VIII: DÉSPOTA

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¿Alguna vez han sentido placer por algo que no debieron haber hecho? Pues eso me pasa a mi. El hecho de ver sus rostros de miedo y sumisión ante mi presencia, no sólo me dieron la confianza de continuar con este año escolar, también de imponer mi voluntad. Mientras caminaba lentamente en dirección a la clase de cálculo, con la mirada en frente y con mi cuerpo totalmente recto, todas aquellas personas que se topan en mi camino eran empujadas por mi cuerpo sin merecer disculpa alguna. 

Aquella mirada burlona, de superioridad fingida y hasta de amistad hacia mis iguales había desaparecido, y a cambio de ella, apareció una llena de odio, rencor y de maldad a todo aquel que se atreviera a cruzar palabra alguna conmigo. Una vez dentro del salón, todos y cada uno de mis compañeros evitaron hacer contacto visual y físico conmigo mientras acomodaba mis cosas en último pupitre del recinto. Charles se acercó con una sonrisa y con un leve apretón de manos dijo

-Parece ser que ya no son capaces ni de saludarte. 

-Son unos hipócritas que piensan que con lanzar un poco de comida y con actitud revolucionaria podrían controlar a la monarquía-, respondí con asco-, se les olvidó quién es el que manda y tocaba recordárselo. 

El timbre sonó y nuevamente la sumisión de los estudiantes ante el profesor se hizo presente. Ninguno se atrevió a ser mi compañero de trabajo y ya me estaba estresando ante los rumores de algunas de las chismosas del salón y de las amigas de la Luna fallecida. Física, filosofía, literatura y hasta la clase de historia fueron dadas por los profesores siendo notorio el rechazo de algunos por compartir siquiera un poco de su tiempo para hacer alguna que otra actividad conmigo. 

Frustrado y con ganas de golpear al primero que se me atravesará, salí rápidamente del salón en dirección a mi casillero con la esperanza de que el entrenamiento de rugby calmara un poco mi desesperación por estar en este lugar. Al salir al campo de entrenamiento, una sonrisa apareció en mi rostro cuando el viento chocó con mi cuerpo y la desesperación se iba poco a poco. Una vez llegué al círculo de reunión, algunos jugadores nuevos y antiguos se alejaron rápidamente de mi y el ambiente nuevamente se volvió tenso. 

-Su Alteza… -, dijo uno de los asistentes del entrenador con nerviosismo. 

-El equipo y yo decidimos que lo mejor es que usted no haga parte del mismo en esta temporada-, completó el entrenador con el ceño fruncido. 

-Soy parte del equipo… -, respondí con desesperación en mi voz-, soy… Soy el capitán… la final es dentro de ocho semanas… Yo… no me puede hacer esto. 

-Lo lamento su Alteza pero es lo mejor-, respondió el entrenador sin inmutarse-, recomiendo que se retire, está retrasando el entrenamiento y el equipo es el más afectado.

-¿Me van a botar como un perro después de todos los títulos que hemos ganado?

-Su Alteza… ya se lo dije, váyase antes de que llame a seguridad para que lo escote fuera de estas instalaciones, usted ya no es parte del equipo. 

-Está bien… espero pierdan esta puta final-, quería asesinarlos por lo que me habían hecho. 

Ya no tenía el apoyo del único grupo de personas que consideré leales a mi. Ya nada tenía sentido y la razón por la que me había mantenido en esta escuela desapareció de forma repentina y dolorosa en frente de mi. Suspiré frustrado y una vez adentro, saqué mis cosas del casillero, me cambié y salí de la escuela en dirección a las camionetas reales. No quería llegar a casa y ver la preocupación de mi madre en sus ojos por mi pésimo día; Gruñí molesto ante la pregunta de parte de mi conductor del por qué salí temprano de la escuela y este se limitó a asentir silenciosamente mientras conducía a algún lugar de la ciudad. 

Meine KöniginWhere stories live. Discover now