo tienen en sus orejas, en la que se colocaron el traductor.

– ¿Era eso? ¿nanotecnología? – preguntó Hugo sabiendo que Mario no le mentía – ni en sueños lo iba a averiguar, a mí me gusta la tecnología, pero eso yo solo lo había escuchado en las películas de ficción.

– Pues sí existe – dijo Mario – y desde hace años se utiliza en muchas cosas, pero la mayoría la controlan los peces gordos de la sociedad y prefieren que siga así, como un cuento de ficción para todos.

– Por supuesto, así pueden hacer lo que les da la gana, como con nosotros – dije.

– Entonces, tengo una duda ¿cómo no me encontraron cuando escapé? – preguntó Hugo.

– Hasta ahora seguro no lo habían activado, no lo creían necesario, pues los tenían a todos a su merced y en cuanto a ti, una oveja no importa si aún tienes un buen rebaño, eso o querían simplemente ocultar lo que pasó a alguien más grande, no querían hacer una búsqueda que los pusiera en evidencia.

– Acérquense, yo se los quito – nos indicó Mario.

Con un artefacto que nunca había visto, hizo una pequeña perforación en nuestras orejas y eliminó, según él, lo que sea que tuviésemos allí. A mí no me quedó marca, claro, se me curó enseguida, pero a Hugo y a Dani si les dejó un pequeño orificio, pero sin importancia.

– Pero como sea debemos movernos – dijo Hugo – ya deben saber que estamos aquí.

– Es cierto – dije – después de tanto correr, no podemos dejar que nos capturen.

– Váyanse sin mí – dijo Mario – ahora mismo soy una carga.

– No seas tan dramático, no te voy a dejar, aún no nos has dicho bien quién eres – dije – y quiero escuchar toda la historia, es que me resulta chocante verte tan buena persona, cuando hasta hace poco eras solo un idiota del montón – todos nos reímos.

– Cierto – afirmó Daniela.

– Concuerdo – apoyó Gabi.

– Coincido – dijo Hugo riendo aún.

Entonces quedó decidido, teníamos que huir todos, sin dejar a nadie atrás, sobrevivimos o morimos, pero al menos yo, había decidido que no iba a volver a toda costa, prefiero estar muerta que volver a ser un sujeto experimental, me niego, tenemos que escapar.

Escape Where stories live. Discover now