Meine Königin

XXII: EL AMOR ES LIBERTAD

Tres horas después la guardia real en compañía de mis padres, los señores Swan y los señores Peterson se encontraban en la escena del crimen mientras los familiares de la víctima eran contactados para notificar de la dolorosa búsqueda. Sabía que tenía veintiún horas para recuperar a Georgiana, pero no sabía cómo proceder ni tampoco si era conveniente la intervención de los vampiros en este rescate. Estaba mareado y no tenía ánimos de escuchar los descubrimientos de Hanna ni tampoco quería intervenir en la recolección de las pruebas de parte del equipo forense para armar la posible teoría del caso.

Tenía que encontrarla y algo dentro de mí sabía que la verdad de lo que había pasado entre Georgiana y yo saldría a la luz. El tiempo corría en mi contra y estando en un país en donde podría haber más de un informante vigilando los movimientos a la familia Page, corría el riesgo de que algo catastrófico pasara previo al cumplimiento del término dado por Eric. Caminé lentamente hacia mi padre, el cual, se encontraba leyendo todas los escritos qué hizo María Antonia para ejecutar el plan de engañar a mamá y a pesar de que los documentos son prueba de su inocencia, sabía que mi papá pensaba lo contrario.

-Papá... Tengo qué hablar una cosa contigo-, aquel asintió silenciosamente mientras dejaba una especie de diario de color rojo. Al adentrarnos en lo que parecía ser un despacho, él se sentó en una silla de cuero totalmente destrozada mientras apartaba las botellas de vino qué habían sobre el escritorio.

-Debo felicitar a Hanna por el descubrimiento qué hizo... Definitivamente debe premiarse su labor.

-Dejala ser la próxima Delta-, susurré-, ella se ha ganado ese cargo con inteligencia e ingenio... pero no quería hablarte de Hanna.

-¿Entonces? ¿Es algo relacionado con tu mamá y conmigo?

-No... es algo sobre Georgiana y yo-, susurré mientras el asentía de forma silenciosa para continuar-, considero que es necesario decirle la verdad a Von Bismarck antes de rescatarla...

-¿La verdad de lo que pasó entre ustedes-, asentí-, tu sabes lo que eso significaría ¿Verdad? -, nuevamente asentí-, ¿Sabes que en caso de que él decida acabar contigo ni tu madre ni yo podemos intervenir?

-Lo sé... Y estoy dispuesto a correr ese riesgo-, respondí mirándolo a los ojos-, se que él tendrá la capacidad de acabar conmigo, pero prefiero ello antes de que Eric se aproveche de este caos y se entere de la peor manera.

-Hazlo... se que nos dolerá a tu madre y a mi pero haré lo que sea necesario para demorar su sentencia y tanto tu madre como yo, podamos despedirnos-, ante su apoyo salí de aquella oficina con la valentia que quizás no sabía que tenía.

Me encerré en el baño y temblando de temor por lo que fuere a suceder después de esta llamada, marqué y cada uno de los pitidos se clavaron en mi afanado corazón. Pensé que iba a transferirse al buzón de mensajes, pero un Von Bismarck detuvo mi pequeña ilusión.

-¿Matthew? ¿Sabes algo de Georgiana?

-Si, se donde está pero antes de brindarle la información tengo algo importante que decirle-, el miedo en mi voz estaba presente y este lo había notado al solicitar que me calmara y le dijera donde estaba su hija para ayudarnos a rescatarla. Como pude dije toda la verdad, desde el momento en que me enamoré hasta el día del rechazo y del porqué ella procedió a realizarlo a sabiendas qué nos estábamos condenando a una muerte anunciada por tal acto-,si usted lo considera pertinente, puede acabar con mi vida después de rescatar a Georgiana-, el silencio al otro lado de la línea se hizo presente y cuando digo que aquel es mortal, no me equivocaba... mi pecado estaba confesado y estaba a su disposición.

-No voy a acabar contigo-, sentenció-, pero vivirás con la eterna agonía de no volver a verla, a escucharla y a sentirla... te exijo que aceptes el rechazo. Se que si te acabo, será una muerte rápida, pero si dejo que tu pecado de consuma, ese dolor será aún más mortífero que el usar una daga de plata contigo ¿Estamos?