X: MEINE KÖNIGIN

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EDIMBURGO, ESCOCIA. 6 DE FEBRERO DE 2019

Dos días después de aquella discusión con Georgiana, las cosas en la escuela habían mejorado desde su llegada. Aquellos mensajes de muerte a la monarquía y las caricaturas que se publicaban en todos y cado uno de los medios de comunicación de la escuela dejaron de publicarse, volvieron a la normalidad. Las listas de quienes son los más sexys de la escuela nuevamente volvió a circular y las miradas retadoras entre el irlandés y yo comenzaban a hacerse cada vez más frecuentes. El próximo partido del equipo de rugby se llevará a cabo esta noche y los ánimos de apoyarlos están en el suelo.

Se había declarado de forma no oficial una tregua y lo que se rumoreaba en los pasillos de la escuela era el baile de la Luna Azul. El acontecimiento que predijo la mujer y que en cierta parte la llegada de Georgiana trajo calma a las masas con su presencia. Aquel evento en donde la Diosa Luna bendice a sus hijos a la media noche y trae paz a los presentes, se celebrará en este recinto con la decoración alusiva al tema y con algunos platillos especiales creados para este acontecimiento.

Tanto la dirección como los profesores habían anunciado cuál será el protocolo para esa noche. Para las damas se exige un vestido de color azul o blanco, mientras los caballeros pueden lucir sus trajes de cualquier color pero su corbata o corbatín deberán ser obligatoriamente de los colores planteados para las féminas. La expectativa de tener una noche especial a pesar de todos los acontecimientos acaecidos en el año era más que notoria y ya las invitaciones fueron entregadas a toda la comunidad estudiantil.

Ahora bien, mientras el estadio se llenaba y los ánimos están en el suelo, observé a una Georgiana luciendo la camiseta del equipo con el número 6 eliminado de la misma. Ella y sus amigas subieron las gradas hasta llegar a al extremo derecho de la sexta fila mientras coreaban alguna que otro canto de ánimo al equipo. Por otra parte, Hanna llegó acompañada de Charles mientras este último sostenía dos bandejas llenas de comida y ella tres bebidas para cada uno. El equipo salió y nuestro rival, otra escuela pública pero con los recursos bien invertidos, salía de su camerino luciendo un uniforme blanco con un león dorado en su pecho.

El pito sonó y lo que parecía ser una noche de triunfo, se convirtió en una noche de derrota, faltas y hasta tarjetas rojas para los miembros del equipo local. Debo admitir que el irlandés se movía bien en cuanto a la realización de pases y se me hacía familiar la forma en cómo corría alrededor del campo; sin embargo, la descoordinación y el individualismo del equipo opaca tal actuación, frustrando al capitán y al entrenador. Desde que se condenó a muerte a algunos miembros del equipo cuando osaron retarme para arrebatar la corona, el estilo de juego que tenía el equipo no se había vuelto a ver y el respeto o prestigio que alguna vez se tuvo, desapareció para ser el hazme reír de los rivales.

Con el rompimiento de una pierna del capitán del equipo rival a causa de una muy mala retención por parte de uno de los defensores del nuestro, terminó el primer tiempo con un marcador de 14-5 ganando el equipo visitante. No se podía hacer frente a una táctica de juego cuya agilidad predominaba sobre la fuerza y con ello los malos comentarios y hasta los posibles titulares del día de mañana rumorea entre los asistentes. Con el fin de calmar la sed de Hanna y el hambre de Charles, me dirigí a la cafetería leyendo los mensajes de algunos de mis compañeros de clase de química quejándose sobre el juego.

Una vez allí dentro, me encontré a una Georgiana con sus brazos cruzados y con sus mejillas manchadas de la pintura con los colores de la escuela a causa de la frustración vivida en el primer tiempo. Sonriendo por su actitud me acerqué a ella mientras la fila para comprar alimentos corría lentamente. Su olor a chocolate y vainilla impregnó mis fosas nasales y mientras apreciaba su figura ella habló:

Meine KöniginWhere stories live. Discover now