XII: KIEV

1.2K 102 8
                                    

Un empujón de parte de Georgiana y un puño en su mejilla de la mía, alejaron a O’Flaherty del cuerpo de la pelirroja con sangre proveniente de sus labios y una mirada de frustración y enojo se aprecia en su rostro. Su respiración era lenta y mortal, la tensión se percibía en el ambiente y el miedo de mi Luna había desaparecido cuando esta se acomodó a mi lado lista para pelear.

Aquel arregló su corbata y limpió la herida con su mano mientras tomaba una postura recta y tensionada listo para atacar. No había nada que nos impidiera tener un combate en el recinto, ni siquiera los gritos de paz y armonía que pudo llegar a invocar Georgiana después de los sucedido en los últimos meses.

-¿No se supone que deberías estar buscando la “verdad” y la “reparación” de las víctimas de la Masacre?-, preguntó toscamente O’Flaherty con veneno en sus palabras.

-Lo estaba haciendo hasta que decidí visitar a Georgiana y preguntar el estado anímico de mi pueblo después de aquel acontecimiento. Sin embargo, dime ¿Por qué estabas obligando a Georgiana a salir contigo?

-No es asunto tuyo “Su Alteza”-, respondió con sarcasmo.

-Si lo es-, nuestros ojos no dejaban de mirar el uno al otro sin percibir algún movimiento sospechoso de parte del adversario-, y no quiero que vuelvas a tener aquellos comportamientos indebidos con ella o yo mismo me encargaré de moler tu cuerpo a golpes. Ella no es un juguete al que se le deba controlar así como así y no está sola.

-Cuando se vaya “Su Alteza” hablamos Georgiana-, tomó su chaqueta y mochila que se encontraban en una de las mesas del salón y salió de forma estrepitosa del salón con el ceño fruncido. 

-¿Desde cuando te viene molestando Georgiana?-, pregunté de repente mientras tomaba las cosas de Georgiana y las guardaba en su mochila-, cuando estaba aquí nunca vi que ustedes dos se hablaran.

-Desde hace dos o tres semanas; se unió a la revista y comenzamos a hablar de cosas triviales hasta que se atrevió a invitarme al baile y le dije que no-, suspiró frustrada-, ha estado paranoico y muchos me han dicho que últimamente ha estado estresado y no se sabe el porqué.

-Promete no volver a estar sola en un salón-, tomé su mano y la hice mirarme a los ojos mientras sus hermosas esmeraldas me miraban con un poco de temor-, ya no podré protegerte y tendrás que defenderte tú sola-, me colgué su mochila en mi hombro y salimos de allí de forma silenciosa mientras algunos estudiantes se quedaban en algunos salones debidos a los proyectos que se avecinan al final del periodo. 

Al salir, la lluvia nuevamente apareció y la idea de bailar bajo esta apareció de repente con una sonrisa en mi rostro. Así pues, dejé la mochila en el suelo y me comencé a quitar mis zapatos mientras una Georgiana me miraba como si yo hubiera perdido la cabeza, subí la bota de mi pantalón hasta mis rodillas y dejé a un lado mi chaqueta mientras el frío me llamaba para cometer una locura.

-¿Qué carajos estás haciendo Roosevelt? ¿Te volviste loco? Está lloviendo a cantaros.

-Un día me hiciste prometer que cuando aprendieras a caminar te iba a enseñar a bailar bajo la lluvia y como ves, está lloviendo.

-Estás loco-, comentó con seriedad-, no voy a bailar bajo la lluvia; no me quiero enfermar por culpa de tus locuras.

-Si consideras locura cumplir uno de tus sueños-, la tomé de su cintura, la levanté del suelo y le quité rápidamente sus zapatos y medias mientras ella golpeaba mi espalda. La despoje de su chaqueta y tirándola a un lado de su mochila, tomé su mano, bajamos las escaleras corriendo y nos acomodamos en el centro del estacionamiento mientras me ganaba las malas caras de Georgiana-, pues entonces me considero un loco por llevarlos a cabo.

Meine KöniginWhere stories live. Discover now