II: MÚNICH

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MÚNICH- ALEMANIA. 20 DE JULIO DE 2018

Luego de haber bebido las pociones que oculta nuestro humor en el Aeropuerto Heathrow de la ciudad de Londres, partimos a la ciudad de Múnich con documentos y trajes falsos para poder cruzar la frontera sin ningún problema. El reloj marcó las ocho de la noche y tanto el idioma como la ciudad se convirtieron en los obstáculos más problemáticos para lograr nuestro cometido. Los mapas que logramos comprar con dificultad no los entendimos y cuando logramos tomar un taxi, no pudimos ni comunicar el deseo de llegar al hotel en donde Charles, con miedo a que fuésemos descubiertos, pidió una reservación.

La arquitectura barroca y neobarroca se podía apreciar en los alrededores de la ciudad; el ambiente artístico, cultural e histórico hizo darme cuenta del porqué Georgiana tiene una gran fascinación por el arte. Ella nació y creció en lugares en donde cualquier persona puede inspirarse para crear majestuosidades como ella hace cuando pinta un rostro o un paisaje. Después de habernos perdido en el metro de la ciudad, me di cuenta que debí pedirle a Georgiana que me enseñara algo más de su cultura y de su idioma.

A las ocho de la noche y sin más de doscientos euros en nuestros bolsillos, logramos llegar a un parque de nombre desconocido en el oeste de la ciudad. Todos y cada uno de sus visitantes nos observaron con curiosidad murmurando unas que otras palabras sin lograr entender siquiera una sola palabra. Charles había decidido botar a la basura algunas guías turísticas que compró en alemán y no en inglés, mientras me encargaba de acomodar nuestro equipaje en una de las sillas del parque.

-¿Alguna vez no se te pasó por la cabeza aprender alemán?-, preguntó Charles molesto mientras trataba de encender su teléfono.

-Solo se decir "te amo" "mi ángel"-, respondí de mala gana mientras trataba de buscar en mi celular la forma de llegar al hotel.

-En estos momentos me arrepiento de haber perdido mi tiempo en rugby y no en alemán. No sabemos ni dónde hospedarnos ni tenemos dinero; estamos en un país en donde si un vampiro nos descubre nos puede asesinar.

-No todo está perdido-, susurré al conectarme a una red WiFi gratuita-, ya tenemos Internet y tengo el mapa del hotel. Sin embargo, me preocupa lo que suceda cuando vayamos a aquel Bunker.

-El Bunker está escondido en los Alpes, sólo es tomar algunos abrigos y con ayuda de un collar que le robé a papá hace algunos años, podemos encontrarlo lo más pronto posible.

-¿Crees que estamos cayendo en una trampa?

-Trampa o no necesitas información. La corona está en peligro y si esos documentos son la llave para entender lo que está detrás de todo este embrollo, prefiero ir ya mismo hacia la boca del lobo.

-Nos vamos, después de comer algo en el hotel partimos a los Alpes a la media noche.

-¿Y el dinero? Recuerda que no podemos usar nuestras tarjetas aquí o sospecharan de nuestra estadía y nos pueden atrapar.

-Estamos varados en un país en dónde ni siquiera tu y yo nos encontramos a salvo-, suspiré frustrado y mirando por última vez el cielo, tomé nuestras cosas y con la poca carga que tenía en mi teléfono pudimos encontrar el hotel a más de una hora y media de aquel parque.

Mientras Charles trataba de comunicarse con la recepcionista del hotel, caminé por sus alrededores y encontré la foto de Georgiana en la portada de una revista. No sabía lo que decía el titular de aquel medio, sin embargo, el tener información sobre ella después de tanto tiempo le dio un halo de esperanza a mi alma de volver a verla nuevamente así sea por cinco segundos. Recuerdo guardar aquella revista en mi maleta sin que nadie me observará y en el momento en que Charles obtuvo la llave de la habitación, nos dirigimos a aquella sin prestar atención a las miradas curiosas de los turistas.

Meine KöniginWhere stories live. Discover now