Capítulo 22: Confusión.

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Abrí los ojos y la luz lastimó mis pupilas, poco a poco la vista se fue acostumbrando, estaba en un cuarto totalmente blanco, la luz me seguía molestando pues tenía una lámpara justo en frente de mi rostro.

Mi cuerpo se siente extraño, no, aun peor, no siento mi cuerpo, intento mover la cabeza y se mueve un poco. Con esfuerzo logro pasar mi vista hacia abajo y me percato de que estoy amarrada en una mesa, totalmente desnuda. Puedo ver mis extremidades y mi cuerpo, pero aún no lo siento.

De pronto recuerdo lo último que sucedió, o al menos lo que recuerdo, las imágenes llegan en cascada a mi cabeza, la reunión en el auditorio, el director, el militar, la muerte de Xian y el gas. Me comienza a entrar el pánico y siento que recupero algunas sensaciones, puedo mover un poco las manos y los brazos, así que intento forcejear para liberarme.

Se abre una puerta y entran dos personas desconocidas, estaban vestidos con batas blancas. Uno era un hombre alto, de pelo canoso y la otra una mujer de mediana estatura, de pelo rojo y que tenía un aire de superioridad.

– Doctora Lilian, el sujeto recobró la conciencia - dijo él.

– Aún no es tiempo, tenemos que preparar el equipo, sédala nuevamente - ordenó ella y la palabra "nuevamente" quedó impregnada en mí ¿qué tiempo llevaba aquí?

– De inmediato - respondió él.

El hombre se acercó a una mesa, preparó una jeringa con lo que supongo era el sedante, se acercó a mí y me inyectó lo que sea fuera ese líquido. Mi conciencia volvió a vacilar y me desmayé, otra vez.

– ¡Aaaaaaahh! ¡No más, no más! ¡Aaaaaaahh!

Desperté sobresaltada al escuchar esos gritos, esta vez sí sentía mi cuerpo y no estaba atada a una mesa, me encontraba dentro de una pequeña habitación, no apta para claustrofóbicos, de aproximadamente dos metros cuadrados, eso sí, totalmente limpia.

No tenía cama, ningún lugar para acostarse, una taza sanitaria al fondo, una luz extremadamente brillante en el techo y una cámara en una esquina. Una puerta metálica con un fino espacio para mirar, cerraba aquella celda, pues eso es lo que era; además, a mitad de la puerta había una abertura, como una trampilla, por dónde imagino me pasen la comida.

Hice el esfuerzo de mirar por la pequeña ventanilla que tenía la puerta, si es que se puede nombrar así. No podía ver nada a los laterales de donde estaba, pero al frente, después de un ancho pasillo que dividía el lado izquierdo del derecho, se veían otras puertas similares a esta.

¿Qué es este lugar? Es como una prisión, somos ratas de laboratorio, me sorprende mi epifanía luego de lo que ha sucedido, es obvio. Ahora recuerdo y observo mi cuerpo, esta vez tenía ropa, que alivio, tengo puesto un conjunto parecido a los que usan en los hospitales. Revisé mi cuerpo y no encontré marcas de nada, ni de amarras, ni agujas, nada, seguro se debía a esa habilidad.

Sigo pensando en lo que pudiera haberles pasado a mis amigas cuando vuelvo a escuchar el grito desesperado de alguien, de dolor insoportable. Un terrible escalofrío recorre mi cuerpo y un presentimiento sombrío viene a mi cabeza. Tengo que salir de aquí, pero no sé cómo, ni siquiera sé dónde es "aquí".

Siento unos pasos, alguien se está acercando, me asomo por la ventanilla otra vez y me sorprendo cuando alguien se para frente a la puerta, retrocedo por instinto y me paro al fondo de la habitación.

– Abran la #11 - dijo la voz.

La puerta se abre y veo, parado al frente, al hombre canoso que me inyectó el sedante la vez pasada, hago un intento de acercarme para atacarlo, pues la rabia me consumía, pero sin darme tiempo a nada, dos guardias de seguridad entraron a la celda apuntándome con sus armas, me detengo en seco, me agarran y me ponen esposas.

Hago fuerza y siento que las esposas se pueden romper, pero me detengo, creo que ellos aún no saben todas mis capacidades y no quiero revelar una carta que tal vez necesite luego. Me imagino que la regeneración ya la dedujeron, pero no el aumento de fuerza y por lo que veo, no es poco.

Me conducen por un pasillo largo, en la distancia veo que se acercan dos personas con batas de laboratorio, empujando una camilla. Al pasar a mi lado, la veo, es Gabi, está inconsciente y claramente lastimada, sus brazos tienen sangre pegada y hematomas, y su pelo, ahora es totalmente blanco.

Forcejeo con el guardia que me sujetaba y me solté, intenté correr hacia mi amiga, pero un pinchazo en mi cuello me detuvo. Miré hacia atrás y vi a un guardia apuntando su arma, me habían disparado un tranquilizante. Y allá voy otra vez, cuerpo al piso y conciencia al aire.

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